Zoe Ayestarán y Sara Jiménez son dos empresarias vigueses que desde hace más de un año destinan su tiempo a libre a trabajar uno de los huertos de Sardomela. El haber crecido sin un pueblo de referencia motivó que estas dos jóvenes se interesasen por el mundo de la agricultura y el cultivo a pequeña escala. Ahora, año y medio después ya son ´dueñas´ de su propia parcela de tierra.Y es que el programa de huertos urbanos de Vigo entra en una segunda fase donde los usuarios más veteranos y con más experiencia disponen desde finales del año pasado de una parcela propia en la que trabajar de forma independiente.

Esta iniciativa fue impulsada por el Concello no solo ante la gran demanda e interés del proyecto, sino para ofrecer una motivación extra a aquellos ´ases´ del sacho. "Arracamos hace un año más por probar que por otra cosa, pero ya desde el principio vimos que era una forma genial de distraerse del trabajo. Teníamos ganas de tener nuestro propio espacio y adaptarnos más a nuestro horario", señalan las jóvenes.

Por el momento tan solo una veintena de usuarios disfrutan de esta nueva actividad. Para ello se habilitaron unas parcelas especiales en los huertos de Ramón Nieto y Sardomela. Conseguir tu propia parcela conlleva mucha más responsabilidad y no todos son aptos para ello. "Aunque nosotros podemos ayudarlos, ahora ya todo depende de ellos: lo que plantar, cuando, qué días venir, cómo hacerlo?las directrices las fueron aprendiendo en en Nivel I, ahora solo tienen ponerlas en práctica", señala Gerardo Fernández, uno de los técnicos de las fincas.

En esa veintena de expertos se encuentra María Fernández, quien fue de las primeras en plantear esta nueva fase. "Al tener que regirte por un horario te limita mucho en el trabajo, así que propuse la idea de poder llevar un huerto propio", señala esta viguesa, quien reconoce que la experiencia de este primer mes está siendo fructífera. "Antes estábamos muy bien, pero la autonomía que tienes ahora es inmejorable. Es tu finca, tu producto, lo ves crecer y sabes que todo ha sido fruto de tu trabajo. Podrá sonar raro, pero sientes una recompensa enorme", señala esta jubilada.

¿Y en qué consiste esta autonomía? Desde el día de sembrado hasta el tipo de producto. "Por mucho que podamos elegir, durante el Nivel I hemos aprendido qué tipo de producto va mejor con la época del año. Por ejemplo ahora estamos plantando todo tipo de coles, cebollas, puerros, guisantes, habas...lo bueno de esto es que todo lo que te dan lo puedes repartir con tus hijos. Como si fueran al pueblo y se llevaran productos del campo, tal cual", bromea María Fernández. Más que un aprovechamiento de los alimentos, el estar en contacto con "algo físico" es lo que motivó a Zoe y Sara a continuar con este proyecto. "

Empezamos sin saber nada de nada, pero al estar todo el día con elementos virtuales, agradeces el contacto con algo físico. A día de hoy es nuestro principal hobby, venimos dos veces por semana en el momento que queramos y nos tomamos también nuestro tiempo para sembrar y preparar las cosas a nuestro gusto", señalan las jóvenes empresarias.

Roberto Álvarez también cuenta con una de estas parcelas para uso propio. "Tampoco sabía absolutamente nada del campo, pero ahora me encanta. Si puedo vengo todos los días, aunque solo sea a mirar cómo van. Los bancales son ahora más grandes, de 20 metros cuadrados para plantar lo que más te guste", apostilla. Esta nueva etapa todavía acaba de arrancar, pero ya son muchas las peticiones de usuarios que buscan tener su propia parcela en pleno centro de Vigo para disponer de productos de "primera calidad".