Desde que arrancó de la crisis, económica, los concursos de acreedores se convirtieron en la opción requerida por muchas empresas que no contaban con liquidez o dinero en efectivo para hacer frente a los pagos corrientes a sus acreedores. A través de este procedimiento judicial, el Juzgado de lo Mercantil nombra a un tercero como administrador, quien dirijirá el funcionamiento empresarial, protegerá los bienes de la empresa y ordenará sus pagos.

El sector de la construcción fue uno de los más afectados por esta situación. Muchas fueron las entidades que asfixiadas por los gastos y deudas, acabaron inmersas en procesos concursales con el fin de salvaguardar y mantener a flote su actividad. Sin embargo, constructoras y promotoras ya no son las firmas que más acuden a este procedimiento judicial. Negocios de publicidad, informática, automoción e incluso peluquerías copan la lista de empresas que buscan en el concurso la manera de hacer frente a los pagos y continuar con la actividad de la misma. "Como antes empresas de la construcción eran la que más solicitaban la apertura de los procesos concursales, ahora encontramos empresas con múltiples objetos sociales, especialmente de informática", señala la secretaria del Juzgado de lo Mercantil número 3 de Pontevedra, con sede en Vigo.

Sin embargo a pesar de que la finalidad última de estos concursos de acreedores es la conservación de la actividad profesional o empresarial, el 90% de estas compañías acaban en liquidación y por lo tanto, en la disolución, cierre y "muerte" de la empresa.

"El concurso puede desembocar en una vía solutiva, renegociando la deuda a través de un acuerdo con los acreedores o, por el contrario en un procedimiento liquidatorio, que supone la liquidación de todos los bienes de la empresa. La gran mayoría de éstas ya opta directamente por esta opción, en mucho mayor medida que incluso el año pasado", añade la secretaria judicial.

La apertura de la fase de liquidación puede producirse en diferentes momentos del proceso concursal, a instancia del deudor, de un acreedor o de la administración concursal. A pesar de ser la solución más habitual, en raras ocasiones la entidad deudora pide en el mismo escrito de solicitud de concurso la liquidación de los bienes. Son dos los motivos fundamentales por los que se llega a esta situación: porque no se presentó dentro del plazo legal ninguna propuesta de convenio con los acreedores o debido también a que la propia junta de acreedores no aceptasen dichas propuestas. En la gran mayoría de los casos, es la administración concursal quien solicita la apertura de la esta fase de liquidación.

Incremento de concursos

Con la aparición de nuevos modelos y sectores empresariales que necesitan de este proceso para no acabar en quiebra, el número de piezas concursales se ha incrementado. Si el año pasado por estas fechas el Juzgado de lo Mercantil número 3 de Pontevedra, con sede en Vigo había emitido edictos de apertura de concursos a 17 empresas, en 2016 esta cifra se ha incrementado a los 28, un 60% más. Motorgal Unión, FLT Tecnology, Transportes Mario Cardadeiro España, Lonxe Publicidade, Serlotrans 2000, Mundo Equipo o Desarrollos Industriales Porriño son alguna de estas empresas.

Llama también la atención que cada vez son más las firmas pequeñas que no pueden hacer frente a sus deudas y deciden entrar en concurso. "Estábamos acostumbrados a tratar con empresas de grandes activos y pasivo, sin embargo ahora, además de encontrar empresas de todo tipo, muchas de ellas son de pequeño tamaño", concluye la secretaria del juzgado de lo Mercantil vigués.