Huyó con sus hijos del horror nazi y regresó, pocos meses después del fin de la guerra, a un país asolado con la misión de "alimentar" la mente y el espíritu de aquellos "niños de los escombros". La escritora y periodista alemana de origen judío Jella Lepman (1891-1970) tuvo el arrojo y la visión de entender y utilizar la literatura infantil y juvenil como una "poderosa herramienta de cohesión y entendimiento internacional". Fundó instituciones hoy claves en el panorama internacional e instauró el premio Hans Christian Andersen, el Nobel de la literatura para jóvenes. Sus memorias, "Un puente de libros infantiles", recogen este importante legado y, sin embargo, en gran parte ignorado. Entre otras razones, porque la obra, publicada en 1964, jamás se tradujo al español.

Una deuda histórica que la editorial viguesa Creotz ha saldado con la primera edición de las memorias en nuestro idioma. Una obra que además incluye la conferencia inédita con la que Ortega y Gasset, invitado por la propia Lepman, inauguró en 1951 el congreso internacional de literatura infantil de Múnich.

La sede madrileña del Instituto Goethe, que ha respaldado la traducción, acogerá la presentación del libro el próximo 4 de mayo. Un acto al que asistirán su director, Reinhardt Maiworm; el responsable académico de la Fundación Ortega y Gasset, Javier Zamora; la presidenta del Consejo General del Libro Infantil y Juvenil, Sara Alonso; y la crítica y experta alemana en la figura de Lepman, Birgit Dankert.

La obra, que ya ha empezado a distribuirse en librerías españolas y que en pocos meses llegará a Iberoamérica, ha sido posible gracias al "instinto y la curiosidad periodística" de la fundadora de Creotz, Teresa Zataraín. "Fue ella la que me encontró a mí y no daba crédito a que nunca hubiese sido traducida al español. Leí sus memorias en inglés y descubrí una historia preciosa, extraordinaria. Una mujer real de carne y hueso con una gran valentía y mucha perseverancia. Y me dije a mí misma que tenía un libro que editar", recuerda.

En sus páginas, que han sido traducidas a muchos idiomas, incluido el japonés, Lepman narra en primera persona su regreso a Alemania como asesora cultural en temas de infancia, juventud y mujer contratada por las fuerzas aliadas de ocupación. "La nombran mayor y recorre un país en ruinas en el que niños y mujeres sobreviven taciturnos, cerrados y llenos de culpa. Y lo primero que propone en plena posguerra es una exposición internacional de libros de una veintena de países y escritos en varios idiomas que recorre las ciudades de escombros", destaca Zataraín.

"Quería abrir la mente de los niños y jóvenes que llevaban más de diez años encerrados en un régimen que lo censuraba todo, también los cuentos", añade sobre su filosofía.

La exposición fue el germen de la Biblioteca Internacional de la Juventud en Múnich (1949), la de mayor acervo en el mundo y cuya directora ha escrito el epílogo del libro. Poco después, en 1953, Lepman fundó la Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil (IBBY), la más importante del sector. Su actual responsable, Wally De Doncker, también participa en la primera traducción al español firmando el prólogo.

Las memorias, de fácil lectura, describen la dura situación de los niños alemanes al final de la contienda, escenas de refugiados judíos "que nos recuerdan bastante a la realidad de hoy en algunas zonas de guerra" y también episodios del quehacer periodístico de aquellos días en los que los directores "se debatían entre publicar o no las fotos horribles del holocausto".

La autora también deja constancia del carácter de su misión y de la necesidad "no solo de alimentar los estómagos hambrientos, sino también el espíritu de los niños y jóvenes". Y a igual que las instituciones que ella alentó, los valores que defendió durante toda su vida, la tolerancia y el respeto a las culturas, siguen hoy vigentes y también necesitados de reivindicación.

Lepman murió en Suiza en 1970, pero los "puentes" que ella construyó continúan siendo imprescindibles en el mundo actual. Por eso la lectura de sus memorias resulta más que nunca necesaria, pues como ella misma expresó: "Dejemos que los niños pongan del derecho este mundo que se ha vuelto del revés; ellos nos mostrarán a los adultos el camino a seguir".