"Venir aquí supone recuperar las ganas de vivir. En tan solo dos semanas te das cuenta de lo que vales, recobras tu autoestima y quieres salir a la calle. Solo podemos dar las gracias a la Policía Local por lo que hace por nosotras, porque nos permite recuperar nuestra vida una vez que hemos tocado fondo". María Rodríguez (nombre ficticio) es una de las participantes que ayer finalizó el curso destinado contra mujeres que han sufrido algún tipo de violencia machista. Durante quince días, dos agentes municipales les enseñan distintas maneras de defenderse ante un agresor que pretende dañarlas. Pese a que lo principal es aprender mecanismos de defensa física, las clases van mucho más allá del contacto corporal. "Aquí llegan destrozadas, con la autoestima por los suelos", apunta uno de los agentes que ejercen como monitores, quien añade que "al salir son personas completamente diferentes, y eso es lo que queremos para todas ellas".

Esa misma visión es compartida por el grupo de mujeres que ayer obtuvo un diploma acreditando la superación del curso. "Para nosotras son figuras esenciales. No solo nos enseñan a protegernos, sino que están pendientes de nuestro día a día, nos animan a venir, ejercen de psicólogos y nos llenan de energía", comenta una de las participantes. Hasta la Jefatura de la Policía Local se acercó una de las alumnas que obtuvo un diploma en la pasada edición del curso. "Puedo deciros que estas clases te cambian la vida. Quiero reiterar mi agradecimiento a los agentes que nos instruyen por su implicación emocional. Para ellos no es fácil y nos entregan todo su cariño", señala.

El curso se divide en seis clases de casi tres hora cada una. En ellas, las participantes, además de aprender llaves de defensa personal, recuperan la autoestima perdida a manos de sus maltratadores. "Es por donde tenemos que comenzar", confirma el agente, quien mantiene una estrecha relación con todas las asistentes. "Somos como una pequeña familia que se coge mucho cariño en muy poco tiempo", explica Rodríguez.

El alcalde Abel Caballero fue quien les hizo entrega de sus merecidos diplomas. El regidor quiso mostrar su cariño hacia ellas y les recordó que la ciudad estaba de su lado, prometiéndoles ayuda "inmediata" siempre que la necesiten. Las participantes, agradecidas por el gesto, demandaron más medios para que se puedan celebrar más cursillos semejantes y se amplíe la inscripción a todas las mujeres de la ciudad. "Sería una gran idea que pudiesen venir antes de sufrir malos tratos", apunta el grupo.

Ahora, diploma en mano, toca la prueba más difícil: enfrentarse a la realidad día a día. Pero están preparadas. "Ya no le tenemos miedo a nada ni a nadie. Somos más fuertes y creemos en nosotras, por lo que si alguien quiere hacernos daño sufrirá las consecuencias", apunta el grupo.