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Fue noticia en 1886

Aulas para toda la vida

La Escuela de Artes y Oficios se inauguró en el mes de septiembre de 1886 y catorce años más tarde se trasladó a su actual ubicación en la calle García Barbón

Sede de la Escuela de Artes y Oficios desde 1900. // FdV

Fue un acto emotivo, cargado de sentimiento y de ilusión por el futuro. Así se puede resumir la reseña que el Decano publicó a finales del mes de septiembre sobre la inauguración de la Escuela de Artes y Oficios. Resultó llamativo que se hablara de la puesta en marcha de una institución que debería ser un referente educativo en la ciudad. Se cumplió con ese objetivo durante toda su existencia, aunque atravesó por épocas de dificultad, otras de casi abandono e incluso hubo quien impulsó un cambio en sus funciones. En la actualidad es un centro para aprender oficios tradicionales gallegos y música.

La Sociedad de Socorros Mutuos La Cooperativa fue la que inició la senda. Era el mes de septiembre de 1886 cuando la Escuela de Artes y Oficios abrió sus puertas. Un rato al que asistió Eduardo Chao, que había sido ministro y que colaboró de manera intensa en su puesta en funcionamiento. Destinó fondos del Gobierno para ello. También estaba presente Augusto Bárcena, una de las personas con más influencia en la ciudad y que ejercía como presidente honorario. Todos, además del alcalde y una gran representación de la sociedad viguesa, se reunieron en una acontecimiento histórico. El objetivo era que las personas con menos recursos en Vigo pudieran tener acceso a la enseñanza. Pero se establecía que debían tener más de catorce años.

Las clases se desarrollaban en una casa en la calle del Circo, lo que en la actualidad es Eduardo Iglesias. El nivel de aceptación entre los vigueses fue enorme. Pronto adquirió fama y prestigio. Tanta que José García Barbón, otro gran valedor de la ciudad, encargó a Michel Pacewicz, uno de los arquitectos de referencia en aquel momento, el diseño de un edificio para así poder abandonar un local que se había quedado pequeño. El ayuntamiento pagaba casi dos mil pesetas al mes de alquiler y lo había asumido íntegramente dos años después de inaugurarse la escuela.

El nuevo edificio quedó terminado en 1900. Contaba con tres plantas, amplios espacios y estaba diseñado para acoger a una gran cantidad de alumnos. Por lo tanto, la Escuela de Artes y Oficios adquiría una nueva dimensión. José García Barbón decidió donarlo al ayuntamiento. No pidió dinero a cambio. Solo que a partir de ese momento las clases fueran gratuitas. En su legado dejó una inmensa biblioteca compuesta por 5.000 libros. Fue la más grande que existía en la ciudad.

Se cumplió su mandato, aunque hubo algunas polémicas. Los ayuntamientos de Lavadores y Bouzas solicitaron que sus vecinos también accedieran al centro de forma gratuita. Decían sus alcaldes que también habían aportado dinero para la construcción de la nueve sede y que tenían los mismos derechos que los vigueses. La polémica, según quedan reflejados en numerosos documentos, se mantuvo durante muchos años. Al principio se llegó al acuerdo de reservar unas plazas gratuitas para los residentes en ambos ayuntamientos y otras serían de pago. Varios años después de abrirse el conflicto se solucionó al considerarse que la Escuela de Artes y Oficios debería dar "servicio" a toda la comarca. En la negociación llegaron a intervenir ministros del Gobierno, ya que cada regidor municipal mostraba de forma reiterada su malestar. Además, muchos vecinos de Lavadores y Bouzas enviaban cartas de protesta a sus consistorios.

El ente académico no perdió su filosofía ni su identidad hasta que en 1970 pasó a llamarse Universidad Popular. El cambio de nombre y el descenso de alumnos llegó incluso a pensar que podía cerrar sus puertas. Perdió prestigio en la ciudad y también parte de los valores con las que se había fundado. Constituyó, lo mismo que durante la Guerra Civil, una de sus peores etapas. Señalan algunos historiadores que estuvo a punto de cerrar, pero no se tiene constancia documental de esa intención.

Fue en 1998 cuando el ayuntamiento decidió darle un nuevo uso. Pero antes estuvo cuatro años padeciendo diversas obras de restauración que también supusieron una pequeña ampliación. En la actualidad, el edificio es uno de los referentes de la ciudad y se pueden aprender oficios tradicionales gallegos y música.

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