El Partido Popular de Vigo apremió ayer al alcalde, Abel Caballero a hacer pública una solución para que el Celta permanezca en la ciudad y descarte la iniciativa de su presidente, Carlos Mouriño, de llevarse el estadio de fútbol fuera del término municipal El propio Mouriño ha admitido que estaba negociando con el Concello de Mos, que dirige la popular Nidia Arévalo, la posible ubicación del campo de fútbol y una ciudad deportiva. Incluso fue más allá al cifrar en 200.000 metros cuadrados la superficie que necesitaría.

Fidalgo reprocha al regidor vigués que "siga mudo y escondido", una vez que ha terminado la temporada. Caballero se había comprometido a explicar su posición sobre este asunto cuando el Celta concluyese sus compromisos deportivos. Hasta ahora ha mantenido que la oferta del Concello es ceder al Celta el estadio de Balaídos con una concesión administrativa por 50 años al Celta a cambio de un canon anual que sería fijado tras un informe encargado a una consultora. El club podría, como contrapartida, habilitar usos comerciales bajo las gradas de Gol y Marcador. Ayer, cuestionado por las declaraciones de Fidalgo, Caballero respondió: "Sería buenísimo que le preguntaran a Feijóo si apoya que el Celta juegue fuera de Vigo". El regidor aludía así al encuentro celebrado por la Xunta con representantes del Concello de Mos y del Celta en la que responsables de la Administración autonómica ofrecieron asesoramiento urbanístico sobre un posible emplazamiento del campo de fútbol en el municipio mosense.

Ante las palabras del alcalde, Fidalgo aseguró que su partido "lo tiene claro desde el primer minuto: queremos que se quede en Vigo y en Balaídos, que es su casa. Sin embargo, el alcalde está dejando que el tiempo pase para ver a quién le puede echar la culpa esta vez".

El concejal popular advirtió a Caballero que "es su responsabilidad" garantizar la permanencia del Celta en Vigo, y "reconducir las relaciones institucionales" entre el gobierno local y el club.

Caballero evitó detallar su propuesta y elogió la reforma de Balaídos: "Va como un tiro".