Andrea Mariño | Vigo

Tres semanas después de la celebración de la Reconquista, la villa de Bouzas cerró los festejos que conmemoran la victoria ante las tropas francesas de 1809 con la décimo quinta edición de A Brincadeira, que tratará de ser catalogada el próximo año como fiesta de interés turístico gallego. al conmemorar la fiesta espontánea que tuvo lugar en la antigua Plaza de Urzáiz con la que se celebró la expulsión de los franceses.

Con el objetivo de destacar la singularidad de esta fiesta -uno de los requisitos que se exigen para obtener el reconocimiento turístico- la organización repartió ayer 3.000 folletos informando del origen de la celebración entre los miles de asistentes que durante toda la jornada abarrotaron las calles de la villa. Desde el inicio de la fiesta, a las once de la mañana, ya era prácticamente imposible transitar por algunas de las calles del barrio dada la coincidencia de la celebración con la del mercadillo que tiene lugar cada domingo en la explanada ante el Liceo.

Un centenar de puestos de comida ofrecían a los visitantes los manjares típicos de estas fiestas como el choripán -bocadillo con chorizo-, churrasco, pulpo y las empanadas pero también los crepes -dulces y salados- y las pizzas y los postres de todo tipo que se ofrecían por doquier. Entre ellos, casi otro centenar de puestos de artesanía rivalizaban por el interés de los asistentes, que disfrutaron de una jornada con temperaturas por encima de los veinte grados que costaba lidiar en las zonas con menos sombra. Por este motivo, los toldos y los puestos bajo los árboles de las dos alamedas fueron durante todo el día los más frecuentados. También por los músicos, que interpretaron temas populares a lo largo de todo el día.

Para los más pequeños se organizó este año una zona de ocio mayor, con un gran barco vikingo en el que disfrutaron ataviados como piratas y un carrusel de madera en el que los columpios estaban decorados con alas. Un puesto de maquillaje infantil y una cama elástica completaban la oferta de ocio para los niños, para los que también había puestos con juguetes tradicionales de madera.