Tras la bienvenida de los acordes de "Ahí ven o maio" y "Campanas de Bastavales", interpretados por la Coral Casablanca, el presidente de la Real Academia Galega (RAG) Víctor F. Freixanes ensalzó a Vigo como metáfora del carácter de "la Galicia moderna, abierta al mundo, desinhibida y decidida" que ayer quiso elogiar en el acto de los jardines ingleses de Castrelos.

"Estamos aquí para celebrar y reivindicar la modernidad: la modernidad de la Galicia soñada, imaginada, construida cotidianamente desde este balcón del mundo, desde este pulmón, este motor de entusiasmos y de progreso, también de oportunidades, que es la ciudad de Vigo, nuestra querida ciudad de Vigo", arrancó el escritor, periodista y editor.

Nacido en Pontevedra pero vinculado a la urbe olívica desde hace casi cuarenta años, el intelectual gallego agradeció "el honor" de redactar el bando del Día de Galicia a la Corporación Municipal. "A decir verdad, todo lo que soy se lo debo a esta ciudad", reconoció Freixanes, que convirtió su discurso, basado en un recorrido emocional por su biografía profesional y personal en la ciudad, en una loa a la "fuerza de transformación y del cambio" de la urbe. "La pequeña aldea de pescadores que aún hace poco era el Berbés, acostada al pie de las laderas de O Castro, hoy es una dama señora, blanca y luminosa, diría Cunqueiro, que abre los brazos cada mañana para saludar al mundo, cargada de energía", ejemplificó Freixanes en el comienzo de su crónica vivencial.

En ella, el pregonero hiló a pinceladas el retrato de sus primeras andanzas como periodista en Radio Popular, su trayectoria en Xerais y Galaxia y sus primeras memorias de la ciudad, atadas a la hilera de grúas en el puerto y el "fulgor de la soldadura en los andamios de los astilleros", con el panorama cultural de las últimas décadas. Desde los Resentidos, sobre los escenarios, el Grupo Rompente, en los recitales, Carlos Casares y María do Carmen Kruckenberg en las librerías o a la huella del colectivo Atlántica de Román Pereiro sobre los lienzos hasta "las trincheras" de Érguete y las manifestaciones de los trabajadores de Barreras y de Ascón. "Todo esto es la ciudad de Vigo: la Galicia soñada desde la modernidad, la ciudad que yo viví", recalcó.

En ese recorrido de memoria paralela, además, Freixanes enfatizó el carácter abierto y hospitalario de la urbe recordando la historia de un sastre catalán que, camino de América, encontró aquí las oportunidades que pretendía encontrar al otro lado del mar. "Vigo era entonces nuestra California", citó el presidente de la RAG repitiendo las palabras de su vecino costurero. "Esta idea sigue dentro de mí", subrayó Freixanes, que además de caracterizar a Vigo como urbe de "arribadas" y " despedidas" en los muelles hacia la emigración transatlántica, la erigió en "ciudad de encuentros, territorio luminoso de amistades y descubrimientos, ciudad para construir y sembrar, sin complejos, siempre sumando, siempre abriendo los brazos a los que se acercan, porque todos somos de aquí, todos somos Vigo y siendo Vigo somos Galicia (...)".