La estructura demográfica de la ciudad experimentó importantes cambios en la última década. Por motivos fundamentalmente económicos, el centro pierde residentes en favor de barrios de nueva construcción y hay familias con hijos pequeños que o bien se mudan a municipios próximos con viviendas más baratas u optan por regresar a sus países de origen ante las dificultades de encontrar empleo debido a la crisis. Este cúmulo de factores sumado al descenso continuado de la natalidad explican que la primera ciudad de Galicia haya perdido un 16% de su población joven desde el año 2006. El dato es preocupante, pero Vigo se mantiene como la urbe gallega con más nacimientos y es junto con Pontevedra la que mejor logra contener el envejecimiento de sus vecinos al contar en la actualidad con un 20% de residentes por encima de la edad de jubilación.

Uno de cada cinco vigueses superan los 65 años, ligeramente por encima del 19% que el Instituto Galego de Estadística (IGE) adjudica a Pontevedra. En ambos casos el índice se incrementó cuatro puntos en diez años, pero si en el suroeste la situación merece un análisis en detalle, todavía es peor en el resto de urbes gallegas. En una posición intermedia se sitúan los niveles de envejecimiento de Lugo y Santiago de Compostela, mientras que se disparan en Ourense y A Coruña donde el 24% de los vecinos están en edad para dejar de cotizar. El peor dato lo arroja ahora mismo Ferrol, con un alarmante 27%.

La conclusión es clara. No hay relevo generacional y con una esperanza de vida cada vez mayor la pirámide poblacional se ensancha cada vez más en sus niveles más altos. De los 287.801 vecinos que el IGE reconoce a Vigo al cierre de 2016, un total de 60.024 tienen más de 65 años. La cifra es similar en A Coruña con 56.673 personas por encima de esta franja de edad que se traduce en que un cuarto de su población ya podría estar jubilada.

Los datos publicados ayer por el IGE permiten comprobar cuántas personas hay de cada edad concreta en la urbe olívica y el grupo más numeroso de población es el comprendido entre los 39 y los 41 años con 15.924 residentes nacidos entre 1976 y 1978. Por décadas, se observa que hay 43.107 personas con entre 30 y 39 años y 49.007 comprendidos entre los 40 y los 49, la franja más numerosa.

El porcentaje de mayores en la población viguesa es inferior al resto de ciudades y esto explica otros datos apuntados por la estadística como el hecho de que en la ciudad haya un 19% de hogares compuestos exclusivamente por personas mayores, una cifra que logra mejorar Santiago y que empeora en Pontevedra y, sobre todo, en Lugo -21,7%-, A Coruña -23,7%- y Ferrol -25,8%-.

Vigo no es inmune al grave problema que atraviesa Galicia y el conjunto del país, pero por ahora logra junto a Pontevedra contener mejor este desequilibrio en su pirámide de población gracias a que todavía nacen una media de 2.200 bebés cada año. En el mes de diciembre el municipio sumaba 17.199 niños de hasta cinco años, una cifra importante en comparación con los 12.401 menores de este mismo grupo de edad que residen en A Coruña o los 5.164 de la capital gallega.

Siguen naciendo bebés, pero a partir de los 16 años la ciudad está perdiendo niños en relación a hace una década y este fenómeno se debe en parte al retorno a sus países de la población inmigrante que no ha logrado mantener su posición económica en los peores años de la crisis. Muchos llegaron con niños en edad escolar y ahora estos han desaparecido del censo antes de incorporarse a Bachillerato o empezar estudios superiores.

Es a partir de este punto cuando la pirámide viguesa empieza a estrecharse. En Vigo residen hoy 45.036 menores de edad, una cifra levemente superior a los 44.496 de hace diez años. Pero el gran cambio se produce al establecer el límite en la treintena. Es entonces cuando se observa que el municipio ha perdido desde entonces a 14.618 jóvenes que hoy deberían estar iniciándose en la vida laboral y que ya no se establecerán en la ciudad de forma definitiva. Son un 16% del total de jóvenes con los que contaba Vigo hace diez años.

Este retroceso es prácticamente idéntico en A Coruña o Santiago -15%-, y algo superior en Ourense al perder a un 17% de la población que aún no llega a los 30. De nuevo Pontevedra muestra un comportamiento más estable que el resto de urbes y baja apenas un 12% al pasar de 26.943 personas a 23.504 por debajo de la treintena.

A la hora de apuntar responsables de esta nueva situación demográfica, el sociólogo Alberto Saco identifica dos principales factores: "el descenso de la tasa de fecundidad y el retorno de emigrantes que es un fenómeno que se está notando más en zonas urbanas más dinámicas que en localidades de interior". Las dificultades para encontrar empleo en las ciudades y abrirse camino fuerzan a muchos jóvenes a buscar salidas profesionales en otras comunidades o países y eso también explicaría el adelgazamiento de la población viguesa precisamente a partir de los 25 años. Saco demanda una reflexión conjunta sobre el problema que incida tanto en las circunstancias sociales para facilitar la crianza de los hijos como en un replanteamiento del sistema de pensiones para garantizar su viabilidad.