Los sepulcros, construidos con ladrillos y tejas romanas, fueron hallados superpuestos, unos bajo otros. En otro de los casos una tumba cortaba a otra y los arquitectos también detectaron que una de las tumbas fue readaptada para hacerla más pequeña. Los siete están bastante deteriorados si bien en tres de ellos aparecieron también restos óseos como cráneos, extremidades inferiores e incluso una pelvis, todos ellos en mal estado de conservación. También apareció un anillo facetado con una inscripción que aparenta ser alfabética. La mejor conservada tiene unas dimensiones de 1,80x0,52 metros y una profundidad de 0,55 metros y para su construcción se emplearon 85 ladrillos trabados con argamasa de composición arenosa con cal en hileras que van desde las seis alturas en la cabecera hasta las cuatro en la zona peor conservada. Los ladrillos en los esquinales tienen entalle y unas dimensiones de 28x30 centímetros, sin alcanzar la cuadratura perfecta. La base de la construcción, mientras tanto, la componen cinco tejas romanas completas con las pestañas hacia abajo con otros trece fragmentos que completan los espacios entre las tejas y la pared de ladrillos de la tumba.