El conflicto del transporte amenaza con paralizar el Área Metropolitana. La Xunta y los seis alcaldes del Partido Popular entienden que sin la puesta en marcha de este servicio el ente supramunicipal pierde su sentido. Por eso urgen al alcalde Abel Caballero a que cambie de opinión y lo desbloquee. En caso contrario, no participarán. Sin embargo, hay al menos diez razones que invitan a defender que el boicot no es el mejor camino.

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1 Acuerdo unánime

El 27 de julio el presidente de la Xunta firmaba en Vigo la Ley del Área Metropolitana. Fue un acto sencillo pero de enorme carga simbólica. Un día histórico. Los 14 alcaldes del futuro ente supramunicipal coincidieron en la trascendencia de la jornada. El nacimiento del Área se producía 17 años después de esbozarse su embrión, en la llamada Declaración de Soutomaior. Tras su rúbrica, Alberto Núñez Feijóo llamó a todos a "aunar y redoblar esfuerzos". Abel Caballero calificó el Área de "patria común de sentimientos". Y los demás regidores apostaron por el diálogo y el pacto como instrumentos imprescindibles para operar en el futuro. Hoy estos dos valores cobran más sentido que nunca.

2 Clima de consenso

Y es que más allá de los tropiezos, los parones y las agrias disputas durante el proceso de gestación, el gran éxito del Área es que es el fruto del consenso. Todos los alcaldes, que representan a una población de casi medio millón de habitantes, entendieron que lo realmente importante era apostar por lo que les unía -ofrecer servicios más eficientes a los ciudadanos- y relegar aquellos otros aspectos que les distanciaban. Así que huyeron del regate en corto, de las polémicas partidistas y del botín electoralista. El consenso final fue un ejemplo de sentido de responsabilidad, altura de miras y servicio al bien común. Los agentes sociales y económicos de los 14 municipios así se lo reconocieron. Nada de esto debería haber cambiado.

3 Mucho más que transporte

Las diferencias entre Vigo, la Xunta y los concellos del PP sobre el transporte metropolitana han sido la mecha que ha incendiado la asamblea constitutiva del Área con la consiguiente espantada de los regidores populares. Éstos, instigados por el Gobierno autonómico, entienden que sin el transporte nada tiene sentido. Hasta el punto de que el vicepresidente Alfonso Rueda llegó a tildar de "chiringuito" la futura entidad supramunicipal si no se resuelve antes la movilidad. ¿Pero es realmente así? No debería serlo en absoluto.

Porque la propia ley firmada por Feijóo recoge que el Área tendría otras muchas competencias, a saber: promoción económica, empleo y servicios sociales, turismo y promoción cultural, medioambiente, aguas y gestión de residuos, prevención y extinción de incendios, protección civil y salvamento, ordenación territorial, cooperación urbanística y coordinación de las tecnologías de la información.

¿De verdad cree la Xunta y el PP que no se puede avanzar en ninguno de estos aspectos aunque el asunto del transporte esté pendiente de solución? ¿En ni uno solo? Porque si fuese así, parece que tanto el Gobierno gallego como los alcaldes populares no querían construir una verdadera Área Metropolitana, sino un Consorcio de Transporte Metropolitano. Y la diferencia entre una y el otro son abismales.

4 La vía del Contencioso

Es razonable, e inteligente, que la Ley del Área contemple la posibilidad de que entre los agentes políticos que la constituyen y las administraciones involucradas pudiesen surgir discrepancias, diferencias de criterio, variopintas interpretaciones, es decir conflictos de intereses. En estos casos la norma autonómica indica cuál es el camino a seguir: "A resolución das posibles cuestións litixiosas que se puidesen suscitar por incumprimento o interpretación das súas cláusulas resolveranse, en defecto de acordo entre as partes, e dado o carácter administrativo do Convenio, pola Xurisdición Contencioso-Administrativa".

El caso del transporte parece ajustarse a esta circunstancia, por lo que si Xunta y Concello siguen sin pactarlo, la vía judicial no sólo es legítima, sino legal. En caso contrario, ¿para qué incluir esa advertencia en el texto normativo? La judicialización no es el mejor camino para empezar, pero tampoco hay por qué desecharla. Y menos la Xunta, que se siente poseedora de la razón. Caballero ya ha anunciado que en caso de perder en los tribunales, acatará el fallo y no lo recurrirá.

Pero, mientras tanto, ¿por qué no ponerla en marcha aun en las condiciones que plantea el regidor vigués? Es decir, Vigo pagaría hasta dos viajes de ida y dos de vuelta en el transporte urbano a los vecinos del Área. ¿Qué ganan los regidores de Redondela, Mos o Baiona rechazando esta propuesta al menos hasta que no se desatasque este embrollo? Nada. ¿Qué pierden los vecinos de estos municipios? Pues hasta cuatro viajes en Vitrasa subvencionados. Hagan cuentas.

