El mes de mayo en Vigo se suele asociar a la subida de temperaturas que anuncia el inicio del verano, a la llegada de cruceristas que llenan las terrazas del Casco Vello, al final de temporada del Celta y a los nervios de los universitarios. La inquietud de los estudiantes por los exámenes les hace acudir en masa a las distintas bibliotecas distribuidas por la ciudad. Además de las situadas en el campus, la zona urbana cuenta con dos amplios espacios a disposición de los alumnos. A la de la Escuela de Ingeniería Industrial, en Torrecedeira, se suma este año la del auditorio Mar de Vigo. En total, más de 700 plazas entre ambas salas para que los jóvenes puedan tener un lugar en el que concentrarse.

El nuevo plan de estudios obliga a los universitarios a estudiar desde principios de mayo hasta julio. Por ello, el horario de bibliotecas se amplia durante esas fechas para permitirles afrontar con más garantías los temidos exámenes. La sala del Mar de Vigo permanece abierta de nueve de la mañana a nueve de la noche, mientras que la de la calle Torrecedeira extiende su horario hasta las tres de la madrugada. Pese a ello, muchos asistentes consideran insuficiente el tiempo que ofrecen. "Al menos una debería estar abierta 24 horas en época de exámenes. Son solo tres meses al año y ofrecería un servicio muy necesario para muchos de nosotros", demanda Eva Ramil, que se encuentra preparando las pruebas de Ingeniería Industrial. Su misma opinión es compartida por Celia Rey, quien además solicita más lugares habilitados para el estudio. "Si no tienes un vehículo para subir al campus, las limitaciones para estudiar son enormes. Debería haber más instalaciones repartidas por Vigo".

Entre los estudiantes vigueses hay verdaderos fanáticos de las bibliotecas. Son aquellos que hacen cola a primera hora de la mañana para sentarse en su sitio favorito. Aquellos que no contemplan sacar los apuntes en su domicilio por la falta de concentración. Aquellos que necesitan la presencia de más semejantes junto a ellos para sentirse cómodos con los libros. "Si me quedo en casa lo primero que hago es abrir la nevera y ponerme comer" bromea Aldir Álvarez, también estudiante de Ingeniería Industrial. Él ya se conoce al dedillo buena parte de la red de salas de estudio que hay en Vigo. "Ojalá aumentasen para poder elegir entre más opciones, pero al menos tenemos la nueva en Beiramar que alivia mucho a la de Escuela de Ingeniería Industrial", comenta.

Ambas instalaciones cuenta con un servicio wifi gratuito además de tener multitud de enchufes para que puedan conectar sus dispositivos a la red. Lo que echan en falta los estudiantes que desde principios de mayo acuden a la sala del Mar de Vigo es un mejor servicio de cafetería. "Tan solo tenemos unas máquinas expendedoras y para acudir a ellas tenemos que bajar seis pisos. Tendrían que instalar alguna junto a la biblioteca", demanda Iván Iglesias, que se encuentra preparando sus exámenes de Ingeniería de la Energía.

Batalla por un asiento

Una de las señas de la época de exámenes son los madrugones entre el colectivo estudiantil, y no siempre son exclusivamente para enfrentarse a los apuntes. La biblioteca de Industriales recibe a centenares de alumnos los fines de semana, por lo que las colas a partir de las ocho de la mañana son interminables. Para Uxía Romo la solución es muy sencilla. "En la biblioteca de la calle Torrecedeira, que pertenece a la Universidad de Vigo, deberían pedir el carnet universitario para acceder a ella", apunta. "No es normal que mi madre pueda ocupar un sitio si le apetece leer un libro e impida que un estudiante tenga un espacio para estudiar", apostilla su amigo Iván Costas.