"Nunca hemos estado tan controlados y sabiendo tan poco sobre los que nos controlan", sostiene Doval sobre un mundo virtual dominado por algoritmos secretos en el que nada es neutro y todas las herramientas buscan hacerse indispensables: "Nos sobra información y contactos".

El ayuno digital ha enfrentado a los universitarios a su dependencia: "Les chocan cosas que el día anterior hacían ellos. Leer sus comentarios es una satisfacción enorme. Les achacamos superficialidad pero es que están metidos en una vorágine. Y, cuando se detienen un momento, la mayoría son encantadores y con capacidad para reflexionar. Lo que escriben es genuino y les agradezco muchísimo el esfuerzo. Han sufrido pero se han dado cuenta de lo que les está pasando".

Y eso que la mayoría optaron por "ayunar" en festivo o fin de semana. Uno de los participantes admite que cuando comprobó sus mensajes y las redes al final del día se dio cuenta de que "no se había perdido nada" y otros tuvieron la sensación de recuperar el contacto con lo cotidiano. "Hice lo mismo que otras veces, puse la mesa con mi abuela pero esta vez la escuché y también le presté atención a las historias de la mili de mi abuelo", relata una alumna.