5 Siete grupos SÍ, uno NO

De persistir en su rechazo no ya a negociar el transporte, sino siquiera a sentarse en la misma mesa, el PP cometería el error de aislarse. El 1 de diciembre la asamblea del Área arrancó con la presencia y los votos a favor de siete partidos diferentes -PSOE, Marea, BNG, Alternativa Canguesa de Esquerdas (ACE), Movemento Salceda, Gañemos y la Agrupación de Electores de Redondela (AER)- y el veto y la ausencia de un solo partido, el Popular.

Además los ocho alcaldes que respaldaron la sesión constitutiva representan a concellos que aportan más de 401.00 habitantes, mientras que sus homólogos populares suman en sus seis municipios unos 78.000 vecinos. Incluso sin Vigo sigue siendo mayoritaria la población (107.00 personas) cuyos regidores defendieron seguir adelante y abrir un debate "desde dentro".

En resumen, el PP, por mucho oxígeno que le insufle la Xunta, está en minoría, una situación que le debería llamar a la reflexión. Salvo que se empeñe en recrear aquel legendario y esperpéntico titular del diario inglés The Daily Mail. "Niebla en el Canal, el continente aislado".

6 El riesgo de "podemizarse"

El debate, la discusión, incluso la polémica, pero también la transacción son consustanciales a la acción política. Lo normal es que los partidos defiendan lo que creen pero sin maximalismos ni estridencias. Los ciudadanos quieren más gestión y menos golpes de efecto o espectáculos públicos. Aunque siempre habrá excepciones.

Podemos, por ejemplo, ha optado en Madrid por una estrategia beligerante, en ocasiones claramente anti o parainstitucional. Entre sus últimas acciones en pos del impacto mediático sobresalió el abandono del Congreso ante el pasmo y las críticas de los demás partidos, con el PP y Rajoy a la cabeza. ¿Acaso aspira el PP del Área podemizarse? ¿O es que plantar el Congreso de los Diputados es condenable y hacerlo en Vigo es un acto de rebelión democrática?

7 Sin alternativas

Esta razón es tan corta como de sentido común. ¿Existe una alternativa a sentarse y hablar? La presidenta del Congreso, Ana Pastor, recordaba durante la celebración del Día de la Constitución que los partidos deben apostar por el diálogo y el entendimiento por el bien común. Y, lo que es más importante, añadía que nadie debe entender la cesión como "una derrota o un fracaso". Poco más se puede añadir.

8 Autonomía política

El Área la componen, de momento, 14 alcaldes y en total 53 representantes. A ellos les corresponderá asumir la dirección del ente. Ser dueños de su destino. El excesivo protagonismo de la Xunta, llevando incluso al Consello Consultivo sus discrepancias -órgano, por cierto, que no respaldó sus tesis-, ha proyectado la imagen de los regidores del PP como correas de transmisión de sus jefes de Santiago. "Que vou facer? Nada. Eu estou a espera do que me digan", confesaba un alcalde popular la víspera de la asamblea constituyente. Y así estuvo toda la jornada, mirando el móvil, hasta que al final alguien le llamó para explicarle "o que se faría". O sea, levantarse de la reunión. Peligroso precedente. Que el Área establezca los oportunos y razonables puentes y cauces de comunicación con otras Administraciones -llámese Diputación, Xunta o Gobierno- no significa que sea subsidiaria de las mismas, un apéndice. Es clave que mantenga independencia de criterio y una dirección propia. Lo contrario sí que sería un chiringuito. Y el PP vigués ya ha vivido en sus propias carnes el precio de convertirse en el otro portavoz del Gobierno gallego, sin la mínima autonomía, en temas claves (fusión de cajas, Peinador o la propia Área). Caballero tiene hoy 17 ediles, el PP, siete.

9 El error de los pulsos

La recientísima historia demuestra que no son tiempos de pulsos. El mantra de "No es no" de Pedro Sánchez a un acuerdo de mínimos con Rajoy cavó la tumba política del líder socialista y abrió un nuevo tiempo en el que el diálogo sobre las cuestiones importantes [investidura, salario mínimo, LOMCE...] se ha impuesto a la trincheras. El propio Feijóo habló de "tender puentes humanos y políticos" en su discurso de investidura. Con Vigo y su Área, también, se supone.

10 Lo mejor enemigo de lo bueno

En un conflicto de posiciones extremas sobre el transporte habría que recordarles a todos la falacia del Nirvana. Ésta nos enseña que "lo mejor es enemigo de lo bueno". Y en política, como en la vida, es un error creer que existe una solución perfecta a un problema particular. El Área es una realidad. Ahora es cosa de todos ponerla en marcha. Hay suficiente materia para empezar a trabajar sobre lo posible mientras se busca una salida a lo, hasta ahora, imposible. Salvo que algunos prefieran perderse en el Nirvana y olvidar su compromiso de mejorar la vida de los ciudadanos.