Investigación del botellón a fondo aunque sigilosa. El alcalde siempre defendió atajar el problema que generan estas concentraciones masivas para consumir alcohol, recrudecido estas últimas semanas en el entorno del Náutico, con "discreción". Con este sistema logró "encoger" los botellones que tanto malestar vecinal causaban en el Casco Vello por lo que ha decidido aplicar la misma metodología en el principal escaparate turístico de la ciudad, entre la Alameda y A Laxe. Así que antes de emprender una ofensiva policial, a golpe de identificación o denuncia, el Concello prefiere averiguar el porqué de que esta práctica juvenil se haya extendido hacia ese ámbito hasta degenerar en un desmadre de ruidos, suciedad y peleas, como coinciden residentes y hosteleros. Conocer con detalle la mecánica de su organización, el perfil de sus participantes, su comportamiento, sus preferencias en cuanto a los lugares, y sobre todo, qué negocios se benefician o fomentan esta actividad. De esta misión ordenada a la Policía Local se encargan agentes de paisano. Desde hace semanas, en esas noches de fiesta al aire libre donde la bebida hace que cualquiera sea bienvenido, los agentes infiltrados recaban la información que servirá al gobierno local para actuar en consecuencia.

Por desarrollarse en zonas limítrofes a las de competencia de la Autoridad Portuaria, esta institución ya fue informada por el Concello de la estrategia policial.El Puerto agradece la iniciativa municipal al verse incapaz de frenar el botellón a pesar de que en diciembre aprobó una instrucción normativa para prohibirlo en el ámbito más cercano al mar. Ambas administraciones decidieron que sus plantillas de policía actuarían de forma coordinada pero en esta primera fase, la de la investigación, el peso lo lleva la jefatura local.

Desde el Concello confirman que "desde hace semanas agentes uniformados y de paisano están haciendo un seguimiento del botellón para conocer la realidad del problema". De ahí que algunos locales del entorno de la Plaza de Compostela ya recibieran la visita de los primeros, quienes basándose en la información obtenida previamente por los infiltrados, han advertido a sus responsables del riesgo de sanción de continuar con prácticas ilícitas. Por estos indicios más que fundados obtenidos por los agentes de paisano en su trabajo de campo, la Policía de momento no ha multado a ningún establecimiento, pero no habrá una segunda oportunidad.

Desde Praza do Rei recalcan que el objetivo pasa por "impedir que los locales vendan alcohol a menores y también impedir que las bebidas que venden se consuman en la calle". Serían los dos cometidos para esta fase de apercibimiento verbal, porque en la siguiente visita que reciban esos locales, la Policía tal vez no sea tan indulgente.

El presidente de la Asociación de Comerciantes y Hosteleros de Zona Náutico celebra que el Concello esté decidido a solventar el botellón en este ámbito. En cambi, Rubén Pérez matiza: "Queremos que sea una actividad controlada, no que se vaya a multar ahora a todos los chavales". Razona que "de no ser por las consecuencias de estas concentraciones nadie se quejaría tanto".

Efectos colaterales

Pero la lista de efectos colaterales es demasiado extensa. Desperfectos en el mobiliario urbano, basura y botellas esparcidas por los jardines, entre las principales, a las que se suman los más molestos para el vecindario como la música a todo volumen desde altavoces portátiles que se emplean en estos guateques a la luz de la luna. "Y sin cierto control, pues la cosa acaba degenerando", apunta el portavoz del colectivo. Por eso insiste en la efectividad de la circulación de las patrullas, como las ocasionales que efectúa la Policía Nacional. La experiencia indica a estos afectados que una presencia policial constante rebaja "la dimensión y consecuencias" de las concentraciones. Las últimas, con motivo del carnaval, congregaron a más de 3.000 jóvenes, según fuentes de la Policía Portuaria.

En la desagradable imagen que dejan las secuelas del botellón en la fachada marítima incide la asociación Zona Náutico para justificar la intervención de las administraciones pero sin descargar en ellas toda la responsabilidad. "La solución nace también en la educación que reciben por parte de los padres. Hay mucha chavalería, por eso digo que a nosotros los botellones no nos restan clientes, lo que nos afecta son los disturbios que generan y la suciedad que provocan estas concentraciones. Es malo para la imagen de nuestros negocios y para la imagen de la ciudad", argumenta su portavoz.

Siempre que no llueva, incluso si hace frío, hosteleros y vecinos saben que los jóvenes invadirán de noche As Avenidas. Desde ambas partes están convencidos de que otra parte de la solución pasa "no por atacar" a quienes practican la molesta actividad sino, como ocurre en tantas otras, "en quienes se lucran de ellas". Sin embargo, esos negocios que sacan provecho económico resultan difíciles de detectar, salvo mediante acciones con policías de incógnito o infiltrados, como ya se está haciendo. A este respecto Rubén Pérez recuerda que los mismos participantes extreman las precauciones, y a la hora de comprar el suministro, envían a un amigo de 18 años para sortear la prohibición. Sobre el otro objetivo que se propone el Concello, el de impedir que los locales impidan el consumo de sus bebidas en la calle, parece todavía más complicado. "Hay quien lo fomenta entregando copas plásticas, pero aunque sean de cristal, de poco valdría salvo que destinen vigilantes a la puerta", cita un agente de la Policía Portuaria.

Este mismo agente subraya otro agravante de la problemática: la violencia. Un suceso ocurrido el año pasado activó las alarmas. Fue en el embarcadero de Cíes, donde con anterioridad unos jóvenes desamarraron un barco de pasaje que quedó a la deriva. En este mismo muelle un policía portuario se vio acorralado por grupos enfrentados a puñetazos. "Por fortuna pudimos separarlos pero en situaciones así no sabes cómo van a reaccionar. Nos la jugamos", alerta.