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"Muevo los dedos casi desde el primer día"

Povisa reimplanta con éxito la mitad de una mano a un albañil de Lugo que se la seccionó con una máquina de cortar madera -La intervención se prolongó durante ocho horas

Le reimplantan la mano que se amputó con una máquina de cortar madera

Le reimplantan la mano que se amputó con una máquina de cortar madera

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Le reimplantan la mano que se amputó con una máquina de cortar madera

No era el primer suceso de estas características que presenciaba y tampoco era el primer accidente grave que sufría. Esta experiencia es la que preparó a Jesús Lago, albañil de 52 años, para actuar con asombrosa calma cuando, el pasado Viernes Santo, se seccionó la mitad de la mano con una máquina de cortar madera. "La vida te va enseñando", explica. Cuenta que, sin tristeza y desde la tranquilidad, lo primero que se le pasó por la cabeza fue que ya no volvería a trabajar. Ahora, después de que el Servicio de Cirugía Plástica y Reconstructora de Povisa se la reimplantara, en una cirugía exitosa, tiene esperanzas de volver a hacerlo.

Jesús estaba en su taller de la localidad lucense de As Nogais, preparando el material para la obra de encofrado que le esperaba al día siguiente cuando, ya de noche, el disco de una máquina de cortar madera le atravesó la mano por la mitad, cercenando la parte superior, con los cuatro dedos, a excepción del pulgar. "Me di cuenta de que me había cortado, pero no de que era tan grave la situación, porque en el momento no me dolía ni sangraba nada", recuerda. Pensaba que le había cogido " un dedo o la punta de un par". Estaba oscuro. Salió del taller y se dirigió a la casa de la familia, contigua, cuando empezó a sangrar profusamente. Apretó la zona, llamó a la puerta con el codo, salió su hermano e improvisaron rápidamente un torniquete con una camisa.

No fue hasta que entró en el baño a lavarse y encendió la luz, cuando se percató de las dimensiones de la amputación. Tampoco se alteró entonces. Se envolvió la mano en una toalla, se mojó la cabeza y regresó al taller a buscar la parte rebanada. La encontró sobre la máquina, sin una gota de sangre. En cambio, él y la puerta de la casa estaban empapados de rojo. Con la misma calma y sin ni tan siquiera marearse, llevó los dedos a su hermano, le pidió que los metiera en hielo y que llamara a una ambulancia. "No se había dado cuenta hasta ese momento y no reaccionaba, le tuve que dar un par de voces", relata.

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En media hora estaba el 061 en su vivienda y en otra hora llegaba a su hospital de referencia, el Lucus Augusti, donde la anestesia le alivió lo que más le preocupaba en los primeros momentos, el dolor que sucedió a la calma. Tras intentar sin éxito su traslado al complejo hospitalario de A Coruña, donde realizan reimplantes, lo remitieron al concertado de Povisa, que es referencia para Galicia en estas operaciones.

Semana Santa o "de castigo"

"Vaya penitencia de Viernes Santo que te tocó". Así saludó el jefe de Cirugía Plástica y Reconstructora Enrique Moledo a Jesús, cuando llegó en ambulancia al hospital de la calle Salamanca, a primera hora de la mañana, y así se lo ganó. "Me transmitió confianza", agradece el paciente. Precisamente, el doctor Moledo es el mismo que el Jueves Santo del año pasado dirigió el reimplante de un operario de las obras el AVE en Laza, Óscar González. "Parece que Semana Santa es semana de castigo para nosotros", indica el doctor.

A diferencia del caso de Óscar, lo de Jesús fue un microimplante -por debajo de la muñeca- y no necesita tanta agilidad en la respuesta quirúrgica. "El músculo es el que se deteriora más con el paso del tiempo y en esa zona hay menos", explica Moledo. Puede llegar a ser viable a las 24 horas. Al lucense lo metieron en quirófano en diez.

Desde algo antes de las 8 y durante ocho horas, con un breve descanso para beber una botella de agua, el doctor Moledo, ayudado por una enfermera, le reimplantó la mano. La primera hora la dedicó a preparar la zona amputada. El corte fue limpio en los tejidos, aunque el hueso estaba astillado y afectó a dos articulaciones, que puede que necesiten una prótesis o una cirugía futura.

Con el paciente ya en quirófano, el primer paso era unir los huesos para que se suelden. Lo hizo introduciendo cuatro agujas de acero inoxidable. Luego, en el dorso de la mano, unió los tendones tensores y las venas, para pasar más tarde a la palma y hacer lo mismo con los nervios, los tendones que los presionan y las arterias. Al final, se cierra la piel. Un trabajo laborioso, en lo que lo más importante es que la conexión vascular funcione. Algo que se comprueba en los primeros 15 días y que en este caso ha sido un éxito.

Jesús no siente los dedos, algo normal, pero logró mover alguno "casi desde el primer día". Fue una de las primeras cosas que intentó hacer al salir del quirófano. Los vendajes se lo inmovilizan para que se suelden en las primeras 6 a 8 semanas. Luego le espera una rehabilitación de, por lo menos un año, después de la que es difícil aventurar cuánta movilidad conseguirá recuperar. "Depende de muchos factores", señala Moledo. Lago espera que sea "la máxima posible", porque le gustaría volver a trabajar en una profesión que le permite conocer a mucha gente y que le encanta. "Aunque no se si querré volver a tocar esa máquina, igual la precinto", confiesa.

Tanto él como su familia quieren transmitir su agradecimiento al centro hospitalario y a su personal por el trato recibido y la atención. "El doctor estaba reventado cuando salió de la operación", describe Jesús. Povisa realiza alrededor de 60 reimplantes al año, entre los que se incluyen desde algún macrorreimplante, como el de Óscar, pero sobre todo microrreimplantes, como los de dedos.

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