Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fue noticia en 1907

Deportes en el Castro

En 1907 se presentó un proyecto para construir un gran complejo deportivo, con un campo de fútbol y un velódromo, que tendría una inversión de 65.000 pesetas

Imagen del monte del Castro a comienzos del siglo pasado.

El Castro estaba abandonado en 1907. Así lo reflejan las crónicas de la época. En la parte más alta de sus 133 metros se encontraba la guarnición militar. A su alrededor, las murallas que todavía se conservan hoy en día. Después, casi el desierto. Maleza, malos caminos y ausencia de carreteras conformaban el paisaje. Parecía que el Castro quedaba lejos de la ciudad.

Para entender el proyecto del complejo deportivo que se pretendía construir allí se deben aclarar varios aspectos. En Vigo convivían el Fortuna y el Vigo Sporting, los dos clubes más representativos. Jugaban sus partidos del Campeonato Gallego en el campo de Coia o en Bouzas. Las dos formaciones despertaban un gran interés y ambos recintos comenzaron a quedarse pequeños ante la gran afluencia de aficionados. Los problemas aumentaban cuando a Vigo acudían a jugar los equipos de A Coruña. También se utilizaban esos campos para otras actividades, sobre todo para realizar concursos hípicos. Eso provocaba un deterioro de las instalaciones.

Por otro lado, en esos años había adquirido una gran importancia las carreras de bicicletas. Varias sociedades culturales las organizaban en el centro de la ciudad. García Barbón y Policarpo Sanz eran las calles más usadas, aunque también se utilizaba Príncipe y lo que hoy es Urzáiz. En muchas pruebas se registraron graves accidentes, lo que obligó al Ayuntamiento de Vigo a intervenir.

Con este paisaje, un empresario, del que no se conocía su nombre ni otros detalles, planteó la posibilidad de construir un gran complejo deportivo en el monte del Castro, "similar al que existe en otras ciudades europeas". El lugar elegido no era casual, según se decía. Contaba con unas magníficas vistas, había mucho espacio sin urbanizar y, lo más importante, quedaba muy cerca de la ciudad.

La idea era construir un estadio de fútbol con capacidad para 4.000 espectadores. Contaría con lugares para las sillas a pie de campo y también gradas. Se dejaba abierta la posibilidad de una ampliación en el futuro. El otro referente del complejo sería un velódromo. Tendría una cuerda de 333,33 metros. Eso significaba que para recorrer un kilómetro se tendrían que dar tres vueltas. Se podía instalar la salida y la llegada en el mismo lugar. También contaría con gradas.

Al mismo tiempo, se reservaban espacios para poder realizar patinaje, hoy en día sí existe esa zona, varias pistas de tenis y practicar el tiro de pichón, una modalidad con muchos adeptos en aquella época. La inversión llegaría a las 65.000 pesetas de aquella época. Era una gran cantidad de dinero. Se amortizaría, según los cálculos, antes de doce años.

El modo de recuperar el dinero era sencillo. Se cobraría un alquiler por utilizar el campo de tiro de pichón, el de patines y también las pistas de tenis. Los ciclistas abonarían un canon anual. Y los espectadores que quisieran presenciar los partidos de fútbol tendría que pagar un suplemento además de la entrada.

El proyecto, publicado por el Decano, llegó al Ayuntamiento de Vigo. Pero quedó estancado. Primero había que negociar con los militares para que abandonaran el lugar. No estaban dispuestos. Cinco años después de aquello comenzaron las negociaciones para que todo el monte del Castro fuera un espacio público y municipal. Las conversaciones llevaron al histórico acuerdo de 1934. El complejo deportivo solo fue un sueño irrealizable.

Compartir el artículo

stats