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"Don Antonio salió hecho polvo y casi sin poder respirar; dijo que lo querían matar"

Una catequista que rezaba en el oratorio de la iglesia de Santa Rita fue la primera en auxiliar al cura agredido -"Un joven salió disparado y después otro; solo los vi de refilón", recuerda

La misa oficiada ayer por la mañana en la iglesia de San José Obrero y Santa Rita. // Ricardo Grobas

"Don Antonio salió con la cara ensangrentada, echándose la mano al pecho y malamente podía caminar y respirar; lo agarré y él decía 'me querían matar, me querían matar". Todavía conmocionada por lo sucedido, la que es una de los principales testigos del caso de la agresión al párroco de San José Obrero y Santa Rita de Vigo recordaba ayer lo ocurrido este pasado sábado por la tarde, cuando el sacerdote Antonio Rodríguez Suárez, de 82 años, fue víctima de una paliza por parte de dos jóvenes que se llevaron como botín unos 1.400 euros y varias piezas de oro, así como el reloj y las gafas del cura. Esta mujer, catequista en la parroquia y a la que la Policía Nacional ya tomó declaración el lunes en comisaría en el marco de las pesquisas abiertas para tratar de identificar a los asaltantes, había acudido a rezar al templo y observó a los ladrones abandonar "corriendo" el templo, primero uno y minutos después el compinche. "Pero solo los vi de refilón", concreta. Después salió malherido el párroco. "Estaba hecho polvo, en shock", describe.

El cura permanece en la UCI del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. Aunque ese sábado por la tarde, tras ser asistido en primer término por el 061 y después en el cercano servicio de Urgencias del Xeral, recibió el alta, el domingo se encontró peor y tuvo que ser operado de urgencia esa tarde e ingresado a consecuencia de un derrame cerebral. En un comunicado emitido ayer, el Obispado de Tui-Vigo informó de que el párroco permanecía en coma inducido, aunque precisaron que se encontraba "estable" y su apariencia exterior es de "normalidad". "Los médicos tienen previsto hacerle volver progresivamente a la normalidad, tras la urgente intervención del derrame cerebral", señalan en la nota, donde se refieren a la agresión como un "incalificable y triste acontecimiento" y agradecen los "múltiples testimonios de solidaridad e interés" recibidos desde diversos ámbitos e instituciones "de la vida civil y eclesial".

La Policía Nacional ha abierto una investigación para tratar de detener a los agresores. Además de la víctima, los dos principales testigos son la feligresa que rezaba en el templo y un varón que estaba sentado en las escaleras exteriores y vio salir corriendo a los ladrones. La mujer, que prefiere mantener su identidad en el anonimato, reside cerca de la iglesia. El sábado por la tarde, describía ayer, decidió ir a dar un paseo hasta O Castro y, a la vuelta, paró en la iglesia para rezar. Ya no entró en el interior del templo donde se celebran las misas, sino que se quedó en la zona del oratorio. "Aún no había acabado de rezar el primer Padre Nuestro y vi salir a un chico, que iba todo vestido de blanco y con una visera; iba disparado, corriendo, con una bolsa transparente en la mano, pero no desconfié nada, pensé que era una de las personas a las que solía ayudar Don Antonio", cuenta esta feligresa. Poco después abandonó el lugar también corriendo otro joven, que vestía de rojo. "A los dos los vi de refilón, no los podría reconocer en fotografías", asegura.

La mujer cuenta que como no escuchó ni gritos ni golpes no pensó que hubiese ocurrido nada extraño hasta que vio salir al párroco. "Don Antonio venía caminando con la mano en el pecho; tenía la cara ensangrentada, casi no respiraba y temblaba; contó que recibió patadas, que le taparon la boca y casi lo asfixian; decía 'me querían matar, me querían matar", afirma. Esta mujer fue la primera en socorrerlo.

"Lo engañaron", añade esta feligresa sobre los ladrones. Antes del robo, uno de los jóvenes le dijo al cura que se quería confesar. Le contó que era marroquí y tenía 18 años. Pero todo era una tapadera para perpetrar el robo. "Ya habían estado el viernes en la iglesia, con una bolsa de monedas de un céntimo para que se las cambiasen...", afirma esta vecina de Vigo, que lamenta que Don Antonio sea tan confiado. "Es muy generoso, tiene buen corazón y ayuda a la gente; yo ya le dije en alguna ocasión que no puede confesar cuando está solo en el templo, los que colaboramos le decimos que debe tener la puerta cerrada...", reflexiona. Su deseo ahora es la pronta recuperación del sacerdote: "Eso es lo más importante porque se ha llevado un susto tremendo".

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