El 17 por ciento de la superficie total de Vigo está ocupada por los montes comunales, que gestionan trece entidades con diferentes proyectos de futuro que permitan obtener un rendimiento económico que permita autofinanciar el mantenimiento de estas zonas, donde se encuentran los parques forestales y los senderos que cada año ganan más adeptos.

Bajo el requisito de la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente, las comunidades estudian las posibilidades de explotación de sus terrenos que varían entre los cultivos de la castaña y la cereza, otros más novedosos como el del olivo, la apuesta por fuentes de energía alternativas o la búsqueda de financiación externa.

La venta de madera es una de las fuentes de ingresos históricas de las comunidades de montes junto a los parques eólicos que no fructificaron en Vigo. La comercialización de los árboles, sin embargo, no es la solución ya que el beneficio que se obtiene no compensa el coste que implica mantener el monte en condiciones para que las especies puedan crecer y ser vendidas, según coinciden en señalar los comuneros. Por este motivo, las comunidades apuestan por otros tipos de negocio. En su mayoría se trata de proyectos a largo plazo aunque en muchos de los casos ya hay ingresos. Otros, esperan obtenerlos a medio plazo.

Es el caso de Saiáns o Candeán, que han centrado sus esfuerzos en la plantación de especies para obtener beneficios con la venta de sus productos. El presidente de los comuneros de Saiáns, Uxío González, también responsable de la Mancomunidad de Montes de Vigo, apuesta por la plantación de castaños micorrizados en la mitad de la superficie de sus montes, en un total de 24 hectáreas de frondosas donde el objetivo es que a medio plazo empiecen a producir castañas y setas que se puedan vender. "La idea es poder contratar a gente unas horas al día para la recolección, empleos modestos por unas horas que permitan comercializar estos productos", precisa González, quien apunta que el objetivo es que "el Magosto de 2020 podamos hacerlo sin comprar castañas, solo con las nuestras".

El Concello entregó este año unos 1.100 castaños micorrizados que fueron plantados en jornadas lúdicas en las que participaron los vecinos de las distintas parroquias.

La plantación de especies, en todo caso, no está exenta de problemas ya que a menudo los árboles desaparecen. "Plantamos cerca de un millar de castaños y no quedó ni una docena, arrasaron con todo", explica el presidente de la Comunidad de Montes de San Miguel de Oia, Manuel Giráldez, que subraya que se trata de una práctica habitual. "Marcamos los robles americanos que plantamos para que al crecer el tronco revele esa marca, y sabemos por eso de fincas de vecinos de esta parroquia y de otras que se han llevado los árboles", lamenta.

Por este motivo, no confía en los proyectos que consisten en recogida de castañas o de setas. "Preparamos una zona micorrizada, para setas y llegaron con rastrillos y lo destrozaron", añade. Por ello, esta entidad prefiere por el momento reinvertir las ganancias en la mejora social de sus terrenos antes de embarcarse en un proyecto más ambicioso. "Queremos un proyecto de autofinanciación del monte pero los proyectos no son fáciles de ejecutar", reconoce.

También se centra en el uso social del monte la Comunidad de Comesaña, cuyo presidente, Carlos Alonso, remarca que por ahora estudian diferentes opciones mientras reciben pequeños ingresos por alquileres esporádicos de parcelas.

Más conocida es la explotación por parte de los comuneros de Beade de la cereza, que cultivan en tres hectáreas con unos 700 árboles y en otras cuatro hectáreas dedicadas a cerezos para la producción de madera. La entidad también cuenta con los castaños más antiguos de la ciudad y se plantea recoger las setas e incluso poner en marcha una plantación de manzanos en terrenos del antiguo campo de fútbol aunque el presidente, José Rodríguez, comparte el temor de que el proyecto no pueda ser aprovechado por la falta de civismo de algunos ciudadanos. "Nuestros propios parroquianos nos quitan cerezos, se llevan cerezas y hasta las vallas con las que cercamos los árboles. Nos da mucha pena porque no nos importa que se lleven cerezas a casa pero no está bien que las cojan para venderlas", lamenta Rodríguez, que no sabe cómo hacer frente a este problema, común a todas las entidades. "A la larga habrá que cobrar una cuota, hacer un carné o poner un vigilante para que no se lleven nada", auguró.

