Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La huella del Sektion IIIb en la comarca

Vigo y el espionaje en la antesala de la Gran Guerra

José Ramón Cabanelas, miembro del IEV, desentraña los vínculos con el espionaje alemán a partir de una postal en clave enviada desde la ciudad en 1910

La residencia del Cable Alemán en la antigua carretera de Baiona se inauguró en el año 1910 y sirvió de apoyo logístico cuando estalló la Primera Guerra Mundial. // Faro

Cuando el 20 de enero del año 1910 uno de los colaboradores del general mayor Friederich Gempp -mano derecha del jefe de los servicios secretos del Ejército alemán Wilhelm Heye- enviaba un mensaje criptografiado desde Vigo a Alemania a través de una tarjeta postal, no podía sospechar que años más tarde en sus memorias, el general mayor Gempp, desvelaría de una forma pormenorizada el funcionamiento interno de la Geheime Nachrichtendienst des Heeres, el servicio de inteligencia secreto alemán más conocido con las siglas ND.

Y es que según Gempp, aunque el barón Stieber ya contaba en el año 1866 con un servicio secreto con sección política y naval, sería pocos años después de la victoria que alcanzaron los alemanes ante el todopoderoso ejército francés en la guerra Franco-Prusiana del año 1870, cuando surgió la necesidad de crear una pequeña unidad para realizar tareas de espionaje militar. El vasto territorio en el que se había convertido Alemania tras la unión de los reinos de Prusia, Baden, Baviera, Württemberg y la Confederación Alemana del Norte, demandaba una vigilancia especial en los territorios limítrofes con sus dos mayores rivales políticos, económicos y militares: el Imperio Ruso y Francia.

El servicio de espionaje, que constituía una división más dentro del Estado Mayor y estaba dirigido desde Berlín, recibió el críptico nombre, a partir del año 1898, de Sektion IIIb. Su personal, que era sometido a un duro entrenamiento en academia militar antes de formar parte de la unidad, el sobrenombre de Nachrichtenoffizieres o simplemente NOs. Cuando en el año 1914 estalló la Primera Guerra Mundial la sección estaba formada por un oficial jefe, dos oficiales adjuntos a la oficina central y l1 NOs. Seis de ellos estaban destinados en cuarteles de la frontera occidental próximos a Francia y Bélgica, concretamente en las ciudades de Estrasburgo, Metz, Saarbrücken, Múnster y Coblenza. Y los otros cinco estaban en la Prusia Oriental en Königsberg, Allenstein, Danzig, Posen y Breslau, ciudades cercanas a la frontera con el Imperio Ruso.

La discreción de estos oficiales especiales de inteligencia, por evidentes motivos de seguridad, hacía que actuasen de forma individual y nunca en grupo. De ahí la aureola de intriga que siempre los ha acompañado figurando entre sus objetivos, además del acceso a documentos secretos, el potencial militar del enemigo sobre el territorio. Con el inicio de la carrera naval con Gran Bretaña en el año 1903, los tentáculos de la Sektion IIIb, cuyos agentes comenzaban a actuar como una policía secreta más, se extendieron hacia los puertos británicos más importantes y hacia alguno más, como Vigo, donde la Royal Navy permanecía tres o cuatro días realizando maniobras de entrenamiento militar y podían ser fácilmente observados desde la costa.

En el año 1909 el Cuerpo Diplomático alemán se hace con los servicios de Eberhard von Stohrer, y tras un período de formación en Berlín es destinado en el año 1912 a la capital de España como secretario del embajador Maximiliam Karl Wilhelm Ratibor con la misión de organizar una red de espionaje en la Península. Contó en primer lugar, desde el año 1913, con el agregado militar Arnold von Kalle que instaló la sede oficial de la agreduría muy cerca de la propia Embajada y fue, sin duda, el alma máter del servicio de espionaje del Ejército alemán en España, llegando a controlar una enorme red que incluso operaba fuera del país. Otro de los altos mandos de Von Stohrer sería el agregado naval de la Embajada, Hans von Krohn, que con el rango de teniente de navío se incorporó al servicio en el año 1915. Cuando se recrudeció la guerra y Alemania cambió la estrategia en la acción submarina, Hans von Krohn se responsabilizó del océano Atlántico, y Wilhelm Canaris, que comenzó siendo su ayudante, del mar Mediterráneo.

