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Liberalización de espacios en los muelles comerciales

El Puerto negocia con Repsol y Tudela derribar sus silos en Guixar para ganar 6.000 m2

La concesión de la petrolera vence en abril del próximo año y la cementera quiere prescindir de espacio ante el bajón de su actividad - Las demoliciones despejarán un ámbito que la Autoridad Portuaria destinará a depósito de carga general

"El espacio en el puerto es un bien escaso". Ante este escenario, la Autoridad Portuaria lleva meses volcada en el objetivo de aumentar la superficie cercana a las muelles empezando por aquella que registra una baja actividad o con una concesión próxima a vencer. Fruto de esta búsqueda localizó dos ámbitos que se propone recuperar a corto plazo por la vía de la negociación con sus actuales inquilinos: Repsol y Tudela Veguín. El Puerto pretende hacerse con 6.000 m2 que ocupan ambas compañías en Guixar. Su primer planteamiento pasa por derribar esas edificaciones resaltadas por las estructuras de los silos. Despejadas por completo las parcelas, las destinará al almacenamiento de carga general.

Los primeros contactos se establecieron con los responsables de Tudela Veguín. Esta cementera cuenta con varias concesiones en los muelles comerciales, fácilmente identificables por sus torres cilíndricas. Pero el Puerto está interesado en recuperar una que suma 2.660 m2. Situada frente a la entrada ribereña de la terminal de contenedores, la compañía cuenta con derecho de uso sobre esta parcela desde marzo de 2013 hasta el mismo mes de 2023. Tudela dispone por tanto de muchos años de permiso, pero en este caso el bache que atraviesa el sector de la construcción ha llevado a sus directivos a sopesar la reducción de costes prescindiendo de instalaciones.

Con esta decisión la cementera confirmaría la sangría de un tráfico granelero que el Puerto se ve incapaz de frenar por derivar de una circunstancia "coyuntural". "Las descargas de cemento bajan en todos los puertos por la situación del sector", justifica López Veiga. Aun siendo así, los directivos de Tudela le avisaron que en la terminal viguesa será más acentuada por la anulación del Plan General de Vigo. Tal vez que el panorama aquí pinte peor para su actividad haya influido para que fuera la empresa la que avanzase al Puerto su intención de renunciar a la mencionada concesión. "De todos modos hay que negociar con la compañía", precisa el presidente.

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Respecto al ámbito de Repsol, López Veiga no aprecia ningún inconveniente para que el puerto recupera el espacio en el plazo de un año. La concesión de la parcela situada junto a la nave de las inspecciones aduaneras se concedió a la petrolera en 1958 y vence el 1 de abril de 2017. En estos 4.027 m2 presididos por cuatros silos se desarrolla una actividad menor, según la información transmitida por los técnicos del Puerto al presidente. Tampoco ningún representante de la compañía ha contactado con Praza da Estrela para mostrar su interés en seguir en Guixar. "Se va a derribar", afirma. Y tan tajante que en este caso asegura que la negociación sólo determinará quién ejecuta la demolición, si Repsol o el Puerto.

Para cuando ambas superficies estén libres y sin obstáculos, la primera propuesta de uso del Puerto sería destinarlas al almacenamiento de carga general. A priori descarta nuevas construcciones en estos ámbitos. "Necesitamos conseguir el máximo posible de espacio diáfano. Viene bien para mercancías y para facilitar la maniobrabilidad al transporte pesado", razona López Veiga.

Una superficie que permanecía reservada para un nuevo PIF

  • La parcela que ocupa Repsol en Guixar lleva tiempo en los planes de la Autoridad Portuaria. Al poco de tomar las riendas de la institución Enrique López Veiga se consideraba idónea para levantar otro Puesto de Inspección Fronterizo (PIF). Por sus dimensiones y sobre todo por la localización, pegada a las actuales instalaciones aduaneras. Entonces aún creía que en el puerto hacía falta un PIF más. Convencido de esta necesidad hasta llegó a proponérselo a los responsables de Sanidad Exterior que, como es lógico, recibieron con agrado el planteamiento. "Pero ahora lo aparto", afirma el dirigente portuario. En los últimos meses ha podido comprobar que los problemas en la inspección de contenedores no obedecen a una insuficiente infraestructura sino que tienen que ver más con la rigidez o exceso de celo de ciertos funcionarios. "Parece que cuantas más bocas, escáners y aparatos más lenta va la inspección. Así que mejor quedar como estamos", reflexiona.

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