El presidente del Celta defendió ayer ante cerca de ochocientas personas sus propuestas de futuro para el club en un acto en el que el humor de Carlos Blanco sirvió, tanto en la presentación como en el colofón final, para contrarrestar la seriedad de las alternativas que Carlos Mouriño ofrece para "dar un músculo financiero y un arraigo que dificulte al que algún día lo adquiera que pueda salir de Vigo, no tener un equipo de quita y pon".

"Si hay proyecto habrá Mouriño, y si no no sé si habrá chinos, japoneses, americanos o mi familia pero si hay proyecto habrá Mouriño", aseguró tras la pregunta del humorista Carlos Blanco de si el Celta ya se había vendido "a los chinos".

Como en sus intervenciones de días pasados, el presidente dedicó una parte a explicar la situación actual del equipo y sus posibilidades que pasan por "vender y retirarme, cruzarme de brazos ante la buena situación actual tanto económica como deportiva o levantar la voz y decir que queremos crecer".

Ante la plantilla del primer equipo, jugadores de las categorías inferiores y directivos y empleados del club, Mouriño desgranó uno tras otro los proyectos de ciudades deportivas que aspiró a construir en la ciudad y que no prosperaron. Tras él, en una pantalla gigante, se fueron proyectando titulares de prensa y fotografías de las ubicaciones elegidas en Cabral, Bembrive, Valladares o la finca de San Roque. "No habéis visto el trabajo de despacho inmenso, ocho años cargados de proyectos e ilusiones", explicó para remarcar que el objetivo es lograr que el Concello acepte vender el estadio a través de una subasta pública o le dé "un permiso" para construir uno nuevo que "sea del Celta, que lo administre el Celta, que se equivoque el Celta y que los beneficios del bajo comercial sean para ayudar a su mantenimiento", manifestó.

Ovación de dos minutos

Antes de que Mouriño tomase la palabra, un vídeo de diez minutos puso en antecedentes a los asistentes haciendo un repaso a los diez años de su presidencia con el recuerdo de la grave crisis económica que le llevó al concurso de acreedores y también recuerdo de los mejores momentos deportivos de esa década. "Antes de dar este paso éramos magníficas personas y ahora solo por buscar el crecimiento del Celta ya hemos sido condenados. Hemos pasado de héroes a villanos", dijo ante un público que, tras su discurso, le sorprendió con una ovación de casi dos minutos en la que algunos se pusieron en pie.

Acto seguido, en el turno de preguntas, volvió a tener la mano a un hipotético debate público con el alcalde, del que remarcó que "el trato que tiene conmigo es excelente" y "esto no es un yo contra Caballero o Caballero contra mí". "Otra cosa diferente es que él defienda unos intereses y yo otros", matizó tras aseverar, no obstante, que "no hay Plan General pero lo que menos hay es voluntad política". "Caballero sigue diciendo que no quiere vender Balaídos pero yo sigo manteniendo mi postura de que quiero comprarlo", aseveró Mouriño, al que uno de los asistentes le reprochó que "el Celta ya se está yendo un poco porque en todo el rato no he visto le nombre de Vigo en la pantalla". Otro, también le criticó que ofrezca comprar Balaídos por lo que cuesta su reforma"A lo mejor no vale el precio de la obra, tengamos cuidado", respondió el presidente, que remarcó que "si alguien paga más, será bueno para Vigo".

Al respecto de la nueva sede de Príncipe -en el antiguo Círculo Mercantil, aseveró que "no sirve para arraigar al Celta porque se puede vender y a lo mejor hasta se gana dinero". "Lo que no sería posible es vender un estadio que solo sirve para jugar al fútbol", indicó.

No obstante, aceptó "el viguismo de mantener el estadio de Balaídos" a cambio de "un permiso para hacer otro campo", propuso.