Los tuits lanzados estos días por Torallamar, la cuenta del observatorio oceanográfico de la Estación de Ciencias Marinas de la Universidad de Vigo ubicado en la isla, invitaban al chapuzón: "Empezamos la tarde con 15º en el aire, 16º en el mar" [24 de abril]; "Buenos días! Comenzamos la semana con nubes y bruma en el mar. Corre algo de brisa y tenemos 12º en el aire y 16º en el mar" [23 de abril] ¿Estamos ante la canarización de las aguas como ya ocurre con el airecanarización? Los datos del centro de Toralla revelan que el mar de la ría subió un grado de temperatura en comparación con los 14º del año pasado, pero los expertos prevén que este calentón durará poco.

Desde hace al menos dos años que el agua en la Ría de Vigo ofrece valores así de inusualmente altos, muchas veces mayores a los del aire o casi parejos. El 9 de junio de 2016 se batió un récord con los 22º medidos en Rodas, la famosa playa de Cíes que entre sus muchas virtudes no está precisamente la del baño templado. Hasta ahora como principal causa de esta cocción de la columna de agua se apuntaba al fenómeno del hundimiento costero ( downwelling), el que a la inversa del afloramiento -característico de las rías gallegas- recalienta las corrientes empujado por vientos del sur. Pero los registros de los últimos días, aunque marcan diferencias de hasta 3,5 grados a favor del agua, son aún escasos como para achacarlos a ese fenómeno, de ahí que los expertos prefieran atribuirlo a la cálida climatología que vive Vigo desde antes incluso de Semana Santa.

"Hay más diferencia ahora porque la temperatura del aire bajó mientras que la del agua aún se mantiene porque tiene una inercia térmica distinta", precisa José González, responsable de estación de Torallla. En opinión de este experto, "no se puede hablar de un hundimiento oceanográfico completo", en referencia al que suele producirse de forma predominante en primavera y otoño, con la entrada de los vientos del sur, los mismos que generan las lluvias, y origen de muchos de los episodios tóxicos que obligan a cerrar los polígonos de bateas. Como máximo admite que el análisis de los datos recopilados permitiría concluir que los últimos dos años han sido "anómalos" en lo que concierne a temperaturas. "Más secos y cálidos de lo habitual tanto en el aire como en el agua", señala.

Para indicar hasta qué punto es así el responsable del observatorio oceanográfico de Torallamar aporta valores promedios registrados desde el inicio del pasado invierno hasta la fecha. Con respecto a las mismas épocas del año pasado el agua está un grado más caliente situándose sobre los 15º de media (se trata de la columna de agua superficial, puesto que la del fondo arroja temperaturas bastante más frías). Aun con muchos matices, González reconoce que esta anomalía podría estar provocada por el Niño, ese fenómeno climático que está alterando el régimen de vientos a nivel global trastocando a su vez las corrientes marinas. "Al cambiar el patrón de las masas de agua cambia el régimen de vientos al resto del planeta, y esta puede ser la causa de que hayamos vivido un otoño e invierno con poco viento del sur y las borrascas fueras muy débiles", razona.

Pero hablar ahora de una tendencia por haber superado durante apenas una semana el mercurio del agua al del aire sería un atrevimiento. José González estima que se necesitaría bastantes más años con similares registros para llegar a una conclusión con suficiente base. Para este experto, por muy incontestable que sea el cambio climático, al menos de momento nada indica que el mar vigués se caliente tanto como para desterrar esa fama que espanta a los bañistas más frioleros. Las aguas volverán a refrescar, y pronto.