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La primera gran huelga

Vigo se paralizó durante cuatro días en el mes de agosto de 1917 en protesta por la grave crisis económica y la ciudad se quedó sin prestar muchos servicios

Imagen de la Puerta del Sol a comienzos del siglo pasado. // FdV

La ciudad amaneció casi "cerrada" durante cuatro días en el mes de agosto de 1917. Era el escenario de la huelga general que se realizaba en España para protestar por la grave crisis económica que sufría el país y la guerra mundial, según UGT y el Partido Socialista, los consonantes. La paralización de los servicios y las fábricas y otros centros de trabajo fue una de las consecuencias durante cuatro días. Vigo no fue una excepción, aunque no se registraron incidentes graves. Fueron jornadas de mucha tensión. En España se contabilizaron 71 muertos, 200 heridos y más de 2.000 detenidos. La huelga, que muchos destacaron como un fracaso, fue la primera gran paralización del país en toda su historia.

La ciudad quedó en estado de guerra. Fue la orden de Manuel Prieto, el Gobernador Militar de Vigo. Entre las medidas adoptadas con carácter excepcional, estaba prohibida la circulación a coches particulares si no contaban con la correspondiente autorización. Tampoco se podían reunir grupos de tres o más personas. Se ordenó una vigilancia espacial en la central de telégrafos, el más importante centro de comunicaciones con el exterior, la estación de tren y la sucursal del Banco de España. Por la ciudad se desplegaron una gran cantidad de militares que también controlaban el puerto. Pertenecían al Regimiento Murcia, con sede en la ciudad, y el acorazado 'España', que en esos días estaba atracado en uno de los muelles.

Fernando Conde, el alcalde, ordenó que todos los trabajadores del ayuntamiento acudieran a sus puestos de trabajo. Muchos no lo hicieron y a tres de ellos se les abrió un expediente que quedó sin resolver. Los tranvías no circularon, a pesar de la amenaza de sus responsables de despedir a todos los que conformaban su plantilla. Nunca ejecutaron esa medida ante la presión de los trabajadores, ya que todos secundaron el paro. Este medio de transporte era el más utilizado en la ciudad y su paralización fue total. Fue una de las claves del éxito de la huelga. En algún momento, incluso se llegó a estudiar la posibilidad de que los militares se hicieran cargo de la circulación de los tranvías, algo que no sucedió. En la ciudad se cerraron los restaurantes y también las panaderías. Los responsables municipales decidieron elaborar pan en la Casa de la Caridad. Sin embargo, no pudieron distribuirlo y fue donado a entidades benéficas.

Otro de los lugares importantes de la ciudad era el puerto, uno de los motores económicos en aquella época. No se realizaron las labores de carga y descarga. Varias embarcaciones se encontraron con este problema y tuvieron que esperar a que finalizara el paro. Según recogen las informaciones de la época, los estibadores realizaron después horas extras para terminar con esas labores. Los armadores llegaron a plantear la posibilidad de pedir indemnizaciones, pero no llegaron a realizar las reclamaciones.

Hubo una gran manifestación por las calles del centro de la ciudad. No se registraron incidentes. La marcha fue vigilada por los soldados. Sin embargo, durante los cuatro días de huelga se realizaron 100 detenciones, según algunas fuentes. Todos los arrestados fueron llevados al Castro, el Palacio de Justicia y la cárcel. En las semanas siguientes fueron puestas en libertad. Poco a poco. Reflejan las crónicas de la época que el último fue en el mes de noviembre de ese año. Curiosamente, no se reflejan sanciones ni represalias contra ninguno de los detenidos. Varios de ellos eran influyentes políticos y sindicalistas.

Para unos, la huelga fue un éxito. Para otros, un fracaso total. Pero el paro también estuvo rodeado de situaciones que en la actualidad sería impensables. Todos coincidían en la ausencia de incidentes en Vigo. En otras ciudades se habían registrado importantes disturbios. Desde el Ayuntamiento de Vigo se ensalzó el 'cívico comportamiento' de los ciudadanos. Y aunque se negaba la existencia de la huelga, lo cierto es que se reconoció de forma pública la labor de los militares por mantener el orden. También el empeño de muchos trabajadores en mantener la calma y a la tranquilidad en los momentos más tensos.

La Unión de Fabricantes de Conservas decidió realizar una donación de 1.000 pesetas a los militares que participaron en las labores de vigilancia. Las fábricas habían estado paradas, pero no sufrieron daños. También se realizó una cuestación popular y se recaudaron 13.000 pesetas. El dinero fue repartido entre los militares según su graduación.

Vigo vivió su primera huelga general de la historia en 1917. Después se realizaron otras. Quizás las más recordadas fueron las que tuvieron como protagonistas a los trabajadores del sector naval de la ciudad. Aquella primera vez estuvo rodeada de circunstancias especiales y curiosas, reflejadas en una sociedad que atravesaba por una grave crisis económica. Las posteriores se realizaron en otro contexto muy distinto.

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