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Fue noticia en 1841

Un hombre generoso

José Policarpo Sanz Souto, al que el ayuntamiento dedicó una de las principales calles de la ciudad, nació en Marín pero dejó que toda su fortuna se invirtiera en Vigo

Retrato de José Policarpo Sanz. // FdV

Pocos hombres que no nacieron en Vigo fueron capaces de estar tan ligados a la ciudad a través de símbolos. Uno de ellos es José Policarpo Sanz Souto, un marinense de padre tudense y madre viguesa que se instaló en la ciudad desde muy joven. Aquí residió hasta los 18 años, cuando emigró a Cuba. Iniciaba una etapa fascinante de su vida. Allí, y también en Estados Unidos, fue donde logró su fortuna. Y cuando falleció, en París en el año 1889, dejó un testamento histórico. Dejaba todo su legado a la ciudad de Vigo. Solo puso como condición que se donara cuando falleciera su esposa, Irene de Ceballos. El ayuntamiento de la ciudad le rindió altos honores en 1890 cuando sus restos mortales llegaron al puerto y fueron trasladados al cementerio Picacho. Algunos años más tarde se trasladaron a Pereiro.

La vida de José Policarpo Sanz Souto transcurrió entre Vigo, La Habana, Nueva York y París. Fue en Cuba donde logró algunos de sus mayores gestas personales. Comenzó como un empleado en un banco y poco a poco ascendió. También se codeó con importantes personas de aquella época. En Cuba existía una importante colonia de gallegos. Todos emigrantes en busca de oportunidades. José Policarpo Sanz Souto no tardó mucho tiempo en dar un salto todavía mayor. Fue a Estados Unidos y allí conoció a Irene de Ceballos. Hija de una acaudalado empresario, su relación terminó en boda. Ella, aficionada al arte, inculcó también esa pasión a su marido.

Ambos realizaron importantes inversiones culturales. Gastaron dinero en una colección de arte que se convirtió en una de las más prestigiosas de la época. Cuando falleció José Policarpo Sanz Souto, un total de 94 lienzos fueron donados al museo de Castrelos. Muchos de ellos se conservan allí en la actualidad.

Pero su labor también incluía otros aspectos llamativos. Junto a un grupo de personas cero la Sociedad de Beneficencia de Galicia, la considerada como la primera asociación de gallegos que eran emigrantes. Una entidad que realizó numerosas actividades y que tenía como una de sus grandes filosofías el poder ayudar a las personas que dejaban Galicia en busca de una vida mejor.

José Policarpo Sanz Souto falleció a los 48 años después de sufrir una grave enfermedad. Sus restos mortales estuvieron varios meses en París, hasta que su esposa decidió trasladarlos a Vigo, tal como era el deseo de su marido. El ayuntamiento de la ciudad se hizo cargo de los gatos. El primer día de septiembre de 1891 llegaron al puerto.

Se organizó un comitiva en la que participaron miles de personas. Fue un sentido homenaje que tuvo momentos de gran emotividad. Uno de los más importantes se produjo en la calle que ya llevaba su nombre. Allí figuraba una placa de mármol que había costado 77 pesetas.

El féretro fue conducido al cementerio Picacho, ubicado en la carretera de Baiona. Años más tarde se trasladaron a Pereiró, donde están en la actualidad. El Ayuntamiento de Vigo había convocado un pleno extraordinario el 26 de agosto de 1890 en el que se leyó el documento que había sido enviado por la esposa y que fue redactado y firmado en Nueva York.

En el mismo quedaba claro que la fortuna de José Policarpo Sanz Souto quedaba para la ciudad de Vigo. Según algunas fuentes, eran un total de 346.026,16 pesos de oro. Además de los cuadros, también se dejaba dinero para construir el instituto Santa Irene y una donación especial para el desarrollo del Hospital Municipal. Todo ello se realizó a partir de 1935, año en el que falleció Irene de Ceballos.

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