Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

VII Foro Internacional de Innovación Universitaria

Miquel Martínez: "Cada vez más universidades ofertan prácticas en las que se presta un servicio a la sociedad"

"Si no enseñamos a comprender el mundo desde Secundaria perderemos una oportunidad difícil de recuperar; es una seria responsabilidad que deben asumir los gobernantes"

El catedrático Miquel Martínez, en la sede de Afundación. // Alba Villar

Casi 200 profesionales de Europa, Asia y América abordaron durante tres días la transformación de las universidades en la sociedad digital. Las intervenciones de los invitados al VII Foro Internacional de Innovación, que ayer se clausuró, han trazado al camino a seguir en temas clave como el compromiso con la formación ética, que centró la conferencia de Miquel Martínez.

-¿Hay que recordar a las universidades que esta labor forma parte de su misión?

-Las universidades son conscientes de que un profesional no puede dejar de estar formado en valores y ética. Tienen clara esta dimensión, pero no está tan extendida la idea de que pueden ser un espacio para el aprendizaje de estos valores. Y es algo fundamental, hay que pensar que la universidad forma a un porcentaje elevado de los próximos líderes sindicales, economistas, periodistas...

-En el III Ranking Universidad-Empresa de Everis, los empleadores sitúan la honestidad y el compromiso ético por encima de otras capacidades que aprecian en los titulados.

-Es más un tema de valoración que de encontrarlas en los titulados. Y también es cierto que los empleadores son un buen espacio para el aprendizaje ético, aunque a veces la precariedad es un jarro de agua fría.

-¿La formación ética debe ser transversal?

-Sí. Las asignaturas clásicas de deontología profesional se consolidan, pero también hay cada vez más materias optativas en este ámbito, por ejemplo, de formación para la ciudadanía. Que sea un tema transversal también significa que el docente debe ser consciente de que, lo quiera o no, es un referente ético. Su comportamiento con los estudiantes, cómo les exige responsabilidad o atiende sus reclamaciones es su forma de demostrar valores. Y si además es cercano a la profesión a la que se quiere dedicar el estudiante esta referencia todavía tiene más potencia y sus valores serán los que más admire. También son importantes los contenidos que eligen. Tienen mucha capacidad de maniobra y pueden abordar cuestiones controvertidas para que el alumno reflexione. Por ejemplo, si cuando explican los transgénicos no aprovechan para debatir sus implicaciones sociales y éticas se pierde una oportunidad.

-Por tanto, ¿es una formación inherente a todas las carreras y asignaturas?

-Tampoco a todas las materias, pero sí en muchas. También se aprenden valores durante las prácticas y la universidad debe prestar atención a que esos espacios sean coherentes con lo que se dice que debe ser la profesión. Y cada vez se apuesta más por un tipo de prácticas dentro de asignaturas o como trabajos fin de grado o máster en las que se une el necesario aprendizaje académico con la prestación de un servicio a la sociedad. Se trata, por ejemplo, de que un alumno de Medicina atienda las necesidades de educación en salud de la población inmigrante recién llegada a un barrio. Este aprendizaje-servicio conjuga la profesión con las cargas éticas que conlleva. En la Universidad de Barcelona ya han hecho estas prácticas más de 10.000 estudiantes de 10 facultades. Y también se ofrecen en otras universidades españolas y gallegas.

-Se busca que el titulado, además de un profesional, sea un ciudadano.

-Las tres cosas. Que sea profesional, ciudadano y, sobre todo, capaz de interesarse por mejorar la sociedad. Se puede ser ciudadano respetando los derechos y deberes, pero también siendo más activo, contribuyendo a que la sociedad sea un poco más libre.

-Vivimos en un mundo cada vez más tecnológico en el que las humanidades pierden peso, ¿están en peligro la ética y los valores?

-Esto es cierto, pero no debería ser así necesariamente. La era digital reclamará actividades colaborativas, más que las individuales a las que estamos acostumbrados, y esto exige convivir, compartir proyectos... Casi todos los profesionales de hoy ya trabajan en red. La sociedad digital puede llevarnos a una pérdida de valores pero también a buscar conocimiento para aprovecharlas y trabajar en cuestiones más ligadas a la ética.

-¿Cómo relaciona esto con la desaparición de Educación para la Ciudadanía o con le hecho de que Filosofía ya no sea obligatoria en el Bachillerato?

-Es impresentable. La pérdida de peso de las humanidades no tiene ningún sentido. Necesitamos personas que además de ser buenos profesionales se preocupen por lograr una sociedad más justa y democrática. Y a las humanidades clásicas, que son importantes, hay que añadirles la tecnología o la economía para comprender el mundo. Si no enseñamos esto en Secundaria perderemos una oportunidad difícil de recuperar. Y esto es una responsabilidad seria que deben asumir los gobernantes.

-Si en Secundaria no hay esta formación, resulta más complejo impartirla en las universidades.

-Hacer esta crítica dura no es cuestión de gremios, sino de cualquier persona que se preocupa por tener una ciudadanía crítica. Pero, a la vez, la universidad no puede escudarse en que los alumnos vienen mal preparados de Secundaria para no hacer nuestra tarea.

Compartir el artículo

stats