La misión de estos Agregados, que contaban con agentes informantes en las ciudades más importantes entre los que destacaban los representantes consulares y los agentes de primer nivel adscritos al propio Consulado, consistía en vigilar a las fuerzas navales de los Aliados, el transporte marítimo de los numerosos barcos mercantes y trasatlánticos que llegaban y zarpaban de los puertos, además de encargarse del suministro de víveres, combustible y munición a los submarinos que de una forma clandestina se acercaban a la costa. Von Krohn, que con frecuencia se acercaba a Vigo, era un hombre peculiar, y aunque intentaba pasar desapercibido adoptando nombres falsos su ojo de cristal, cuando uno lo tenía cerca, lo delataba. Tenía numerosos colaboradores en la ciudad entre los que sobresalía el cónsul y el director del Cable Alemán, la empresa del cable submarino que desde el año 1896 unió telegráficamente a España con Alemania.

La valiosa información que recibían los Agregados Navales la enviaban semanalmente, por mediación del embajador, al Estado Mayor Alemán en Berlín. Siendo las técnicas que empleaban para comunicarse complejas, como la criptografía que a través de alterar las representaciones lingüísticas de ciertos mensajes los hacía ininteligibles. Los receptores autorizados, a través de un libro de claves, eran los únicos que podían descifrarlos. También se utilizaba tinta invisible o mensajes telefónicos en clave, como hacer un pedido de 10.000 puros, a través de llamada telefónica, daba a entender que cinco cruceros enemigos entraban en el puerto. La eficacia creciente del contraespionaje de la Entente hacía que los servicios de escucha y vigilancia interceptaran cada vez más una gran parte de estos mensajes cifrados enviados por radiotelégrafo o por correo postal, lo que agudizaba el ingenio de los espías alemanes para conseguir pasar la información de forma inadvertida.

Al comienzo de la Gran Guerra, que se estaba convirtiendo en una guerra patriótica más que en una guerra con un fuerte componente ideológico, Alemania disponía de un cuerpo de 17 agregados militares y ocho agregados navales que hacían misiones de espionaje. Todos ellos estaban perfectamente integrados en la buena sociedad de sus países de destino, y encontraron en este contexto un idóneo caldo de cultivo en el que pasar inadvertidos. Los agentes más peligrosos eran los dobles, estando entre éstos incluso algunos jefes que habían sufrido un proceso de conversión mediante el chantaje o soborno. Su modus operandi consistía en traspasar información confidencial a la que no podía tener acceso un simple agente secreto, y entregaban la falsa a sus jefes, jugándose con ello su propia vida. Esto fue lo que le sucedió a la agente alemana H21, popularmente conocida como Mata-Hari que prestó servicio para la inteligencia alemana y la francesa, motivo por el cual fue fusilada en París en el año 1917. El año anterior al fatal desenlace estuvo en Vigo en varias ocasiones, y en su primer contacto con la ciudad, en el mes de enero, pernoctó en el Hotel Continental situado en primera línea del puerto en frente de la Estación de pasajeros. Con tiempo suficiente antes de embarcarse en el trasatlántico de la Lloyd Real Holandés de Amsterdam que la llevaría a su Holanda natal, se desplazó a Lisboa para visitar a unos amigos desde donde envió una misteriosa tarjeta postal a París para su querido Robert de Maguérie.

Durante estos convulsos años, el silencioso combate de los servicios de espionaje y contraespionaje conoció también en Vigo un auge que se hizo más acuciante al ser el puerto peninsular donde se quedaron refugiados un mayor número de navíos de las Potencias Centrales. Muchos alemanes se veían paseando por las céntricas calles de la ciudad, pues en total fueron 11 barcos (seis alemanes y cinco austro-húngaros) con todo el personal de marineros y soldados a bordo los que se quedaron internados durante los cuatro años que duraron las hostilidades. Entre éstos destacaban el buque cablero Stephan de la Deutsch Atlantische Telegraphengesellschaft y el Göeben de la compañía Lloyd Norte Alemán de Bremen. Ambos con radiotelegrafía fueron los que trajeron de cabeza a sus enemigos, pero a partir del año 1917 los agregados navales y agregados militares de los Aliados comenzaron a intercambiarse información, y las denuncias, a través de las embajadas, se volvieron rutinarias acusándolos de espionaje y de abastecimiento a submarinos.

La red de espías alemana que desde la Embajada se configuró en España con personal adscrito a la misma, agregados militares, cónsules y agregados navales contó años antes con la unidad especial del Ejército, la Sektion IIIb, que en puertos estratégicamente situados como el de Vigo tuvo agentes especiales trabajando para la unidad. Dirigida durante los dos últimos años bajo las órdenes de Walter Nicolai, el oficial más joven y de menor rango de la unidad, la Sektion IIIb puso fin a su épica andadura al finalizar la Gran Guerra en noviembre del año 1918.

Compartir el artículo

stats