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Gómez, agente de Policía en prácticas: "Tras realizar mi primera detención me costó dormir"

José Manuel Gómez, uno de los 17 alumnos en prácticas de la Policía Nacional, narra sus primeros días como uniformado

Policías nacionales en prácticas, junto a algunos de sus mentores, en la comisaría de Vigo. // María R. Arias

Para el ourensano José Manuel Gómez, su primera experiencia como uniformado en la calle ha sido todo un vis a vis con su mayor quebradero de cabeza profesional: cómo encarar la posibilidad de privar a alguien de libertad. Hace una semana que inició su periodo de formación práctica junto a otros trece compañeros en la Comisaría de la Policía Nacional de Vigo y ya ha tenido que utilizar las esposas en dos ocasiones. El debut, en un robo, la segunda, tras ser objeto de un intento de agresión. "La primera noche tras realizar una detención me costó dormir. Solo pensaba en la persona que estaba en calabozos. Luego pensé en la víctima y creo que lo he hecho bien", relata.

Aunque le ha tocado estrenarse como funcionario dentro de la unidad de Seguridad Ciudadana, a lo largo de los doce meses que dura el periodo de prácticas también tendrá que curtirse en el resto de brigadas del cuerpo - Extranjería, Policía Científica, Oficina de Denuncias y Judicial - para familiarizarse con los diferentes protocolos de actuación. Es el último escalón, después de un "duro" proceso de oposición y nueve meses y medio de formación en la Escuela de la Policía Nacional de Ávila, antes de jurar el cargo frente a la bandera. Para el día después a entonces, de momento la mayor certeza de Gómez alude a lo que no le tienta ser: "No me veo como antidisturbios", reconoce.

Licenciado en Arquitectura Técnica, señala a los pelos de punta su brazo izquierdo al ser preguntado por la vocación. "Es algo que llevaba dentro. Siempre me había gustado", afirma. Fue, con todo, un cambio inesperado en las coordenadas de su mapa vital el que acabó por impulsar la decisión. "Iba a hacer el trabajo de fin de carrera a Italia pero falleció mi padre. Cancelé el Erasmus y estuve en casa. Fue un año larguísimo. En cuanto entregué el proyecto, lo primero que hice fue echar la instancia para entrar en la Academia y opositar", relata. Un viraje que, sin embargo, considera solo parcial. "Viví el mundo de la construcción en casa. Es el que se me daba bien, me gustaba y me sigue gustando, por lo que tampoco descarto trabajar en algo relacionado con ello dentro de la Policía", asegura.

Precisamente, el gran abanico de áreas de ejercicio profesional del cuerpo es el que la abulense Silvia Herrero considera uno de los principales atractivos para trabajar como agente. "Ofrece opciones que no nos las dan nuestras propias titulaciones académicas", señala. Ingeniera Técnica en Obras Públicas pero con padre policía y mucha amistades en el oficio, la coincidencia de la obtención de su título con los momentos en los que la crisis apretaba más le hizo replantearse su horizonte laboral.

Tras tres años preparando las oposiciones para convertirse en inspectora, superar las pruebas y la etapa teórica, es una de las tres personas que, durante los próximos siete meses, adiestrará competencias que incluyen labores de coordinación y mando en las dependencias policiales de la calle Álvaro Cunqueiro.

Tanto ella, recién incorporada a la comisaría el jueves como su compañero, ya en labores desde el pasado día 20, coinciden en identificar "a la integridad, la paciencia, la lealtad y el compañerismo" como las virtudes y valores "fundamentales" que debe poseer quien aspire a formar parte de la Policía Nacional. "El primer día, que salí a la calle con los 'Z' - como se conoce en el argot policial a los vehículos de patrullaje - mi compañero me dijo lo que le había dicho a él su veterano 12 años antes: ante todo tenemos que estar juntos porque lo principal es nuestra seguridad", indica.

Ambos aseguran lidiar con naturalidad y sosiego su exposición cotidiana la posibilidad de arriesgar el pellejo. "Te lo planteas pero tampoco es que nuestras actuaciones sean todos los días una película. Vivimos en una ciudad segura. Siempre pueden pasar cosas pero también tenemos los medios materiales para afrontarlas, señala Gómez. "Como nos decía un profesor de Ávila, hay que estar alerta pero no alarmados", recalca.

