El estado de los muelles de Vigo ha puesto en alerta a la Autoridad Portuaria. Sobre todo la kilométrica línea de atraque donde atracan al año esos 1.500 buques de gran porte, como los mercantes y cruceros, comienzan a expresar signos preocupantes de deterioro o sobrecarga. Ante el riesgo de que esto perjudique a la seguridad de los barcos o de los tripulantes, el Puerto ha encargado una inspección subacuática de todos los malecones para determinar con exactitud la gravedad de su situación.

Los únicos excluidos de la inspección submarina han sido los muelles ubicados en el recinto de O Berbés y de Beiramar. Empleados fundamentalmente por barcos de tamaño medio como pesqueros y otros buques de paso, salvo las operaciones vinculadas a su aprovisionamiento y reparaciones, su amarre en estas zonas supone un desgaste irrelevante en la estructura del espigón, como tampoco su permanencia conlleva el movimiento de mercancías o piezas de gran tonelaje, como así ocurre en la terminal de vehículos de Bouzas, en la Estación Marítima y en los comerciales de Comercio, Transversal y Areal. En estos se centra la revisión realizada por los buceadores contratados por el Puerto que iniciada hace una semanas se completará a lo largo de este mes.

Las alarmas se activaron en Praza da Estrela el pasado diciembre. A finales de ese mes los operadores de la terminal Ro-Ro informaron de que una de las rampas "estaba cayéndose". Tan pronto como los técnicos portuarios confirmaron la flacidez de la cimentación de la número 4 acotaron la zona y aconsejaron la necesidad de reforzar el firme. La instalación quedó fuera de servicio casi dos meses, el tiempo que duró la reparación. Esta incidencia no afectó a ningún barco al disponer las navieras de suficientes plataformas de atraque, pero hizo ver a la Autoridad Portuaria lo que podría pasar de no detectarse a tiempo.

La inspección subacuática abarca aquellos muelles más vulnerables al empuje de cascos como los superiores a los 15.000 GT. "No podemos esperar a que se desplome un muelle. ¿Y si pasa algo algo en Trasatlánticos?", expone Enrique López Veiga. El presidente del puerto señala otra línea de atraque que a su juicio, basándose en la antigüedad, podría registrar daños estructurales, por eso figuró entre los primeros en pasar la revisión a fondo. Las sospechas sobre su estado no tienen nada que ver con el desgaste producido por el movimiento de mercancías muy pesadas, una actividad nada habitual en el entorno de la Estación Marítima, sino con la descomunal envergadura de los buques que acostumbran a atracar en este espigón. Uno que marcó un hito en la historia del Puerto, el Harmony of the Seas, de 362 metros de eslora y 228.000 GT -hasta la fecha, el mayor trasatlántico del mundo llegado a Vigo- desarrolla durante la maniobra de amarre un tensión descomunal sobre la estructura de cualquier muelle. Así que su base, desde el lecho marino hasta la superficie, tiene que ofrecer una resistencia formidable para que el posado de una mole de esta magnitud no hiera su estructura.

Hélices muy dañinas

Además del tamaño, otra cualidad de los nuevos buques que los convierten en más dañinos para terminales como la viguesa es el sistema de propulsión conocido como "azipods". Este mecanismo de hélices giratorias, aparte de navegar permiten al buque abordar cualquier clase de maniobra en puerto. Aunque para el atraque los capitanes se apoyan también en las hélices laterales, en la práctica solo con los "azipods" ubicados a popa podrían completar su posicionamiento en el muelle. El problema es que estos mecanismos generan remolinos muy intensos que baten contra la escollera, remueven el lecho marino y acaban reblandeciendo el apoyo del muelle.

Por su antigüedad, el muelle de Transatlánticos era uno de los que más preocupaban al presidente portuario. En cambio, los buceadores no han detectado signos que justifiquen una reparación. "Salvo aspectos menores, está en buen estado", asegura suspirando al saber el elevado coste que tendría una reparación. En todo caso defiende la necesidad de encargar este tipo de inspecciones, "porque no podemos correr ningún riesgo con estas cosas y debemos asegurarnos de que los muelles ni tienen agujeros ni están socavados", justifica López Veiga.