Concesiones en Bembrive

Bembrive, por su parte, plantea una alternativa muy diferente al resto que conlleva sortear escollos urbanísticos y que permitiría obtener beneficios económicos al mismo tiempo que regularizaría la situación de unas cuarenta viviendas de la parroquia. Así, según precisó Roberto Ballesteros, alcalde pedáneo y por lo tanto responsable de los montes comunales de la entidad menor, en la zona de Arieiro existen viviendas construidas sobre suelo comunal. "Se trata de un problema histórico que hace décadas que intentamos solucionar", explicó Ballesteros. Su planteamiento sería dar concesiones o alquileres que permitirían por un lado que esos vecinos pudiesen regularizar la situación de sus inmuebles y por el otro obtener una fuente de ingresos con cuotas simbólicas de "un euro por metro cuadrado, por ejemplo"."Recibimos multitud de denuncias por esas viviendas pero nosotros no somos los promotores y no es nuestra responsabilidad, queremos cumplir la ley y creemos que ésta sería una posibilidad", apunta.

Otro de los planteamientos de esta parroquia es compaginar el monte con los espacios de ocio, ya que parte de los terrenos comunales lindan con barrios urbanizados que permitirían dar vida a instalaciones como parques, un centro hípico o zonas de recreo que podrían ser gestionadas a través de concesiones. "Serían zonas de ocio en plena naturaleza a apenas cinco minutos de la Plaza de España", indica Ballesteros. Las concesiones también podrían abrirse a empresas, asociaciones o centros sociosanitarios en zonas como San Cibrán o Xestoso, donde el monte ya está metido en la zona urbana y no está catalogado. "Sería otra fuente de ingresos", añade.

El cultivo de otros hongos, en este caso de las apreciadas trufas, es la innovadora apuesta de la Comunidad de Montes de Cabral, que desde 2011 está embarcada en un ambicioso proyecto para intentar cambiar el Ph natural de cerca de 2.000 metros cuadrados de terreno para producir trufas, un valiosísimo hongo que crece de forma natural bajo tierra. En Galicia no surge de forma espontánea pero los comunero s intentan "producirlas" cambiando las condiciones naturales del suelo y plantando especies que favorezcan su aparición.

Al mismo tiempo, preparan otro terreno de 18.000 metros cuadrados para plantar en él paulonias, un árbol que crece rápido y cuya madera es muy apreciada.

Biomasa en Coruxo

Otra de las apuestas arriesgadas es la que plantea la Comunidad de Montes de Coruxo, muy implicada en la biomasa. Se trata de un proyecto a largo plazo ya que consiste en la utilización de la materia orgánica como fuente energética. "Estamos estudiándolo, nos estamos moviendo en el terreno de la innovación y el desarrollo para conseguir dinero para orientarnos hacia la venta de sustratos vegetales", afirma su presidente, Antonio Ocampo, que firmó un convenio con la Universidad de Vigo para llevar a cabo este proyecto, en fase de desarrollo. El planteamiento de los comuneros incluye también la producción de setas a partir de otro tipo de sustrato a partir de astillas que se produce en el barrio de Fragoselo, donde se encuentra el único Punto Verde del municipio, que recoge y tritura los residuos vegetales de Vigo y parte del área.

En esa zona, con una extensión de 8.000 metros cuadrados, los comuneros producen ya biomasa cuyo destino final es la factoría de Ence. Desde 2015, además este lugar recoge y destruye cientos de ejemplares de palmeras afectadas por la plaga del picudo rojo, que llegó a la provincia en 2013. De cada palmera, explican, se extraen aproximadamente dos metros cúbicos de biomasa.

En otro ámbito bien distinto, los comuneros de Teis trabajan en varias líneas de trabajo para obtener financiación que pasaría por la custodia del territorio, con la compra de terrenos o el acuerdo con otros propietarios para hacerse cargo de sus parcelas y de su mantenimiento a través de la limpieza y la lucha contra las especies invasoras como el eucalipto y la acacia. Existe un programa del Ministerio de Medio Ambiente para el fomento de la biodiversidad que aporta fondos europeos para los colectivos que aboguen por esta línea.

Antes de optar a esta vía los comuneros de Teis intentaron solicitar subvenciones autonómicas dado que su proyecto del territorio es conservacionista. "Todas las peticiones de subvenciones fueron denegadas, en la mayoría de los casos por cuestiones de forma y estamos intentando recurrirlo", afirmó García.