Las obras de mejora en la fachada de la histórica fábrica de Alfageme en Beiramar son el resultado de tres años de advertencias desde la Gerencia de Urbanismo por el mal estado de la edificación. Y no se trata de un caso aislado, aunque sí de los más visibles por las dimensiones del inmueble y su céntrica ubicación. Cada año el gobierno vigués abre expediente a docenas de propietarios de edificios que se encuentran en mal estado y representan un peligro para sus ocupantes o para los peatones que transitan por las inmediaciones como ocurría en el caso de Alfageme.
El Concello ha ordenado en los últimos tres años la ejecución de obras urgentes en un total de 377 edificios completos o viviendas particulares en las que técnicos municipales detectaron algún riesgo de desprendimiento de elementos externos o fallos en la estructura. La actividad es incesante con una media de dos notificaciones a la semana, aunque es cierto que gracias a la implantación de las ITE el estado general del patrimonio construido ha mejorado de forma progresiva y los últimos datos facilitados desde Praza do Rei revelan un retroceso en el número de expedientes sancionadores abiertos.
En el año 2014 el Concello registró 153 órdenes de obras urgentes en todo el municipio y al año siguiente fueron 118 las actuaciones exigidas a particulares que no realizaban los trabajos de conservación necesarios. El pasado año se produjo un retroceso del 30% en dos años al finalizar diciembre con 106 notificaciones que revelan que se trata de un problema global que no distingue entre el casco urbano y las parroquias. Lo que permite el análisis detallado de los expedientes es colocar a Gran Vía, Tomás Alonso, Urzáiz y A Florida como las calles de Vigo donde se detectan más problemas en el mantenimiento de loss inmuebles.
En algunos casos los inspectores detectaron un estado ruinoso, como sucede de forma habitual con las edificaciones de los cascos históricos, pero hay muchos otros en los que Urbanismo exige soluciones a un problema puntual de caída de los aplacados de la fachada o de mala sujeción de algunos voladizos o barandillas que no ponen en riesgo la estructura de un edificio pero pueden causar accidentes en la vía pública. Estos suelen ser los motivos principales por los que se ordena intervenir de urgencia en edificios del centro con entre treinta y cuarenta años de antigüedad.
En el caso de Tomás Alonso son siete los edificios en los que se detectó peligro de desprendimientos desde 2014. Uno de ellos es el 186, que se corresponde con Alfageme. Y le siguen los bloques 182, 163, 138, 136, 133 y 131, según el listado municipal. En Urzáiz son otros siete los edificios a cuyos propietarios se exigió un proyecto de mejora inmediata: son los números 13, 60, 87, 103, 157, 182 y 227, ya en la peatonal del Calvario. En Gran Vía se pidieron reformas a los dueños de seis inmuebles ubicados a la altura del número 39, 54, 129, 135, 140 y 159. En A Florida se efectuaron obras urgentes en los números 20, 30, 65, 67 y 71 y pese a su reciente construcción, hay tres expedientes abiertos por mal estado y riesgo de desprendimientos de tres bloques de la calle Teixugueiras (Navia). También se ordenaron reparaciones en un céntrico edificio de Areal -70-, en el número 30 de Colón, donde está paralizada la rehabilitación de un inmueble en piedra, y el resto de casos se reparten por más de un centenar de calles: desde Ramón Nieto a la calle Badajoz pasando por Severino Cobas o Sanjurjo Badía. En el Casco Vello se abrieron expedientes en Romiol, Joaquín Yáñez, la Ribeira do Berbés, Pracer, Cánovas del Castillo, o en Real.
