Natural de Vigo y de 66 años, Guillermo Barros Arias-Castro tuvo que tomar una importante decisión cuando, tras estudiar en la Universidad de Deusto y obtener la licenciatura de Derecho y el grado de Economía, se vio en la tesitura de afrontar su futuro laboral. "Yo entonces ya tenía un trabajo que me habían ofrecido en un banco; pero mis creencias políticas me hicieron renunciar, para disgusto de mi familia; uno tiene que hacer algo en lo que cree y decidí ser abogado laboralista; no me arrepiento", confiesa.

Sus comienzos en la profesión se remontan a 1975 y fueron en Madrid. Pronto se vino a Vigo y compartió despacho con otros dos pioneros abogados laboralistas, Elvira Landín y Fernando Randulfe. Y con ellos ha estado todos estos años hasta que ambos juristas se jubilaron este 31 de diciembre. Guillermo Barros afirma que él aún tiene ánimo y fuerzas para seguir en la abogacía "tres o cuatro años más". "Me siento bien de salud y me gusta lo que hago", dice. Pero no lo hará solo, sino que en este nueva etapa compartirá despacho con su hijo, también de nombre Guillermo. De hecho, este fin de semana estarán de mudanza ya que ambos se instalarán en la calle Cuba.

Al echar la vista atrás afirma que de las cosas de las que se siente más orgulloso, de las que recuerda con más cariño, es de cuando un juzgado vigués dictó la primera sentencia de acoso sexual que hubo en España. Él era el letrado de la víctima. "Los temas de acoso sexual o laboral son tremendamente duros; más que un abogado tienes que ser un cuidador, un padre de la persona perjudicada; sufres más que con cualquier otro asunto", subraya.