Al conocer la noticia con veinticuatro horas de retraso me fue imposible cumplir con el deber de dar el último adiós a un entrañable amigo, el prestigioso doctor D. Segundo Troncoso Pla.

Se nos fue un eminente profesional que lideraba el ranking de los cirujanos y cuya desbordante personalidad impactaba desde el primer instante. Un pozo de ciencia que podía improvisar una breve lección magistral sobre cualquier tema que surgiese; adornándolo además con un inigualable sentido del humor que provocaba la disputa de su compañía.

Tampoco hacía ascos a acciones emprendedoras y así, desde una pequeña clínica en el chalet de su domicilio, ofreció a la ciudad el magnifico hospital Clínica de Fátima, que dirigió durante muchos años.

Y sus muchas y destacadas dotes se coronaban con la orla de la sencillez, siendo frecuente ver que había cambiado el verde del quirófano o la bata blanca de la consulta por el mono de trabajo para regar y cuidar el huerto de los aledaños del hospital.

Me atrevo a señalar la deuda de reconocimiento público a tan preclaro ciudadano, al que me gustaría pudiese llegar este mensaje de recuerdo y afecto.

Ojalá que a su viuda Pat y sus hijos les mitigue el dolor el orgullo de haber disfrutado de tan excepcional esposo y padre.

Adiós Don Segundo.