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Un equipo liderado por un científico del Cunqueiro halla las causas que ligan el estrés postraumático y el Alzheimer

Roberto C. Agís-Balboa lidera el estudio que ha hallado un mecanismo molecular por el que sufrir este trastorno de joven aumenta el riesgo de desarrollar demencia al envejecer-

Roberto C. Agís-Balboa, investigador Ramón y Cajal, en el Álvaro Cunqueiro. // Alba Villar

Tras vivir situaciones traumáticas como un grave accidente, un atentado, una guerra o abusos físicos, algunas personas desarrollan una enfermedad neuropsiquiátrica conocida como estrés postraumático. Por la observación de casos que se producen en jóvenes, se sabe que estos son más propensos a desarrollar demencia al hacerse mayores. Pero se desconocía por qué. Un estudio con investigadores de diferentes países, liderado por Roberto C. Agís-Balboa, neurocientífico del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur, ha hallado el mecanismo molecular que vincula este trastorno con la enfermedad de Alzheimer. Desentrañar este vínculo puede ayudar a identificar nuevas terapias. Los resultados se publicaron ayer en la prestigiosa revista The EMBO Journal.

El equipo de investigadores descubrió que tanto pacientes con estrés postraumático como otros con Alzheimer tienen bajo nivel de una proteína llamada Formina 2. Esta tiene una función esencial en el cerebro, donde regula el citoesqueleto -la estructura que ayuda a las células a mantener su forma y su organización interna- y la formación de las sinapsis entre las neuronas. Está en una región del hipocampo fundamental para el aprendizaje y la memoria.

Los autores de la investigación demuestran estas cuestiones usando diferentes modelos de ratones. En roedores jóvenes mutados para quitarles esta proteína, comprobaron que se comportaban como con estrés postraumático. Podían aprender y crear la llamada "memoria del miedo" ante un evento traumático, pero ese terror no descendía a base de lo que en humanos se llamaría psicoterapia -repetir el estímulo que inició la situación estresante pero facilitando salidas para reaprender-. Estos ratones podían crear nueva memoria, pero no modificar la anterior para reducir un temor que les bloqueaba. Ya en edad avanzada -entre los 7 y 8 meses para ellos, lo que equivaldría a los 80-90 años de una persona- desarrollaban deterioro cognitivo.

Se sabe que el Alzheimer es una enfermedad multifactorial. Una de estas causas es la sobreexpresión de la proteína amiloide humana. Así, los científicos cruzaron un ratón sin Formina 2 y otro con esta con la amiloide. Juntando ambos, el deterioro cognitivo se acelera y llega mucho antes. A los tres meses del ratón o los 30 o 40 del humano. "Cientos de genes ven alterada su expresión", añade Agís-Balboa.

Por último, el equipo les inyectó directamente en el hipocampo el fármaco Vorinostat y comprobaron que se reducía el deterioro cognitivo y recobraban la formación de memoria. "Estos hallazgos abren las puertas para el desarrollo de tratamientos no solo para el trastorno de estrés postraumático, sino de un tratamiento de prevención que pueda evitar el desarrollo o reducir el riesgo de padecer demencia durante la vejez", destaca el neurocientífico.

Agís-Balboa, autor principal del artículo, inició esta investigación en su estancia en el Centro Alemán para Enfermedades Neurodegenerativas de Göttingen, por lo que figura con esta afiliación y con la del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur, con sede en el Cunqueiro, donde trabaja con una beca Ramón y Cajal. Los coordinadores son Andre Fischer y Farahnaz Sananbenesi. Como coautores, han participado científicos de diferentes universidades de Alemania, Francia, Reino Unido, República Checa, EEUU y Brasil.

Roberto C. Agís-Balboa | Neurocientífico del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur

"Lo vimos en ratones, ahora habría que conocer el mecanismo en personas"

-¿Cuál es la aportación principal de esta investigación?

-Se sabe que la gente que tiene estrés postraumático suele desarrollar Alzheimer más rápido y antes. Pero solo por la observación de casos. Encontramos que la Formina 2 -una proteína- juega un papel fundamental en esa interacción.

-¿En la práctica clínica en qué se podrían traducir estos hallazgos?

-Aún queda. Esto ayuda a vislumbrar. Hallamos este gen o proteína y hay que estudiarla en profundidad en humanos. No tenemos la película completa. Vimos que disminuye en estrés postraumático y en Alzheimer. Lo comprobamos en ratones y habría que conocer el mecanismo en personas.

-En el estudio, emplean en los roedores el fármaco Vorinostat y ven que se revierte el deterioro cognitivo. ¿Se podría usar para humanos?

-No. Solo está aprobado por la FDA en EEUU para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer. En Europa se usa más para temas de investigación, a nivel laboratorio. Es uno de los fármacos más utilizados en epigenética. Se plantea que es un fármaco que en modelos animales sí que revierte esto. ¿Qué pasa? Que actúa sobre varias deacetilasas [enzimas] inhibiéndolas. Al no ser muy específico, a lo mejor provocas cambios en zonas que no te interesan, actuando sobre genes que a lo mejor no deberías.

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