El Vigo agujereado, al descubierto. La exploración por parte de miembros del Club Montañeros Celtas de túneles, galerías subterráneas y cuevas localizadas en distintos puntos de la ciudad y su entorno ha permitido constatar el estado de un curioso patrimonio histórico desconocido por la mayoría de los vigueses. Un año de incursiones por angostos y oscuros pasillos que prueban desde la fascinante acción de la naturaleza en As Covas do Folón en Coruxo hasta la magnitud de un pasillo secreto en la ETEA.

Esta primera fase de la investigación ha deparado incluso hallazgos cuando menos sorprendentes. Como el hecho de que un trazado ferroviario construido hace más de medio siglo por donde circulaba el conocido como "Tren del pescado" concluya en el aparcamiento de un edificio de Rosalía de Castro. Ni la comunidad de vecinos de este inmueble sospechaba que por esa vieja pared que delimita la plaza número 17 saliera antaño el convoy que rompía el sueño a los residentes en García Barbón.

Este grupo de Montañeros Celtas cuenta con una amplia experiencia en la práctica de la escalada y espeleología, no en vano se formaron en el legendario club que ha consagrado a figuras del alpinismo como la concejala de Medio Ambiente de Vigo, Chus Lago. Aunque se han adentrado en zonas de mayor riesgo, la complejidad de las exploradas en Vigo reside precisamente en los escasos datos que hay, por ejemplo, sobre las dimensiones o estado de conservación de los enigmáticos pasadizos. Por esta razón sus incursiones constituyen, sobre todo, una valiosa herramienta documental. Pero se queda corta.

Motivados por los primeros resultados, ahora el grupo de Montañeros se propone ahondar en la investigación de las excavaciones de la fase inicial y ampliarlas a otras igual de desconocidas ubicadas en suelo vigués. Con este objetivo se han dirigido a la Gerencia de Urbanismo solicitando los permisos necesarios para acceder allí donde el acceso está prohibido o restringido.

Todos sus recorridos subterráneos han sido grabados en vídeos que se pueden ver en el canal de YouTube "Producciones Montana". Imágenes que nos introducen en las entrañas de una ciudad hasta ahora olvidadas.

1.- El surtidor de agua bajo Valladares

El ayuntamiento de Vigo proyecta llevar las aguas de nuestros manantiales para el abastecimiento de aquella ciudad. De llevarse a cabo, nosotros quedaríamos reducidos a la mayor de las miserias, tendríamos que emigrar o dejarnos morir de hambre. [...]". Con estas palabras extraídas del libro As covas de Vincios de Marcos Vaqueiro (y otros autores), el 12 de octubre de 1929, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Zamáns se dirigía a Basilio Álvarez (sacerdote, periodista y político español) para que intercediese ante los poderes públicos.

Este proyecto sigue hoy en uso. Se trata de un túnel de 2.000 metros bajo el suelo de Valladares que aprovisiona a Vigo de las aguas de Zamáns. Cuenta en su interior con curiosas y delicadas formaciones, restos de la instalación eléctrica de la época y varios tramos reforzados por riesgo de derrumbe con las vías de las carretas usadas en la ejecución del subterráneo. "La encontramos gracias a vecinos de la zona", explica Diego Moreira.

En los primeros 100 metros de su interior hay restos de anteriores visitantes, pero según se avanza se pierde de vista la entrada y comienza la oscuridad total. Con una altura máxima de 1,80 metros reducida en algunos puntos, en su tramo intermedio hay una chimenea que sale en la mitad de A Pasaxe con vistas al Galiñeiro. Avanzar no es fácil, por la altura en algunos puntos y varios pasos estrechos en las zonas reforzadas, y sobre todo por el suelo, de barro y agua que no deja ver algunos de los agujeros de la canalización. "Es necesario avanzar despacio y con cuidado. Aunque no se atisba la salida, una ligera corriente de aire indica que debería existir alguna", sospechan.

