Lucía Molares (Vigo, 1968) lleva más de veinte años en puestos de relevancia política, con notables responsabilidades, pero ninguno de ellas en primerísimo plano. Protagonismo sí, pero el justo. Hasta ahora.

Tras licenciarse en Vigo en Ciencias Económicas, Molares fue fichada en Madrid como directora de gabinete de diferentes secretarios de Estado. Su presencia en las instalaciones de una Moncloa presidida por José María Aznar era habitual. Desde entonces ha recorrido una importante carrera: al frente del Sergas en Pontevedra y posteriormente como concejala en Vigo a las órdenes de Corina Porro, una etapa que le permitió ponerse en contacto con muchos vecinos. O sea, darse a conocer.

Estrecha colaboradora de Ana Pastor, una figura que la ha protegido y patrocinado, Molares desempeña en los últimos años el cargo de directora general del Sepes, dependendiente de Fomento.

Los que la han tenido como compañera coinciden en que es trabajadora y eficaz, pero, añaden, "con un carácter difícil; no hay dos días iguales y tiene un alto concepto de sí misma. Curiosamente en el gobierno de Corina protagonizó sonoras broncas con Guerra", relatan.

Molares abandera a una parte del sector crítico, pero siempre dentro de un orden. Porque no es partidaria ni de rebeliones ni algarabías públicas. A su favor su currículum; en su contra, no contar con el afecto de Feijóo y la lejanía. Irse a Madrid la ha distanciado de los focos quizá en el peor momento: cuando por fin ha decidido acapararlos en solitario.