Uno de los principales argumentos que esgrime el Gobierno gallego para defender la presentación de la candidatura de Illas Atlánticas a Patrimonio de la Humanidad es que el proyecto de Cíes lanzado por Vigo en 2014 no ha pasado de ser "promoción y anuncios publicitarios". "Aquí [por la Xunta] no se ha recibido ni un papel", han concidido en sus críticas tanto el presidente Alberto Núñez Feijóo como sus conselleiros de Medio Ambiente y Educación. También el PP de Vigo ha encontrado en esta frase su gran filón para atacar al Concello.

Sin embargo, su posición con Vigo no es la misma que mantiene el Ejecutivo gallego con la otra candidatura que desde casi dos décadas se mueve en Ourense. Porque la Xunta sí respalda el proyecto de Ribeira Sacra a Patrimonio de la Humanidad -la última vez que se escenificó ese apoyo sin fisuras fue hace apenas dos semanas cuando el propio Feijóo visitó Ourense-, pese a que tampoco ha enviado un informe a la Administración gallega para justificarlo.

Hasta ahora Ribeira Sacra se ha centrado en difundir su iniciativa y proyectar su candidatura al exterior. Y lo han hecho recogiendo firmas en un autobús, patrocinando actos sociales o esponsorizando equipos de baloncesto. O sea, "anuncios y promoción". Exactamente igual que Vigo, aunque allí lleven incluso más años haciéndolo pero con mucha menos intensidad. Al menos hasta ahora.