La Universidad redujo en 2015 su huella de carbono un 7,7% en los tres campus respecto al año anterior. La Oficina de Medio Ambiente (OMA) recoge en su informe que pasó de emitir 21.397 toneladas de CO2 a 19.749, lo que equivaldría a un total de 3.791 hectáreas de bosque. Los datos ratifican una tentendencia negativa desde 2009, cuando se alcanzó un máximo histórico con más de 23.000 toneladas de gases de efecto invernadero.

La movilidad se mantiene como la principal fuente de emisión y supone el 54% del total, de ahí que cualquier cambio en el número de desplazamientos o en los hábitos de transporte supondría mejoras destacadas.

Le siguen la edificación -18%-, la electricidad -16%- y el gasóleo -9%-, mientras que el papel, los residuos, el gas natural y el agua suponen una aportación muy baja y apenas suman un 3% entre todas.

Para reducir su huella, la Universidad ha tomado medidas de ahorro en iluminación, ha sustituido calderas o mejorado la eficiencia de los edificios, además de impulsado la sensibilización.