Entre otras muchas cosas, participar en una ópera proporciona a los alumnos de canto la posibilidad de enriquecer su curriculum con arias y aprender desde cómo moverse en el escenario a cómo maquillarse. A los aprendices de músico les permite adquirir experiencia en el acompañamiento de las voces. Sin embargo, esta enseñanza no es obligatoria en los conservatorios profesionales, por lo que sus estudiantes no suelen tener la oportunidad de descubrirlo. En el de Vigo, el departamento de canto lo considera una formación "fundamental" y este año la ha introducido a través de un taller especial. Su trabajo y esfuerzo se refleja en la puesta en escena de "La canterina", de Joseph Haydn, ayer y hoy, en el Auditorio David Russell. Es la primera vez que esta ópera bufa suena en los escenarios vigueses.

La experiencia ha sido completa ya que, desde la cartelería o el vestuario hasta la adaptación musical para orquesta de cámara, toda la producción de esta ópera bufa -de temática cómica- ha sido realizada por alumnos y profesores del conservatorio. "La canterina", escrita en 1766, es la obra más temprana de las que han sobrevivido del compositor austríaco. Está dividida en dos partes y es breve, de alrededor de una hora de duración, concebida originalmente para ser interpretada en los descansos de una "ópera seria". Con libreto de Carl Friberth, cuenta la historia de una cantante que, guiada por su madre, juega con los sentimientos de su profesor de canto y con los de su adinerado vecino para obtener regalos, el alquiler del piso o contactos.

El promotor del taller de ópera y profesor de canto en el centro, José Antonio Campo, cuenta que lleva trabajando en esta breve ópera de Joseph Haydn desde hace tres años y que, junto a un grupo de alumnos, empezó a "montarla musicalmente" hace año y medio. Como está escrita para orquesta, hubo que adaptarla para ser interpretada por un grupo de cámara -cuarteto de cuerda, piano y oboe-. De ello se encargaron Irene G. Magaña y Flavio S. Lima, que además de alumnos de canto e intérpretes en esta ópera, se forman además en composición. El director musical es también un estudiante, Sergio Gómez, que también se prepara en piano, composición, dirección de orquesta y violonchelo. El trabajo escénico comenzó hace cuatro meses, cuando se puso en marcha el taller de ópera.

Decidieron trasladar la acción del siglo XVIII al siglo XXI. Entre otras cuestiones, por un tema de dinero. "El presupuesto es 0,0", enfatiza José Antonio Campo. El decorado y la caracterización de los personajes con vestimentas y pelucas de la época resulta muy costosa y prefirieron no hacer algo que resultara "cutre". Tanxarina títeres ha colaborado con ellos facilitándoles elementos de la escenografía, han sacado muebles de la biblioteca y han traído lámparas y cuadros de casa, para recrear el salón de un apartamento actual.

La temática, "sobre los celos y la importancia que le san al materialismo", también les pareció que tenía "bastante actualidad", para poder ambientarla en el siglo XXI y Campo entiende que resulta "interesante" para un conservatorio. La constatación es que esta obra sin apenas representaciones hace unos años, empieza a verse en no pocas escuelas de música. "Aún con dificultades, se adapta bastante bien a las posibilidades técnicas de los alumnos y los conservatorios".

Siete alumnos darán vida a los cuatro personajes. A Gasparina, la estudiante de canto, le puso voz ayer Jezable Argüelles y hoy lo hará Irene G. Magaña. Su madre, Apollonia, es interpretada por Teresa González y Nani Lima. El profesor de música, Don Pelaggio, es cosa de Flavio S. Lima. Con Don Ettore, el empresario, introducen un elemento cómico usado en la ópera bufa, el travestismo. Se encargan de ello Margarita Martínez e Iria Arias. La música corre a cargo de Pablo Buján, Tatiana Cidrás, Enma Alonso, Cristina Torres, Lucía Molina, Pedro Fernández, Nicolás Cabaleiro y la profesora Blanca Vázquez

Los alumnos la han ensayado una o dos horas a la semana durante los últimos tres meses, intensificando las sesiones en los últimos días. Participan estudiantes de edades comprendidas entre los 16 -sobre todo, los músicos- y los 40 años -ya que en canto es habitual que la formación se empiece más tarde-. Campo destaca que estos aprendices de cantantes son artistas "muy completos", con formación musical en otros ámbitos. Participar en una ópera les da la posibilidad de poner en práctica la educación que han recibido sobre representación escénica y aprender algo que es "imposible" sin la experiencia: el recitativo secco o forma de diálogo cantado. También aprenden cómo vestirse y maquillarse para una obra así; cómo moverse; como relacionarse con la orquesta o con el director, que está más distanciado... Para el conservatorio vigués, una experiencia "fundamental".