El Concello de Santiago redobla su presión sobre la Xunta en materia de aeropuertos. Después de lustros beneficiándose en exclusiva de subvenciones autonómicas con el consiguiente crecimiento, el alcalde compostelano, Martiño Noriega, urge ahora al Gobierno gallego que convoque el comité de coordinación aeroportuaria para "solucionar las cosas". La exigencia se produce cuando Peinador por fin puede competir en igualdad de condiciones -gracias al apoyo municipal- con las otras terminales con un crecimiento único en España.

Porque hasta hace prácticamente dos años tanto Lavacolla -éste por partida doble: autonómica y municipal- y Alvedro han disfrutado de cuantiosas ayudas públicas que les han permitido elevar sus conexiones y sus tráficos. Mientras tanto Peinador no se beneficiaba de esa política de incentivos por el veto del PP y la Xunta y sufría una drástica pérdida de usuarios. En todo ese tiempo en el que la situación aeroportuaria gallega era claramente discriminatoria con Vigo y disparaba a Santiago y A Coruña, ninguno de sus regidores -de diferentes ideologías- ni los partidos de la oposición manifestaron la mínima queja o protesta.

Es ahora, cuando Vigo despega y los demás aeropuertos ven cómo sus convenios -es decir subvenciones- con las líneas aéreas tocan a su fin, el alcalde compostelano clama. Con las cuentas municipales en números rojos, tiene difícil justificar ante sus vecinos inyectar más millones a las aerolíneas. Pero Noriega se queja de una forma contradictoria. Porque al tiempo que reclama coordinación, reprocha a la conselleira de Infraestructuras, Ethel Vázquez, que su postura no sea de "implicación con la provincia", o sea con Lavacolla y Alvedro.

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La realidad es que la Xunta del PP sólo se ha implicado con esa provincia. Con Lavacolla, otorgándole directamente millonarios fondos públicos para que atrajesen aerolíneas -Ryanair- y con Alvedro consintiendo que su entonces alcalde Carlos Negreira, del PP, firmase acuerdos aeroportuarios.

Pero Noriega va más allá y también censura a Vázquez por mantener una posición de "equidistancia" entre las terminales coruñesas y la de Vigo. A tenor de sus palabras, la posición lógica de la conselleira debería ser la de apoyar a Lavacolla y Alvedro frente a Peinador. O sea, "implicarse más". En otras palabras, volver al modelo anterior, el que condenaba a la terminal de Vigo a la desaparición ante el silencio de los regidores coruñeses y santiagueses. Y también de Noriega, del que no se tiene noticia de su rechazo a aquella evidente discriminación aeroportuaria.