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De feria en feria como modo de vida

"Es una profesión muy dura, pero me apasiona", confiesa Alicia Duarte, feriante en Bouzas -"No me gusta mi trabajo, pero es lo que hay", reconoce Soraida Martínez

El recinto ferial de Bouzas preparándose para volver a la normalidad. // Marta G. Brea

Tras cinco días de intenso trabajo en las fiestas de Bouzas, finalizadas ayer, llega la hora de desmontar y recoger para los feriantes asentados en la ciudad. La mayoría de ellos heredaron el oficio y, aunque no todos reconocen estar a gusto, cuentan que más que una ocupación, para ellos es un modo de vida.

Para Diego Sánchez, natural de Jaén y dueño de una atracción, la feria de Bouzas fue toda una novedad. Ya había visitado Galicia con su noria, pero nunca Vigo. Como declara, se pasa "todo el año de un lado para otro", bien recorriendo la península durante los meses más calurosos, o en las Islas Canarias cuando llega el mal tiempo.

Mario Benítez y Belén Candil son un matrimonio sevillano con hijos que también se gana la vida en las fiestas. Mario es el encargado de una pequeña montaña rusa. Belén y sus niños, una vez acabado el período escolar, lo acompañan allí donde sea la celebración.

Otros, como Víctor Manuel Pardo, de O Porriño, llegó a Bouzas tras participar con su atracción en las fiestas de Coia. Como todos los demás, se pasa el verano de un lugar para otro y, aunque normalmente se mueve en caravana junto con el resto de su familia, opta por ir hasta su casa todos los días dada la corta distancia. Reconoce que es "un oficio muy fastidiado" en el que "hay que currar mucho", pero también no tener otro modo de vida: "Mi padre ya era feriante y seguimos con la tradición familiar", relata. Su próximo destino: A Coruña.

Tradición familiar

Adriano Montes nació en Ourense pero lleva empadronado en Redondela unos 30 años. Es primo de su mujer y juntos heredaron el oficio familiar: ir de feria en feria. "Mis abuelos ya eran feriantes y ahora casi toda la familia nos dedicamos a esto", confiesa. Actualmente regenta un puesto de algodón de azúcar, almendras garrapiñadas y palomitas, que explota hasta la festividad de San Martiño. El resto del año trabaja "en lo que va apareciendo". Al igual que Adriano, Severino Díaz, de Tomiño, no recuerda estar más de un mes en un mismo sitio: "No tenemos casa propia, vamos de pueblo en pueblo y nos ganamos la vida al día".

Alicia Duarte, vecina de Ponteareas, es dueña de un puesto de rosquillas. A pesar de llevar 50 años ejerciendo la profesión, y de calificarla como "muy dura", confiesa que le "apasiona" y que nunca se planteó dedicarse a otra cosa, ya que la recibió de su madre. "Por otra parte es un trabajo cómodo; somos como la hormiga, ganamos en verano para sobrevivir en invierno", declara.

Por su parte, el leonés José Fuentes, de 62 años, es dueño de una tómbola y forma parte de la segunda generación puente entre su abuelo, de quien heredó el empleo, y sus ocho hijos, futuros herederos. "Desde que tengo memoria me recuerdo en la feria", afirma. Hecho con lo que concuerda su hijo Jonathan Fuentes, quien cuenta que se recorren toda Galicia y las principales capitales españolas en el verano, mientras que el invierno lo reservan para las reparaciones y el mantenimiento del espacio de sorteos.

La ourensana Soraida Martínez estudió informática y peluquería, pero tras haber estado empleada en una panadería y seguir sin encontrar nada de lo suyo, empezó a trabajar en el negocio familiar: un puesto ambulante de comida rápida. "No me gusta mi trabajo, pero es lo que hay", afirma resignada. En el verano se recorren toda la comunidad y en invierno venden castañas asadas, aunque en ocasiones especiales recuperan su negocio estival.

Un empleado de una de las casetas de juegos del recinto, quien prefiere mantenerse en el anonimato, también afirma que cambiará de empleo en cuanto pueda. Lleva siete años trabajando en las fiestas, recorriéndose toda Galicia, y durante el invierno se busca "otras cosas".

Andrea García, nacida en Carballo y trabajadora de un grupo de atracciones familiar, recuerda haberse criado de feria en feria y añade sentirse encantada con su trabajo, hecho con el que difiere Begoña Castro, quien reconoce estar un poco cansada por llevar 30 años en el oficio, y ya 18 en las fiestas de Bouzas.

Mientras tanto, la travesía continúa. Unos encantados con su profesión y otros a la espera de un cambio, pero todos en dirección a su próxima fiesta.

Andrea García | Empleada en una atracción

"Me crié de feria en feria y me encanta mi oficio, vamos de un lado para otro"

Adriano Montes | Dueño de un puesto de algodón de azúcar

"Mis abuelos ya eran feriantes y casi todos nos dedicamos a esto"

Diego Sánchez | Dueño de una noria

"Nos pasamos el verano en la península y en invierno vamos a trabajar a Canarias"

Begoña Castro | Dueña de un puesto de comida rápida

"Llevo 30 años ejerciendo este oficio; 18 en Bouzas"

Mario Benítez | Encargado de una atracción

"Hace muchos años que venimos, los últimos 8 con una montaña rusa"

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