Quizá para hacer honor a su nombre, isla Decepción les recibió con tiempo lluvioso y una sensación térmica en torno a los diez grados bajo cero. Aún así, los investigadores de la Universidad de Vigo no han dejado de trabajar desde su desembarco para poner a punto todos sus experimentos en la playa y el laboratorio. La séptima misión liderada por el biólogo Mariano Lastra arribaba al continente helado a bordo del buque Hespérides el pasado día 12, dos jornadas después del calendario previsto, para continuar con los estudios iniciados el año pasado sobre los efectos del cambio climático en este santuario natural.

La expedición olívica -en la que repiten Jesús Souza y Jesús López y se estrena Luis Sampedro, de la Misión Biológica de Galicia (CSIC)- permanecerá en la base Gabriel de Castilla hasta su cierre a mediados de marzo, coincidiendo con el fin del verano austral y, por tanto, de la XXX Campaña Antártica Española.

Decepción, que forma parte del archipiélago Shetland del Sur, debe su forma de herradura a que se trata de la cima del cráter de un volcán que continúa activo. De hecho, investigadores de las universidades de Cádiz y Granada realizan desde hace años el control y seguimiento de su actividad sísmica y vulcanológica. Este calor geotérmico crea un insólito paisaje en el que la nieve contrasta con las playas negras de lava donde emergen aguas termales de hasta 65 ºC y fumarolas -gases volcánicos-.

Durante la estancia del año pasado, que también se desarrolló entre febrero y marzo, los biólogos analizaron la descomposición de las algas varadas en playas no calientes de la bahía Foster, en el interior de la isla. Sin embargo, en esta ocasión sus estudios se centran en la Ensenada Teléfono, una zona caliente con uno de los estatus más elevados de protección antártica y donde se registraron erupciones hace 50 años.

A lo largo de esta semana, los científicos vigueses, que se desplazan hasta la zona de experimentos en una zódiac dirigida por los militares de la base, han recogido muestras de algas y las han instalado dentro de campanas de policarbonato sobre la playa. El objetivo es provocar un efecto invernadero, pues se prevé que en las próximas décadas se produzaca un calentamiento de un 1ºC.

"Esperamos evaluar el impacto del cambio climático previsto para la Península Antártica en todo lo referente a la descomposición de la materia orgánica depositada sobre el litoral desprovisto de hielo", explica Jesús Souza desde la Antártida.

En 2016, el fuerte viento y las tormentas afectaron a los experimentos de manipulación del medio natural instalados en la bahía Foster, pero este año los biólogos han aumentado la resistencia de las instalaciones.

También medirán las emisiones de gases de efecto invernadero -sobre todo, CO2 y metano- originadas durante la degradación de estas macroalgas, así como la liberación de nutrientes al medio oceánico y el papel de la fauna asociada a ellas.

La importancia de estas algas varadas sobre el litoral antártico reside en que constituyen el refugio y alimento para varias especies, además de contribuir a retener la grava volcánica y, por tanto, a conservar las playas.

La campaña de este año también incluye experimentos de mesocosmos en varios tanques que reproducen los ecosistemas naturales para poder estudiar una especie de crustáceo miscroscópico muy abundante en la Antártida, Gondogeneia antarctica.

Los biólogos capturaron ejemplares de este anfípodo que se alimenta de algas en la Ensenada Teléfono y también en las inmediaciones de la base Gabriel de Castilla, donde están instalados los acuarios para su cultivo. Han montado los laboratorios con el material logístico y científico que enviaron desde Vigo a bordo del Sarmiento de Gamboa el pasado noviembre dentro de cinco cajones con una capacidad de 500 litros cada uno.

Los crustáceos serán expuestos a distintas temperaturas, de 1 o 2 grados centígrados. "El objetivo es valorar el efecto del calentamiento del océano sobre la velocidad de alimentación de las especies del litoral antártico", detalla Souza, que el año pasado ya hizo un trabajo de recolección y comparación de especies microscópicas de zonas calientes y frías del litoral de Decepción, tanto en el agua como en la zona intermareal.

"Todo perfecto, seguimos avanzando ahora que ya está todo montado", resume el biólogo vigués sobre el desarrollo de la primera semana de trabajo en isla Decepción.

Él y sus tres compañeros contactarán en directo el próximo jueves con la Facultad de Ciencias del Mar, a través de una videoconferencia organizada por la delegación de alumnos, para relatar su experiencia en el Polo Sur y responder a las preguntas formuladas por la comunidad universitaria.

La presencia viguesa en las dos últimas campañas antárticas coincide con la celebración del 25 aniversario de la facultad y del décimo de la Estación de Ciencias Marinas de Toralla, que actualmente dirige Jesús Souza y que acaba de conseguir la acreditación de la Xunta como centro singular.

Los biólogos de la Universidad y el CSIC partieron desde Vigo el pasado día 3 con rumbo a Punta Arenas (Chile) para embarcar allí en el Hespérides junto al resto de investigadores que se dirigían a Decepción y a isla Livingstone, donde se encuentra la otra base española, la Juan Carlos I.

Durante la travesía y por iniciativa del Instituto Español de Oceanografía (IEO), todos posaron para una fotografía sobre la cubierta del buque para celebrar el Día de la Mujer Científica en pleno paso de Drake, el estrecho que separa el Cabo de Hornos del continente helado.

Precisamente, una de las primeras españolas que participó en una campaña antártica fue Carmen Gloria Piñeiro, del Centro Oceanográfico de Vigo, que viajó al continente helado en los ochenta.

Al día siguiente de esta conmemoración, los biólogos llegaban a la base Gabriel de Castilla, que durante unos días registró uno de sus índices máximos de ocupación al coincidir los investigadores que terminaban su estancia con los recién llegados.

Así que el pasado lunes dormían en sus instalaciones 42 personas, entre la dotación militar -que suma 17 efectivos-, científicos y varios periodistas. Pero desde el martes, los inquilinos de la base se han reducido a 38.

La Gabriel de Castilla, que abrió sus puertas el 19 de diciembre, encara su última etapa de campaña con la presencia de 21 científicos de varias universidades, CSIC e IEO que desarrollan proyectos relacionados con la búsqueda de invertebrados marinos que tengan potencial farmacéutico, la presencia de contaminantes orgánicos o la capa helada de la Antártida, el permafrost.

Según hace constar el comandante jefe de la base, Daniel Vélez, en su diario de operaciones, hasta el momento han pasado por Decepción 12 proyectos científicos y 47 investigadores de 5 nacionalidades, además de numerosas visitas de tripulantes de barcos oceanográficos, militares y turísticos.

Mariano Lastra acumula años de experiencia estudiando los varamientos de macroalgas en las playas de Decepción y las dos últimas expediciones que ha coordinado se enmarcan en un proyecto seleccionado por el Ministerio de Economía en la convocatoria polar de 2016/17 y que recibió una financiación de 50.000 euros.

Según el calendario previsto, la expedición viguesa permanecerá en la base hasta el 12 de marzo. Los científicos regresarán en avión desde Punta Arenas, pero las muestras de algas y microfauna llegarán a través del océano gracias a los dos buques que participan en la campaña antártica, el Hespérides y el Sarmiento de Gamboa, que tiene su base en Vigo.

A igual que las muestras recogidas durante la anterior expedición, serán analizadas en los laboratorios de la Facultad de Ciencias del Mar y también del Centro de Apoyo Científico y Tecnológico a la Investigación (Cacti) de la universidad viguesa.