Las nuevas tecnologías han transformado la manera de impartir las clases, los ordenadores abundan más que los bolígrafos y los clásicos apuntes escritos a mano se han convertido en una suerte de antiguallas. Pero el buen material sigue cotizando al alza entre los alumnos y la red ha multiplicado las posibilidades de compartirlo de forma altruista o de sacarle cierta rentabilidad al esfuerzo a través de un buen número de plataformas. Algunas facultades viguesas incluso han ido más allá y cuentan con su propio repositorio.

Una de ellas es la de Ciencias Jurídicas y del Trabajo. "Desde la delegación de estudiantes decidimos crear una cooperativa hace unos años porque nos parecía una propuesta muy útil. Buscamos información sobre lo que se hacía en otras universidades españolas y creamos un blog y un dropbox específicos. La gente que quiere donar sus apuntes nos los puede enviar por correo y uno de los requisitos para garantizar la calidad es que esa persona tiene que ser también la autora. También les damos la oportunidad de dejarlos en el servicio de reprografía o en nuestro local", explica la responsable de este servicio, Isabel Guerrero.

La joven, que actualmente cursa el máster de Abogacía, fue donante y usuaria de la cooperativa mientras estudiaba el grado. "Más que facilitar el trabajo del alumno supone un apoyo. Siempre es una ayuda poder consultar otros apuntes y, en mi caso, prefería nuestro repositorio a las páginas que te puedes encontrar en internet, de las que no me fiaba tanto", comenta sobre su experiencia personal.

"Muchos compañeros han subido sus apuntes a nuestra plataforma. Nosotros sabemos si son buenos cuando aprobamos o no", añade Zulema, alumna de la carrera de Relaciones Laborales y también integrante de la delegación, sobre la calidad del material ofertado.

La Escuela de Industriales es otro de los centros que ofrece a sus estudiantes un banco de apuntes de los planes a extinguir y de los grados. "Es muy interesante en el caso de asignaturas complicadas o con mucho volumen de información. Y además facilita el acceso a los estudiantes que también trabajan y que no hacen vida universitaria en el campus. Incluso es útil para los alumnos que son muy tímidos y que no se atreven a pedir material a sus compañeros", destaca Carolina, integrante de la delegación y donante del repositorio.

"Yo tuve una asignatura en la que fui tres años a clase. El primero para atender, el segundo para coger apuntes y el tercero para afianzarlos. La profesora es una de las mejores de la escuela pero habla muy rápido y no repite nada", pone como ejemplo del valor y la comodidad que suponen estos escritorios virtuales.

Para garantizar el nivel del material, los donantes tienen que firmar un documento para autorizar su uso y los apuntes son revisados. "Hay veces que se mezclan los de varios alumnos para completar una materia o que se suben varios de una misma asignatura para que el usuario disponga de más información y pueda hacer un compendio", añade Carolina, que actualmente realiza su proyecto fin de carrera.

¿Y qué opinan los profesores? "Nunca nos han dicho nada negativo. Y además respetamos a los que no quieren hacer públicos sus exámenes. El material que no se consigue de forma legal no lo subimos a la plataforma", subraya.

Carolina tampoco es muy partidaria de los repositorios en internet. "Creo que no profundizan tanto en la materia como para dar una información útil", valora.

A estas iniciativas estudiantiles para compartir apuntes se unen en otras comunidades las impulsadas por las propias universidades. Cataluña lanzó la primera experiencia en España, un repositorio de acceso libre y gratuito que actualmente utilizan diez instituciones públicas para difundir todo el material que producen sus docentes.

Pero a pesar de tantas facilidades, en algunos centros prefieren las estrategias de toda la vida. "En Biología, algunos alumnos tienen su propio dropbox de clase pero somos muy de pasarnos los apuntes entre nosotros. Lo que más nos funciona es el mano a mano. Y lo interesante es poder contar con tu propio material y también con el de varios alumnos", señala Brea Carrillo.

A falta de una asignatura para graduarse, este estudiante alude a uno de los peligros del intercambio de material, ya bien sea físico o virtual: "Si cambian los profesores o los temarios, que a veces pasa de un año para otro, los apuntes ya no te sirven. Y en el caso de nuestra carrera se van descubriendo cosas nuevas. A mí me pasó en Zoología, cuando dos géneros pasaron a convertirse en uno solo tras el hallazgo de que las especies estaban emparentadas".