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Cambio de tendencia en la propiedad de la vivienda

El alquiler de viviendas iguala por primera vez la compra con hipoteca en Vigo

Las residencias gravadas por préstamos bancarios se reducen una décima parte en el último lustro, mientras que los arrendamientos aumentan un 19% -La mayoría de las familias viguesas tienen casa propia y sin carga hipotecaria

La crisis ha provocado un cambio de tendencia en el modelo escogido por la población para sufragarse la vivienda. Los hogares vigueses que se embarcan en la firma de una hipoteca han descendido, mientras que aumentan, y a mayor ritmo, aquellos que se decantan por el alquiler. Tanto es así que, en el último lustro, el número de familias que pagan todos los meses a un casero casi se ha equiparado al de las que le abonan la cuota al banco. La mayoría de los vigueses, sin embargo, residen en una casa de su propiedad y por la que ya no deben nada.

Los hogares que viven de alquiler en la ciudad han crecido un 19% entre 2010 y 2015 hasta los 21.363. Son ya casi uno de cada cinco -el 19,04%-. Se ponen así casi al nivel de las viviendas con hipoteca -el 20,1%-, que han caído en un 10,5% hasta las 22.557. Los datos son del Instituto Galego de Estadística.

Solo hay una ciudad gallega que supere a la viguesa en el índice de alquiler, la de A Coruña. Su porcentaje de hogares en régimen de arrendamiento ya era más alto que el vigués en 2010 -tres puntos más-, pero en el último lustro se ha disparado hasta el 27%. Sin embargo, no se vive la misma tendencia en las siete grandes urbes. La cantidad de inquilinos baja en Pontevedra -donde crecen las hipotecas- y en Ferrol -por la caída del número de hogares- y se mantiene estable en Ourense.

En cuestión de hogares con carga hipotecaria, Vigo es la tercera con menor porcentaje de viviendas gravadas, después de Ferrol -donde cayeron al 18,95%- y Santiago -que partía de un nivel muy bajo y subió hasta el 17,79%-. Solo en esta última urbe y en la del Lérez crece el índice de familias que tienen que afrontar una letra mensual.

El colectivo mayoritario en Vigo es el de aquellos que ya no pagan nada por la vivienda en la que viven -sin tener en cuenta, claro, impuestos y mantenimiento-. De hecho, las familias con casa propia y sin compromisos bancarios aumentan. Son cinco mil más, hasta las 58.489, y representan el 52% del total.

Si de diez hogares vigueses, dos viven de alquiler, otros dos pagan hipoteca y cinco tienen casa propia, el otro reside en un inmueble cedido. Estos retroceden ligeramente, en medio millar, hasta los 9.781.

Para Josué Gándara, de la inmobiliaria Doval, el aumento de los que optan por el alquiler y la caída de los que pagan hipoteca se explicación por la inestabilidad laboral "que ha desembocado en un cambio social y de mentalidad". "Las personas de entre 20 y 40 años no se quieren embarcar en la compra de un piso por la necesidad de movilidad geográfica", sostiene y añade que "cuanto mayor se hacen, la propiedad está más presente". Aunque el profundo ajuste de los precios y el abaratamiento del crédito parece hacer más atractiva la compra, a otros les frena la necesidad de disponer de ahorros para costear la entrada y otros gastos.

Santiago Basadre y Eugenia Rengifo | Compradores de un piso en Gran Vía

"Nos sale igual la hipoteca que el alquiler e invertimos para el futuro"

Llevaban cinco años viviendo como inquilinos y, el último, buscando ya una propiedad "en la que invertir de cara a un futuro". Este dos trabajadores de la planta de PSA Peugeot-Citröen, que se casaron este verano, confiesan que siempre tuvieron la idea de comprar, pero esperaron a estar "un poco asentados profesionalmente" para dar el paso de convertirse en propietarios de un inmueble.

Descartada la movilidad geográfica, porque "en Vigo se está muy bien", comenzaron a sentir ganas de disponer su hogar a su gusto. "Los pisos de alquiler los tienes como quiere el propietario y nos empezaba a apetecer tener cosas nuestras y a nuestro modo", cuenta Santiago Basadre, de 32 años y responsable de zona en la factoría automovilística. Admite, sin embargo, que "como inquilino también se vive muy bien porque te desentiendes de muchas cosas.

Aunque llevaban un año mirando el mercado, solo habían visitado "dos o tres" propiedades cuando dieron con la que es ya suya -o del banco, como dice Santiago-. "Nos encajaba con lo que buscábamos, por precio y por zona y no quisimos arriesgarnos a seguir mirando por si se nos pasaba la oportunidad", señala.

Compraron un piso de tres habitaciones -"dejando abierto el futuro" en cuanto a descendencia - en la Gran Vía, en el barrio de Casablanca. En la misma zona centro en la que habían residido como arrendatarios durante el último lustro. "Nos sale igual la hipoteca que el alquiler que pagábamos", asegura. Con el aliciente de que, cuando terminen de pagar la hipoteca, será suya.

Han iniciado una relación con el banco que podría prolongarse durante un cuarto de siglo ."Un poco de vértigo sí que da, pero siempre puedes ir amortizando", opina.

Patricia Rodríguez Ros | Inquilina en la calle Placer

"No puedo comprar por la inestabilidad laboral, no sé cómo me va a ir"

Patricia Rodríguez Ros, de 33 años, lleva quince viviendo por su cuenta. Siempre de alquiler. Aunque le gustaría poder acceder a la compra de una vivienda, acaba de firmar un nuevo contrato de arrendamiento. "Es por la inestabilidad laboral, no sabes cómo te va a ir", ofrece como explicación.

Y es que esta catalana afincada en Vigo desde hace nueve años, se acaba de lanzar al emprendimiento abriendo junto a una socia una tienda de ropa de segunda mano al peso en la céntrica calle de Doctor Cadaval.

Ha optado por un piso de 54 metros cuadrados, de una habitación, en la calle Placer, "muy cerquita del trabajo, para ahorrar en traslados". El primero que vio, cuenta al poco de rubricar el contrato de arrendamiento en Inmobiliaria Doval.

Le gustaría que en vez de estar firmando un alquiler fuera una adquisición, sobre todo, "pensando en la jubilación". "Por como va todo, las pensiones no serán muy altas y no sé si luego voy a poder seguir pagando un alquiler", plantea.

Cruza los dedos para que el nuevo negocio que han montado les vaya bien, se pueda establecer definitivamente y ahorrar para hacer frente a la entrada de una vivienda.

En su círculo de amistades, solo son "casos puntuales" los de los que se han decidido a embarcarse en una hipoteca. "Un par de amigas" han dado el paso de hacerse con una vivienda en propiedad y las dos lo hicieron con sus parejas. Ese es otro de los aspectos que considera que juega en su contra. Resalta que los solteros lo tienen más difícil para poder hacer frente a la adquisición de un inmueble y a todos los costes que genera. A veces, incluso los de un alquiler. De hecho, también ha habido épocas en las que Patricia ha compartido piso.

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