2.- La galería del castillo de San Sebastián

Del castillo de San Sebastián apenas se conservan los muros de su lado norte, dos garitas y una de sus entradas. Situado sobre un montículo en la parte baja de O castro fue construido en el siglo XVII por la necesidad de defensa de la ciudad de Vigo frente a los piratas ingleses, aliados de los portugueses en la Guerra de la Restauración de Portugal (1640-1668). En la actualidad esas antiguas defensas esconden varios túneles en su interior. "Su entrada está algo escondida y en mal estado, pero una vez superada se accede a varias galerías de la época que pasan bajo el propio castillo", precisan los Montañeros.

Recorrerlos entraña una enorme dificultad. "Son similares a catacumbas y caminar por su interior requiere de un esfuerzo titánico", inciden. Su entrada principal tiene una estructura en muy buen estado. Tal vez por esta razón los metros iniciales acabasen convertidos en un estercolero, con restos de basura y otros más desagradables, prueba del paso de personas. En cambio, Diego Moreira describe que "en un lateral de la sala, detrás de una piedra empieza la galería bajo el castillo; una galería con otro túnel anexo por la que solo gente pequeña o hábil logra pasar. Esta zona sí está tal cual se dejó de usar en la época".

Por su apariencia, el grupo de Montañeros sostiene que podría tratarse de una posible vía de escape del castillo, "pero su finalidad posiblemente sea la de un canal de agua, debido a la inclinación y desbaste de la caseta de piedra de acceso que junto a otros túneles de la zona servirían para llevar agua desde el castro hasta A Laxe".

3.- Coruxo oculta un tesoro granítico

As Covas do Folón, en Coruxo, "son uno de los tesoros subterráneos de la Galicia granítica", afirma el grupo de Montañeros Celtas. Por un sistema de cavidades pseudocársticas formado por un cañón en granito enterrado bajo un caos de bloques discurre un río subterráneo durante más de 200 metros. La acción del paso del agua por los huecos formados por los bloques genera varias galerías con un desarrollo superior a los 900 metros. Según M. Vaqueiro, del Club de Espeleoloxía A Trapa, está considerada como "la tercera cueva granítica en desarrollo del mundo, y la quinta de la Europa occidental".

Una cueva sobre la que el Clube Espeleolóxico Maúxo y el Instituto Universitario de Xeoloxía "Isidro Parga Pondal" de la Universidad de A Coruña llamaron la atención en 2009 por sus valores científicos, biológicos, etnográficos, históricos y paisajísticos, así como por el hecho de declararlo como "monumento natural". Los trabajos de este club han puesto al descubierto que en el interior se conservaba, ignorado, "lo que es hoy un denso yacimiento de relevancia prehistórica que abarca todo el proceso de neolitización, datado entre el cuarto y el tercer milenio antes de nuestra era", incide Diego Moreira, uno de los integrantes del grupo de Montañeros Celtas.. En total se recuperaron 53 piezas arqueológicas, como molinos, morteros y vasos cerámicos, muchos bien decorados.

Se puede acceder a ella por muchas entradas, algunas fáciles para un simple contacto y otras complicadas por su estrechez o verticalidad. En su interior, una laberíntica red de pasajes y el estruendo del Rego da Rega al circular en la oscuridad. "Y algunas sorpresas, como una espectacular cascada de unos 6 metros o algunas llamativas formaciones", resalta Moreira.

4.- Secreto militar en Teis

Entre los años 1926 y 1927 se excavaron en el monte de A Guía (Teis) seis túneles. Los cinco primeros son pequeñas galerías de 10 a 30 metros de longitud donde la principal utilidad que se les dio fue la de almacenar -por motivos de seguridad- munición, minas submarinas, torpedos y tubos. Por la falta de muelles -el espigón Este de la ETEA comenzó a construirse en el año 1957 - todo este material se transportaba desde aquí a las unidades navales sobre la cubierta de gabarras.

"Con el tiempo, estos túneles se destinaron a pañoles, almacenando todo aquello que no tenía utilidad. Precisamente por haber tenido tanto uso estos túneles son los más conocidos por quienes pasaron por la Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada", apuntan los Montañeros Celtas.

