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El atraque con duques de alba en Bouzas que costó 6 millones falla nada más estrenarse

-La desviación de la línea hace que el barco solo se apoye en uno de los tres "duques de alba" - Los camiones siguen chocando al desembarcar por la excesiva inclinación de la plataforma

Arriba, el "Suar Vigo", ayer en Bouzas. Abajo, el costado del barco separado del "duque". // M. G. Brea / Javier JAC

La nueva línea de atraque con rampa flotante de Bouzas se estrenó el pasado día 16 con nueve meses de retraso y diez diez días después el balance de su funcionamiento ofrece más sombras que luces. Desde el estreno de esta instalación que en su conjunto costó seis millones de euros, las complicaciones han sido una constante. Pero la situación se agravó con la acción de las mareas vivas y más aún con un ventarrón como el que soplaba ayer de 20 nudos. Ambas circunstancias han hecho aflorar carencias y fallos de diseño en el flamante muelle que perjudican tanto a la seguridad del buque como a sus operaciones de carga y descarga de vehículos y semirremolques. Algunos ya fueron advertidos por técnicos de los servicios portuarios en septiembre, tras efectuarse el atraque de pruebas, aunque de las mejoras recomendadas entonces para solventarlos, solo se ejecutó una mínima parte que a tenor del resultado de poco sirvieron para tranquilizar a los capitanes de los barcos de la autopista del mar Vigo-Francia.

Parte de los fallos descubiertos ahora saltan a la vista, como el desvío de la alineación de los "duques de alba". Tres de los cuatro construidos deberían coincidir pegados al costado del buque. En cambio, solo uno cumple esta función, recayendo en este duque toda la tensión generada por un barco como el Suar Vigo, de 149 metros de eslora por 21 de manga y 16.361 toneladas de desplazamiento. De prolongarse en el tiempo una carga así de descomunal, y sobre todo si coincide con el azote de temporales, "puede acabar tumbando el pilote", alertan expertos que participaron en la reunión técnica celebrada en septiembre para analizar la obra.

Precisamente porque un tercio del buque quedaba sin apoyo, en la citada reunión se planteó la inclusión de dos nuevos dolphins, el mecanismo neumático que se acopla al costado: uno hacia tierra como apoyo del buque, otro para reforzar el amarre. Con estos dos dolphins extra se conseguiría minimizar el riesgo de desplazamiento de popa lateralmente y al mismo tiempo se recortaría la longitud de los cabos necesarios para el amarre. Pero sin estos refuerzos, el barco queda en una posición desigual respecto a la alienación de los duques. Además, para amarrar se requieren cabos de casi 100 metros de largo lo que obliga a invertir en esta maniobra media hora cuando en las otras zonas de la terminal se resuelve en apenas 15 minutos.

En las discusiones técnicas de septiembre participó personal de Suardiaz, de la Autoridad Portuaria de Vigo, de Prácticos de Vigo y de los servicios de amarradores y remolcadores. Para solventar las carencias detectadas en la instalación, a mayores de los dos dolphins se propusieron otras mejoras. El Puerto optó por acometer las que creyó que contribuirían a subsanar los fallos más relevantes, como la colocación de un nuevo noray. Sin embargo, los 200.000 euros gastados en esta y otras obras para corregir las deficiencias no han sido suficientes para convencer de la viabilidad de esta línea de atraque.

La "Rampa 7" tampoco convence. En la mencionada reunión ya se había alertado de su posición descentrada respecto a la popa del buque y su excesiva inclinación. Cuestiones que el Puerto trató de subsanar con las últimas obras pero que en esta última semana quedó probado, tras muchas jornadas de carga y descarga, que la estructura flotante fabricada por Vulcano adolece de un problema de diseño que afecta a su principal ventaja: la capacidad de nivelarse a la plataforma del buque gracias a su sistema de lastre y deslastre. Mediante la entrada y expulsión de agua debería situarse prácticamente al mismo nivel que la rampa del buque, pudiendo sortear así los inconvenientes que generan las carreras pronunciadas de mareas. Sin embargo, ese sistema de llenado y vaciado es impreciso. Con la bajamar de estos días, sin ser de las más extremas del año, los semirremolques aun rodando con mucho cuidado chocaban con los bajos.

A estos inconvenientes hay que sumar los generados por la posición tan alejada de tierra en la que queda el buque. No hay camión cisterna con una manguera tan extensa para suministrar en este atraque. Tampoco para retirar los residuos oleosos, de ahí que el servicio de Marpol, obligatorio, tenga que abordarse desde el mar con una gabarra.

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