Con la ciudad más poblada e industrial de Galicia convive una importante colonia de caballos. El incidente protagonizado la semana pasada por tres equinos que desbocados recorrieron la Avenida de Madrid revela cuán estrecha es la frontera entre el mundo rural y urbano en Vigo. Según el censo de la Xunta, en el municipio olívico hay 287 explotaciones inscritas de forma específica para el acogimiento de estos animales con un total de 568.

Este número no representa ni mucho menos la densidad de la población equina en Vigo. Faltaría por sumar los ejemplares que bien por decisión de sus dueños viven al margen de la ley, o por su condición de salvajes deambulan por el monte sin ningún control. Desde 2003 existe abundante legislación que busca evitar precisamente ese descontrol sobre los caballos. Como por ejemplo, la ley de Sanidad Animal, que obliga al recuento de todas las explotaciones ganaderas de la comunidad, o el reglamento de la Comisión Europea de 2008 que impone la identificación de los equinos mediante transpondedores electrónicos como método general, aunque permite usar otros mecanismos alternativos si así lo estiman las autoridades regionales. En Galicia, la Consellería de Medio Ambiente es la responsable de la identificación de los animales de las explotaciones ganaderas, mientras que en el caso de los salvajes, la competencia recae en los ayuntamientos.

A diferencia de lo que ocurre en otras comunidades españolas, la gallega cuenta con un sistema de explotación de caballos en régimen de libertad que, por su dimensión y dispersión, no tiene parangón con el resto del país. Gracias a la colaboración de veterinarios autorizados y colegiados se han conseguido controlar a todos los equinos que viven en la comunidad, y estos superan en la actualidad las 37.400 cabezas.

Tanta vigilancia sobre las explotaciones equinas se justifica desde la Xunta en el intento de preservar la seguridad de los caballos además de evitar posibles incidentes como el ocurrido en la Avenida de Madrid hace escasos días. El sistema de identificación de los équidos en el ámbito gallego consta de varios elementos. Primero obtienen un documento de identificación equina (DIE) permanente y único para cada ejemplar y después se le aplica un transpondedor para establecer un vínculo entre dicho escrito y el animal. Por último, cada registro se incorpora a una base de datos informatizada en el que el caballo obtiene un número fijo y único (NPU).

Permisos en regla

Los caballos capturados en la Avenida de Madrid tenían todos estos papeles en regla, según informaron fuentes municipales. El propietario de los mismos denunció que alguien había manipulado el pastor eléctrico de la finca cercana en la que se encontraban e incluso les habían azuzado para que saliesen al galope. Pese a ello, la Policía Local abrió un expediente para investigar a fondo el caso.

A pesar de ese más de medio millar de equinos que habitan en el municipio, los incidentes con caballos dentro de los límites vigueses son escasos. Con todo, cuando se adentran en el tejido urbano suponen un problema de seguridad vial. Los vecinos de Samil aún recuerdan aquella noche de hace una década cuando un caballo embistió contra un coche dejando malherido a su conductor.