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El Chuvi, en el top mundial para operar aortas rotas por aneurismas

La supervivencia de los enfermos operados de urgencia por este motivo es del 61%

La aorta, que distribuye la sangre que sale del corazón, es la principal arteria del cuerpo humano. Cuando sus paredes se debilitan en un punto, este tubo se dilata formando lo que se conoce como aneurisma. Si no se trata, puede seguir creciendo hasta romperse. Cuando esto sucede, se cuenta con poco tiempo antes de que la hemorragia provoque la muerte del paciente. A la mesa del quirófano del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Chuvi han llegado en los últimos once años 64 de estas urgencias. Más del 60% han sobrevivido. Es una tasa que lo sitúa entre los mejores del mundo en el abordaje de estos casos.

Las cifras proceden de un estudio que el servicio vigués publicará próximamente en una revista médica. En concreto, este trabajo establece en un 39% la mortalidad postoperatoria de los pacientes operados en el complejo vigués tras la rotura de un aneurisma de aorta. En toda la literatura científica publicada este porcentaje se mueve entre el 40% y el 80%.

¿Cómo ha logrado estos buenos resultados? El jefe del servicio, José Manuel Encisa de Sá, los atribuye a la "gran experiencia" que los cirujanos vasculares del complejo vigués han alcanzado gracias al elevado número de aneurismas de aorta que operan de forma programada. En 2015 fueron 50, más que en la mayoría de los complejos españoles, debido tanto al tamaño de la población asistida como a sus características, por ejemplo, el envejecimiento. El doctor destaca que también ha contribuido a ello el buen manejo de estos casos por parte de los anestesistas, así como los protocolos establecidos con el Servicio de Urgencias, que permiten una rápida intervención.

La mayoría de las personas con aneurismas de aorta no suelen tener síntomas o estos se manifiestan ya muy tarde. Habitualmente se detectan por casualidad, en una prueba de imagen solicitada por otro motivo. Cirugía Vascular también hace a sus pacientes ecografías de cribado cuando considera que reúnen factores de riesgo -edad, hipertensión, tabaquismo...-. Además, desde hace dos años, ha establecido un protocolo con los médicos de familia en este sentido.

Así, muchos de los pacientes que llegan al servicio de urgencias tras romperse un aneurisma de aorta no sabían ni que lo sufrían. Cuando salta la alarma al detectarlo con un TAC, lo llevan literalmente corriendo al quirófano. Hay que intervenir en minutos para contener la hemorragia y reparar la arteria.

Las operaciones de aneurisma de aorta representan el 8% de las operaciones que realiza Cirugía Vascular, pero son las de mayor envergadura. Del medio centenar que hicieron en 2015, la mitad ya fueron sin abrir el tórax y el abdomen del paciente, con la disminución de los riesgos que eso significa. Se hace introduciendo catéteres por pequeñas incisiones en la ingle y conduciéndolos hasta el punto donde está el problema, guiados por imágenes de rayos X.

El aneurisma es común cuando se sitúa por debajo de la salida de sangre a los riñones, ya que la interrupción del flujo no afectaría a un órgano vital. Pero cuando es por encima, afectando tanto a estos como al hígado o al aparato digestivo, se consideran complejos. En el Chuvi, a lo largo de 2015, operaron ocho de estos casos con cirugía tratamientos endovasculares -sin abrir-.

En todos ellos utilizó una técnica novedosa, mediante la que colocan en el interior de la arteria del paciente una prótesis realizada a medida para cada paciente. Mediante los catéteres, esta se conduce plegada hasta el aneurisma, donde se expande. Esta especie de malla creará una conducción alternativa por el interior de la arteria dilatada, para que el flujo de sangre no siga debilitando sus paredes hasta romperlas. La prótesis tiene unos orificios que hay que encajar con cada una de las ramas que parten de la aorta para alimentar a los órganos. Para comunicarlos, los cirujanos tienen que introducir stents por cada uno de ellos. Un laborioso trabajo en vasos de anchos milimétricos.

En la cirugía convencional se abre el abdomen o el tórax. Se interrumpe la circulación de sangre para poder retirar el trozo de la aorta afectada y sustituirla por una prótesis, que se coserá a cada arteria. Los riesgos son mayores y, por tanto, la tasa de mortalidad, también -de entre un 15 y un 27% frente al entre 3 y 9% de la endoprótesis-.

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