Pero el monte de A Guía esconde otro secreto que intriga a estos exploradores. Un gran túnel de unos 100 metros de desarrollo y de gran magnitud "donde la imaginación sugiere que se podría tratar de un pasadizo que comunicaba el muelle de carga con la Antigua Escuela de transmisiones, un refugio en caso de ataques aéreos o un dique para submarinos durante la II Guerra Mundial", plantean. Sin embargo, algunos miembros de la asociación de antiguos alumnos de este recinto militar (Marinetea) dicen que la historia de este subterráneo "es casi nula". "Nos aseguraron que su fin estaba por ver, que nunca llegó a concluirse por lo que solamente sirvió para almacenar toda la chatarra que estorbaba. Que se trataba de una obra inacabada", añaden.

Escondida bajo un montón de silvas y arbustos, "impresiona su gran entrada en arco de piedra que invita a adentrarse en la oscuridad", detalla Diego Moreira. Por su tamaño y aspecto dicen que parece "una gran cueva natural". Para entrar es necesario pasar por una motaña de escombros, "algunos de ellos en equilibrio y en mal estado" A partir ahí, las sensaciones se disparan: "Estás en otro sitio, como en una gran cueva oculta con aire militar".

5.- Final en un garaje de Rosalía

La exploración más sorprendente de cuantas protagonizaron este grupo de Montañeros Celtas en la primera fase de su peculiar investigación se llevó a cabo en pleno corazón urbano de Vigo. Aunque en este caso la curiosidad por estudiarlo venía de muchos años atrás, de cuando uno de ellos era un chaval que prefería las aventuras al fútbol. "Una de esas aventuras era bajar con unos amigos, desde Travesía de Vigo a la antigua vía del tren y seguir hasta la entrada de un enorme túnel cerca de García Barbón. La entrada era enorme y la oscuridad de su interior total, así que entrábamos todos juntos con ayuda de una pequeña linterna", rememora.

En aquellas incursiones los intrépidos adolescentes descubrieron que el túnel contaba con varios tramos secundarios en su interior, mucho más pequeños, "donde podíamos entrar a gatas". "Jugábamos a ver quién se atrevía a llegar más lejos a oscuras, dejando como prueba una rama al final del recorrido", relata. Observaron también garitas de protección en los laterales y en algunos zonas pequeños desprendimientos en el techo. Pero lo más curioso, enfatiza, "era el final del túnel, tapiado, con un pequeño respiradero en la parte superior. Siempre nos amontonábamos junto a la pared para intentar ver lo que había al otro lado".

Con este recuerdo interiorizado decidieron que había llegado la hora de despejar de una vez por todas el enigma de aquel túnel de la niñez. Como ocurre incluso en investigaciones más complejas, la memoria popular ofreció pistas cruciales. "Recorrimos el barrio preguntando a los vecinos con la suerte que nos topamos con una señora que vivía en uno de los edificios construidos sobre el túnel", cuentan aún fascinados.

Caminando por Rosalía de Castro, la vecina les contó cómo el antiguo "Tren del pescado" circulaba por el túnel de García Barbón hasta salir justo donde ahora se encontraba su edificio;y continuaba por la antigua calle Roupeiro para acabar en el muelle del Comercio.

"Nos dijo cómo era antes el antiguo barrio de Roupeiro y fue creciendo Rosalía de Castro hasta tapar la salida del túnel. Que la existencia del túnel quedó olvidada hasta la construcción de un parking subterráneo, que tuvo que hacerse más pequeño, y que incluso tiembla el edificio cada vez que pasa un Vitrasa". A esta información la señora sumó las indicaciones necesarias para que el grupo lograra llegar al túnel. Cuando dieron con él no daban crédito. Lo que "había al otro lado" era una plaza de garaje, la número 17, "posiblemente el garaje más antiguo y con más historia de toda la ciudad", ensalzan sus descubridores.