La réplica del tímpano de la antigua Colegiata de Santa María ya embellece el hall de entrada de la actual Concatedral. Desde poco después de las nueve de la mañana y hasta las seis de la tarde, de forma ininterrumpida, alumnos y profesores de la Escola de Cantería de la Diputación de Pontevedra trabajaron ayer en su colocación. Un laborioso montaje que se prolongó cuatro horas más de lo previsto, pero que culminó con éxito.

El conjunto escultórico, que representa la Anunciación y la Epifanía, permanecerá oculto detrás de una cortina hasta que la Administración provincial, el próximo martes (21 horas), haga la entrega oficial de esta pieza, en la que ha invertido 9.000 euros. El acto estará amenizado por el concierto de un cuarteto de música

La colocación no estuvo exenta de complicaciones. Y es que mover 2,2 toneladas de peso, con unas dimensiones de 2,60 metros de ancho y 1,5 de alto, no es fácil. Cinco personas se dedicaron sin descanso a su traslado y montaje. Fueron el profesor de escultura Manuel Coia, los alumnos Paulo Alves y Manuel Ángel Vidal, el director de la escuela, Enrique Velasco, y el conductor de la carroceta, Manuel Fuentes. Tras trasladar la reproducción del conjunto escultórico desde Poio, donde está la escuela, la primera opción fue elevar con una carretilla eléctrica la pieza a su nuevo emplazamiento: sobre el dintel de la puerta del baptisterio. Pero no era la misma que habían usado en las pruebas y su potencia se demostró escasa. Lo resolvieron con el guindastre del pequeño camión, que introdujeron en el hall del templo.

Las maniobras se realizaron bajo la atenta mirada del párroco de Santa María, Moisés Alonso, que ayer sentía "gratitud" hacia la Diputación y la escuela por atender la petición que realizó en 2014 para que la Concatedral pudiera lucir, al menos, una copia del único vestigio que se preserva del antiguo templo, derruido a principios del XIX. Una obra estudiada por su excepcionalidad y que hoy descansa en el Museo Provincial de Pontevedra. Para el deán, la pieza es un ejemplo de como "la fe y el arte están unidos" y reflejo de la cultura de "la época de los grandes poetas gallegos con sus cantigas". Destaca que la colocación de este testigo del pasado coincide con el bicentenario de su reedificación -que se celebró el año pasado-. "Pensamos en lo nuevo y recordamos lo antiguo", señala y añade: "Las raíces es lo más importante de la historia de un pueblo y cuando las olvidamos, perdemos el norte".

Para José Rivera, de la tienda de alimentación del mismo apellido, es precisamente el recuerdo de la historia lo que más valora de esta iniciativa. "Si estaba ahí y es una pieza histórica, por lo menos, que haya una réplica". Ernesto Millos, vecino del Casco Vello, lamenta que no sea el original. Emma González, hostelera en la plaza, también resalta el posible "interés turístico" que pueda generar.