La grada de Río se somete esta semana a pruebas de resistencia en el Instituto de Microgravedad de la Universidad Politécnica de Madrid. Un equipo de nueve personas lleva un mes trabajando en la construcción de una maqueta de Balaídos a escala 1:200 para someterla a corrientes de aire en un túnel aerodinámico y medir el comportamiento de la estructura gracias a los casi 300 sensores instalados en el modelo que se ha fabricado siguiendo los planos del arquitecto Pedro de la Puente. El centro creado en 1979 ha supervisado los cambios en las cubiertas del Santiago Bernabéu, el Camp Nou, Anoeta, el Sardinero, Riazor, el Ramón Sánchez Pizjuán y el Benito Villamarín, además de evaluar el diseño de La Caja Mágica y la cubierta ondulada de la Terminal 4 de Barajas, la torre de control del aeropuerto de Logroño y numerosos edificios como el Palacio de Congresos de Oviedo o la Torre del Gas de Barcelona.

"Proporcionamos información a los ingenieros civiles para que afinen los cálculos del diseño arquitectónico", explica el responsable del estudio sobre la cubierta de Río, Sebastián Franchini, encargado hace un año también de dirigir los trabajos realizados sobre una maqueta de la grada de Tribuna. En esta ocasión el modelo construido en los talleres de La Politécnica de Madrid mide 220 centímetros de ancho por 150 de alto en superficie y 35 cm de altura.

Para que el estudio sea fiable ha sido necesario reproducir también los edificios y la orografía circundante a Balaídos. La intención es reproducir adecuadamente las condiciones del viento. Los edificios de tamaño similar que rodean el campo tienen influencia directa sobre los flujos de aire que llegan a la cubierta. Los ensayos, según explica Franchini, consisten en someter la maqueta a corrientes de aire para medir la presión que ejercen sobre los casi 300 sensores instalados en la maqueta.

Esta medición se fundamenta en el principio de semejanza dinámica y los vientos se reproducen de forma artificial durante un intervalo de tiempo que en la escala del ensayo represente al menos una hora real. Este procedimiento se repetirá con 36 direcciones diferentes de la corriente, variando el ángulo de la maqueta con respecto a la incidencia del viento de 10 a 360 grados en saltos de 10º.

"Los estudios duran entre tres días y una semana. Depende de las características de cada edificio. En el caso de la grada de Río el trabajo puede completarse en tres o cuatro jornadas y el tiempo real de duración del ensayo en el túnel de viento rondará las 20 horas", puntualiza Franchini a FARO.

La finalidad del estudio del Instituto de Microgravedad es conocer las cargas de viento con mayor certeza para garantizar que la nueva cubierta resistirá ante condiciones meteorológicas adversas. El modelo de Balaídos entró ayer en el túnel aerodinámico ACLA-16 que tiene capacidad de simulación de capa límite atmosférica simulada y se ubica en el campus de Montegancedo de La Politécnica.

Desde que una constructora o una administración les realiza el encargo hasta que entregan el informe final pasan de cinco a nueve semanas. En el caso de Balaídos llevan un mes con la maqueta y confían en remitir los datos procesados en la primera semana de mayo para que el arquitecto y la adjudicataria afinen el diseño final de la cubierta. Copasa ejecuta la obra con un presupuesto de 5,5 millones de euros. Las obras en Río arrancaron hace dos semanas con la nivelación de las escaleras y los suelos para instalar el nuevo pavimento de las zonas comunes. Justo a continuación, apuntan desde el gobierno vigués, se iniciará la reforma de los baños que se hará de uno en uno para seguir dando servicio a los aficionados durante los cuatro partidos que quedan en casa de Liga y Europa League.