El primer balance de la recogida de residuos en Cíes en lo que va de verano arroja algunos datos esperanzadores. Como la bajada de un 64% en el número de colillas, el desperdicio más común generado por el turismo. Pero la treintena de bolsones de 50 litros de capacidad llenados hasta la fecha revela que la actitud mayoritaria del visitante durante su estancia en la isla todavía deja mucho que desear en cuanto a respeto por el medio. Un cambio en este comportamiento figura entre las prioridades del Parque Nacional donde los voluntarios del Campo de Trabajo de la Xunta juegan un papel clave.

Al tiempo que se encargan de mantener las playas y caminos impolutos, los voluntarios desarrollan actividades como exposiciones y teatro infantil con figuras creadas con los mismos desechos recogidos con las que tratan de despertar esa conciencia medioambiental. Bautizados por el público como la Marea Rosa por el color de las camisetas que lucen, la cuadrilla formada por jóvenes de distintas nacionalidades ya logra cumplir una parte del objetivo. Agachándose para recoger un resto del suelo, su patrulla diaria por los rincones más concurridos del archipiélago causa un efecto disuasorio entre quienes pretendían tirar algo. Sin embargo, los resultados obtenidos de tanto esfuerzo son todavía insuficientes y obligan a insistir a esa masiva afluencia turística en la necesidad de conservar e paraíso natural como lo alumbró la naturaleza. De ahí la participación de Cíes en la campaña del Ministerio de Medio Ambiente Un Mar sin desperdicio.

Tras la recogida de residuos, la eliminación de especies alóctonas (invasoras como la acacia negra) y de concienciación ambiental a través de actividades culturales como el teatro infantil, el Campo de Trabajo de Cíes incluye, por primera vez este año, otra misión al voluntariado derivada de esa campaña del ministerio. "Se trata de analizar de dónde viene la basura y por qué", explica Xosé Luis Graza, director del Campo de Trabajo, un centro promovido por la Dirección Xeral de Xuventude, Participación y Voluntariado de la Xunta. Así, todo lo recogido en las playas y paseos se traslada a las instalaciones autonómicas para analizarlas pieza por pieza registrando sus características y procedencia, unos datos que con posterioridad envían a Medio Ambiente.

En el amplio abanico de residuos retirados de Cíes reina la colilla de cigarro pese a anotar en julio un notable descenso. De las 17.500 contabilizadas el verano pasado a las 6.300 del actual, "puede que porque haya menos fumadores o puede que los que vengan sean más conscientes; también ayuda el reparto de ceniceros de cartón a pie de muelle", matiza Graza. Después de los restos de pitillos, casi al mismo nivel se encuentran los de papel -del normal y de aluminio-, los bastoncillos para los oídos, y plásticos como tapas de botella. Y generalmente, los voluntarios retirar "microresiduos" y no montículos voluminosos. En teoría esto probaría el éxito de haber retirado de la isla papeleras y contenedores obligando al visitante a cargar con su propia basura.

"Hay mucho que mejorar todavía, sobre todo en materia de prevención. Es que la gente tiene que comprender que las Islas Cíes es un parque nacional, y no un resort". La reflexión de Graza la comparte una técnica del Campo de Trabajo, quien lamenta que de momento "en Cíes ningún turista se agacha a recoger nada". Por esta razón ambos se preguntan qué pasaría sin la existencia de los voluntarios.

Por las Islas Cíes pasaron al año pasado 120 jóvenes que desarrollaron esa labor altruista tan celebrada por su contribución a mantener cuidado y limpio el territorio protegido así como por el desempeño de las otras acciones que llevan a cabo. Entre los integrantes de esta Marea Rosa hay voluntarios de todos los puntos del planeta. Italianos, franceses, rusos, coreanos, armenios, alemanes, turcos, griegos... Cada uno de los cuatro turnos de trabajo, de 12 días de duración, está formado por una treintena de edades comprendidas entre los 18 y los 30 años, y de una procedencia proporcional entre gallegos, de otras partes de España y extranjeros. Para hacerse voluntario no basta con solicitar plaza, porque como en Cíes, la demanda supera a la oferta. Y tampoco sale gratis. El precio de pasar unas vacaciones trabajando en la isla supera los 100 euros.