Sonia Davila lleva 13 años en Singapur, adonde se trasladó desde la Universidad de Yale para dirigir su propio grupo especializado en enfermedades infecciosas dentro del Instituto del Genoma. En colaboración con hospitales singapureños, así como de otros países asiáticos y europeos, así como de EE UU o Australia, desarrolló estudio para buscar marcadores genéticos de enfermedades como el dengue, la artritis reumatoide o el lupus.

También descubrió los genes asociado a la enfermedad de Kawasaki dentro de un consorcio internacional, un hallazgo que fue publicado en 2012 en la revista Nature Genetics.

En febrero de 2016 emprendía una nueva aventura profesional en el Instituto de Medicina de Precisión: "Estoy muy contenta con el cambio porque además de desarrollar mi labor investigadora también estoy haciendo cosas nuevas relacionadas con la gestión. El proyecto para secuenciar el genoma de 5.000 voluntarios es muy innovador y además me resulta muy gratificante. Tiene una traducción inmediata porque ya ha habido caso en los que hemos llamado a algunas personas para decirles que tienen un determinado riesgo y han podido actuar en consecuencia".

Davila se muestra sorprendida por la campaña de crowfunding lanzada por el grupo de Santiago que estudia la biopsia líquida. "Conocí el caso estos días y me ha sorprendido muchísimo. Me da mucha pena que grupos que hacen un trabajo estupendo tengan que recurrir a esto. ¡No me lo puedo creer!", lamenta.

"El mecenazgo está muy bien, pero no puede ser la base de un sistema de ciencia. Es impresionante cómo siguen luchando los investigadores españoles. Es inconcebible la precariedad. Tampoco digo que tenga que haber plazas fijas en las que no tengas que demostrar que sigues produciendo, pero se necesita una seguridad laboral", demanda.