En ese sentido, sin dejar de ser un periodo de lección permanente en el que no deja de evaluarse su idoneidad, saben que buena parte del aprovechamiento de su paso por la Comisaría viguesa dependerá de su capacidad para aprender a escuchar.

"Teoría llevamos encima bastante pero otra cosa es la práctica, claro. En una misma intervención se te juntan asignaturas distintas, un montón de conceptos?", admite Gómez. "Te das cuenta de que a veces la teoría no es tan importante como saber tratar con las personas", añade Herrero. Su principal meta, al igual que la del ouresano, es "aprender lo máximo posible" e ir sacando hojas a la margarita hasta descubrir en qué especialidad encajan más. Para ello, cuenta la joven, los consejos de los veteranos los animan, sobre todo, a no dejar ninguna pregunta sin hacer ni ninguna duda sin resolver. Además de estar siempre acompañados de un mentor experimentado durante sus horas de trabajo, también tienen ocasión de intercambiar impresiones con oficiales, guías imprescindibles para su inmersión en los entresijos de la rutina que los aguarda. "Nos narran sucesos que han pasado, aprendemos a relacionar casos, a detectar características de autores por si coincidimos con ellos en la calle, a conocer en qué zonas y a qué horas hay que moverse...." explica Gómez.

En lo que ambos ya parecen entrenados es en la convivencia cotidiana con un arma en el cinturón. "A estas alturas llevamos mucha práctica hecha ya en la Academia y aquí también estamos obligadas a hacerlas por lo que salimos a la calle preparados. Al principio se hace un poco raro", admite el joven, "pero al final es una herramienta de trabajo más", sentencia Herrero.

"Vigo es un destino solicitado por ser una ciudad acogedora y tener bastante actividad policial"

  • Ingeniero Técnico Forestal pero con dos décadas de experiencia en el Cuerpo, el inspector Miguel Ángel Rodríguez lleva tres años como Delegado de Formación de la Comisaría de la Policía Nacional de Vigo. Además de encargarse de la actualización del bagaje del funcionariado, coordina la tutorización del alumnado en prácticas. Tras varios años sin apenas oportunidad de hacerlo, al traducirse en plazas vacantes la escasa oferta pública de empleo, este año tiene al fin nuevos compañeros a los que dar consejo. Doce gallegos, dos asturianos, un vallisoletano y una abulense están desde hace unos días bajo su custodia profesional. "Intentamos cuidarlos lo máximo posible. Valoramos mucho tener a funcionarios en prácticas", asegura. Rodríguez, que no observa variaciones en el heterogéneo perfil de estos en los últimos años - con titulados tanto en ingenierías como en carreras empresariales o científicas - destaca que la comisaría viguesa es un destino "complicado" para conseguir plaza. "Es una ciudad bastante solicitada por ser acogedora y tener bastante actividad policial. Tenemos una comisaría con más de 600 funcionarios que, pese a ser local, tiene la estructura de una jefatura superior. Es lo que atrae a la gente, además de la cercanía a sus casas" , explica. El inspector, que también realizó aquí sus prácticas, cree que ni su contenido básico ni las dudas que los aspirantes plantean al realizarlas han cambiado demasiado. Cómo proceder en una detención, indica, permanece como preocupación constante. Tanto ante dicha situación como en general, señala, el principal consejo para sus alumnos es que "usen el sentido común a la hora de actuar". Pese a que la mayor parte de las tareas de los agentes en Vigo son "servicios humanitarios", los "más complicados "porque "hay sitios en los que la teoría no llega", subraya, los aspirantes también lidiarán con "delitos de violencia machista, tráfico de drogas y delincuencia común". Por ello, añade, también les insisten en que "las decisiones que tomen sean lo más meditadas posibles y se guíen por el principio de la proporcionalidad". Sabe que tras el primer contacto con la realidad de ser policía, se sale cambiado ." Cuando llegas aquí eres una página en blanco que empiezas a rellenar", admite.

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