Un "régimen casi de esclavitud". Así describe la Policía Nacional la forma de proceder de un clan familiar que acaba de ser desarticulado en Vigo con el arresto de sus siete miembros y que obligaba a ciudadanos lusos a trabajar en condiciones infrahumanas montando y reparando palés en jornadas de 16 horas diarias durante seis días a la semana. Agresiones y amenazas a las víctimas si no cumplían con la producción o si intentaban huir u obligarlos a vivir "hacinados" en una caravana sin posibilidad de bañarse ni de lavar la ropa son sólo algunas de las conductas que ha llevado a apresar a este grupo, formado por españoles y portugueses, por la presunta comisión de un delito contra los derechos de los trabajadores. El Juzgado de Instrucción número 6 de la urbe olívica lleva la causa.

La investigación de la comisaría viguesa arrancó en diciembre, tras informarles la Policía Judiciaria lusa que habían recibido la denuncia de un ciudadano de ese país que cayó en la trampa de este clan. El hombre contó que en marzo de 2016 dos individuos le ofrecieron un contrato de trabajo en España por 600 euros al mes. Con él se vinieron tres familiares más y un vecino, todos ellos de localidades próximas a Oporto.

Una vez en Vigo comprobaron el engaño del que habían sido víctimas. Lo primero que hizo el clan, en el que había un hombre apodado el patriarca, fue dividir a las víctimas en dos poblados de las afueras de la ciudad donde tenían asentado su "negocio": a unos en la Baixada do Castelo en Bembrive y a otros los llevaron a Camiño do Arieiro.

La Policía Nacional informa que desde el principio la organización estableció un "férreo" y "continuo" control sobre los trabajadores. Las jornadas laborales, afirman, empezaban a las seis de la mañana y duraban hasta más allá de las diez de la noche durante seis días a la semana, "siendo objeto de agresiones físicas y amenazas si no cumplían con una producción mínima de palés o si intentaban huir". Los ínfimos salarios eran de entre 20 y 35 euros semanales. Les facilitaban dos platos de comida al día. "Las pocas horas que descansaban las pasaban hacinados en una caravana en la propia finca, no teniendo posibilidades de bañarse ni de lavar ropa", relatan las fuentes.

Tras las averiguaciones del grupo UCRIF de la comisaría de Vigo, se realizaron inspecciones conjuntas con la Inspección Provincial de Trabajo y Seguridad Social de Pontevedra. Ahí también comprobaron las "condiciones insalubres" en las que se trabajaba, sin contar con una mínima seguridad para cortar madera o manipular las pistolas de clavos.