El proyecto para rehabilitar La Panificadora ya es una realidad. Sus arquitectos, Jorge Salgado y César López, han expuesto su idea este lunes en Casa das Artes. Sus diseñadores aseguraron en el acto que el principal objetivo de su idea es "recuperar la esencia" del edificio original y limpiarla todo lo posible de anexos inservibles para que "respirase".

La Panificadora es de momento un proyecto, una idea que ha ilusionado a la ciudad y que espera convertirse en el impulso definitivo al Casco Vello. En FARO hemos querido hacer un recorrido por otros lugares del mundo en los que se han realizado recuperaciones similares. Estos precedentes acrecentan todavía más la ilusión sobre el proyecto expuesto en Casa das Artes. Se trata de una segunda oportunidad para silos que han sufrido el avance de la tecnología y de una nueva reconversión industrial. Barcelona, Copenhague, Deventer o Shenzhen han protagonizado algunas de metamorfosis más espectaculares.

1 - Una sede para la Bienal de Arquitectura de Shenzhen

En solo tres décadas, la pequeña aldea de Shenzhen se ha convertido en una megalópolis de 15 millones de habitantes en la que se fabrican buena parte de los móviles que se utilizan en todo el planeta. La Silicon Valley de Asia, como ya se le conoce, alberga los cuarteles generales de gigantes electrónicos como Huawei y ZTE y también constituye uno de los puertos más grandes del mundo en tráfico de contenedores.

Este bestial crecimiento ha dejado en la ribera industrial "reliquias" como la fábrica de vidrio de Guandong, una de las factorías más grandes de la ciudad, cerrada en 2009. Cuatro años después, un equipo internacional liderado por el estudio chino O-Office la reconvirtió en una enorme instalación de casi 3.000 m2 para la exhibición y creación cultural durante la quinta Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Shenzhen.

Bajo el nombre de Fábrica de Valor, los arquitectos apenas intervinieron en sus grandiosos espacios para, según sus propias palabras, "no despertar al fantasma industrial dormido". El diseño aprovecha la monumentalidad de algunos volúmenes como la Sala de Máquinas, que recuerda la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, y en otras salas de menor dimensión se ubicaron salas de exposición y espacios para acoger seminarios, talleres y conferencias. Antes de encargarse de este proyecto, el estudio O-Office ya había rehabilitado un silo de una fábrica de cerverza.

2 - Apartamentos de lujo al lado del mar y con vistas a Copenhague

La iniciativa privada está detrás de este proyecto firmado por el estudio MVRDV de Rotterdam para transformar dos viejos silos gemelos de hormigón en un residencial de lujo situado en la antigua zona industrial y portuaria de Copenhague, islas Brygge, y con vistas espectaculares a la ciudad.

Al contrario que otros proyectos de carácter público, su diseño es menos respetuoso con la fisonomía original, aunque la zona inferior queda liberada para mostrar los silos.

Ambos datan de 1960 y formaban parte de una planta de procesamiento de soja que cesó su actividad en los 90. Los arquitectos añadieron ocho plantas de apartamentos alrededor del perímetro y aprovecharon el espacio interior con toda su altura para diseñar un vestíbulo con techo de cristal en el que el hormigón de las paredes se fusiona con estructuras y escaleras en blanco generando un ambiente muy especial y futurista.

Cada una de las 84 viviendas, que se organizan en torno al silo de forma curvilínea, está dotada de un balcón privado. El estudio buscó respetar la privacidad de los inquilinos, pero incluyó grandes espacios abiertos alrededor de los edificios para que los ciudadanos puedan disfrutar de la zona.

La inversión total ascendió a 17,8 millones para construir viviendas y aparcamientos con una superficie total de 10.700 m2. El equipo holandés, que también firma el Edificio Mirador de Sanchinarro, en Madrid, recibió por este proyecto el Premio Ciudad de Copenhague al Mejor Edificio de 2005.3 - De almacén de grano a bullicioso complejo de restauración

Los responsables de la rehabilitación del Silo de Zwarte, en la ciudad holandesa de Deventer, aplicaron el concepto gastronómico food truck al viejo almacén cerrado de hormigón para crear un animado centro de restauración trasparente que se ha convertido en un icono de la zona portuaria capaz de atraer gente y dotarla de vitalidad.

La obra, concluida hace menos de un año, fue un encargo de la fundación BOEi, especializada en recuperar el patrimonio industrial, al estudio Wenink Holtkamp.

Sus responsables apostaron por conservar el tono oscuro distintivo del silo, cuya capa exterior fue tratada con grava fina para evitar la humedad, así como el aspecto crudo y tosco de sus espacios interiores. Abrieron un una línea de 9 metros para que los usuarios disfruten del exterior y diseñaron ventanas y puertas con marcos de acero para preservar el carácter industrial.

Además de recuperar el silo, que fue construido en 1923 para depositar hasta 1.500 toneladas de grano, los arquitectos rehabilitaron otros dos volúmenes bajos que acogían un almacén de sal y las oficinas. Tras la reforma, contienen más puestos de comida y un bar, además de un espacio polivalente para eventos.

El complejo, bautizado como FoodDock, es un lugar para los vendedores ambulantes de comida dentro de una tendencia gastronómica que triunfa en Europa y que va unida a la sostenibilidad y la creatividad.

4 - La cementera de hormigón que inspiró a Bofill

Revistas de arquitectura de todo el mundo han acudido a Barcelona para fotografiar La Fábrica, una antigua cementera de principios del siglo XX que Ricardo Bofill decidió transformar en su estudio y vivienda privada cuando la descubrió en 1973. Desde entonces, el proyecto no ha dejado de evolucionar ni de asombrar a expertos y neófitos por su singular carácter.

Situada en una zona industrial de las afueras, en el municipio de Sant Just Desvern, la fábrica contaba con 30 silos entre los que Bofill selección un total de 8 por su estado de conservación. Y las ruinas acabaron por convertirse en un lugar mágico con techos de hasta 10 metros de altura que acoge su estudio -oficinas, laboratorio de maquetas, archivo, biblioteca...-; la vivienda privada; y un espacio al que arquitecto denomina La Catedral por su monumentalidad y que fue diseñado para albergar exposiciones, proyecciones, actividades culturales o reuniones de trabajo.

El complejo, que sigue vivo, consta de alrededor de 3.500 m2, incluidos los aparcamientos y los magníficos jardines con eucaliptos, palmeras, olivos o cipreses que han originado auténticos oasis en torno al hormigón primitivo.

El espíritu industrial y muchos elementos de la antigua fábrica fueron conservados para esta segunda vida, a la que el arquitecto dio forma combinando materiales de construcción como el hormigón con la noble madera, la cerámica y el vidrio.